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La viña, campo de batalla

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  • Laura López Altares
  • 2020-07-20 00:00:00

Guerras sucesorias, civiles, mundiales... los viñedos de la vieja Europa se convirtieron en el sangriento escenario de diferentes contiendas que los dejaron malheridos y arrasados. Pero allí donde silbaron las bombas, hoy brota la vid(a). 


Los viñedos también tienen cicatrices, heridas de guerra que sanaron tras el asedio del fuego enemigo. En el continente europeo, muchos de ellos se convirtieron en improvisados campos de batalla durante diferentes épocas de la Historia: como los viñedos de Champagne, que temblaron hasta la raíz en las guerras napoleónicas y las dos guerras mundiales (la –primera– batalla del Marne, que se libró en septiembre de 1914, terminó con la primera gran victoria de los aliados en la Primera Guerra Mundial). O las vides de Burdeos (la aplastante victoria francesa en la batalla de Castillon, en julio de 1453, puso fin a la ocupación inglesa y acabó con la Guerra de los Cien Años –el conflicto bélico más largo que ha vivido Europa–). Pero la turbulenta historia de España, salpicada de contiendas de todo tipo, también nos ha dejado un salvaje legado de viñedos arrasados, mutilados y malheridos, aunque en la gran mayoría de ellos volvió a brotar la vida...   
Toro, evocador bastión de viñas prefiloxéricas, fue el escenario de una contienda clave para la guerra de sucesión castellana el 1 de marzo de 1476: la batalla de Toro enfrentó al ejército de los Reyes Católicos (capitaneado por Fernando II de Aragón) y al de Alfonso V de Portugal en el pueblo zamorano de Peleagonzalo. La victoria de Fernando el Católico terminó con las aspiraciones de Alfonso V de unificar Portugal y las coronas de Castilla y Aragón, y allanó el camino de Isabel al trono de Castilla. Allí donde se decidió el destino de la península Ibérica, en la vega del río Duero, hoy se erige el complejo enoturístico de lujo Valbusenda Hotel Bodega & Spa. Desde hace ocho años participan en el homenaje a los caídos de ambos bandos, que a partir de 2019 incluye unas sugerentes jornadas gastronómicas abiertas al público: Matilde García Marino, directora ejecutiva de Valbusenda, explica que la intención es "que puedan hacer un viaje histórico a ese momento", mantener viva la memoria de la tierra.
Otra lucha sucesoria que regó de sangre las viñas castellanas (y que terminaría convirtiéndose en un conflicto internacional) fue la guerra de sucesión entre los partidarios de Felipe V y del archiduque Carlos de Austria. La batalla de Almansa –25 de abril de 1707–, que abrió las puertas del Reino de Valencia a las tropas borbónicas, tuvo su epicentro muy cerca de Hacienda El Espino. Sus 240 hectáreas de viñas fueron testigos silentes de la Historia, y hoy se expresan alto y claro a través de los vinos Batalla de Almansa y 1707: como nos cuenta Thomas Feenstra, enólogo de la bodega, son un homenaje a sus antepasados y su origen. Pero Castilla no es la única tierra que recuerda... Terra Alta, donde las trincheras se alzan como un grito, sobrevivió a las atrocidades de la Guerra Civil. La batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), la más larga y sangrienta de aquel conflicto fratricida, se libró junto a los viñedos de Gandesa y Corbera d'Ebre –el Poble Vell fue prácticamente destruido por los bombardeos–. El fantasma de la metralla todavía planea, 70 años después, sobre esta dura y bella comarca: Francesc Ferré, enólogo y copropietario de Celler Frisach, dice que en Terra Alta la vida se mide en "un antes y un después de la Guerra Civil". En su pequeña bodega familiar ponen en valor el territorio con sus elocuentes vinos: "Si no recuerdas la historia, de dónde vienes, pierdes la identidad", sentencia. Uno de esos vinos, Frisach Sang de Corb (esa sangre derramada en las viñas de Corbera), es un recuerdo a los 30.000 soldados que perdieron la vida en aquella cruenta batalla –en la cota 705 de la Serra del Pàndols se encuentra el Monumento a la Paz que les rinde homenaje–. Ferré también forma parte de la actividad Vinos en la Trinchera, organizada por la empresa turística Terra Enllà, que preserva y reivindica la memoria de aquella tierra donde las viñas también libraron su propia guerra por sobrevivir. Lo lograron. 

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