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Dehesa de los Llanos. Sabor, saber y naturaleza

  • Redacción
  • 2010-10-01 00:00:00

El llano se detiene en un alto muro. Detrás, los pinos se desperezan olfateando otoño y los gamos se refugian bajo las encinas de la dehesa mientras la viña, y Laura -la enóloga-, y Julián, -el factótum-, y Bárbara -la propietaria- otean el cielo temerosos de lluvia. Ha empezado la vendimia y hasta que concluya en octubre menudearán dias tan hermosos, tan emocionantes. ún resuenan en el aire los ecos de la música y el tronar de los fuegos artificiales, el recuerdo festivo de la Feria de Albacete que este año cumplía 300 años y decidió echar la casa por la ventana. La finca, Dehesa de los Llanos, perteneció al Marqués de Salamanca y al de Larios y se extiende a lo largo y ancho de 10.000 hectáreas, muy cerca del famoso recinto ferial que ha cerrado sus puertas hasta el año que viene. Los 80 empleados que mantienen las dependencias y las labores de este enclave mágico vuelven a la tarea con nostalgia y con premura. Algunos incluso tuvieron que cambiar el atuendo de gala o el traje regional por el de faena a media celebración, cuando los precisos medidores de la viña indicaron al ordenador central que las uvas más tempranas estaban a punto, plenamente maduras para la vendimia, o que las ovejas, como cada día, estaban henchidas para el ordeño. Y es que aquí, en una finca modélica, integral, donde agricultura, ganadería, bodega, quesería y artesanía alimentaria componen un todo, no hay días libres. La tierra, el clima, las estaciones imponen su ritmo incansable. Viva el vino nuevo Con las primeras luces del alba ha llegado la uva a bodega. La previsión meteorológica falló por tres horas y la cosecha se detiene hasta que cese esta agüilla que allí llaman calabobos y la uva esté perfectamente seca. Laura Martínez, la enóloga, arropa con una cubierta de plástico el transportín, con el mismo cuidado que si fuera la cuna de un bebé, para que mientras se descarga no caiga una gota en la despalilladora. Las primeras blancas entraron hace más de una semana y el mosto de la Verdejo empieza a fermentar en su brillante depósito. El mosto-vino está delicioso, dulce e ingenuo, como un primer amor, y con su comedido punto de acidez y su picardía gaseosa de carbónico, como una vieja pasión. El Verdejo de estas viñas es muy diferente del de Castilla y León, y compone con otras tres variedades el Mazacruz blanco, fresco pero complejo, ya que alguno de los vinos del ensamblaje se cría en barrica y la madera aporta, más que una imposición, una profundidad. Igual que en los tintos, en el Mazacruz y el Mazacruz Cima, que en la primera añada, 2006, fue calificado por Parker con 89 puntos. La viña, el terruño La viña se plantó entre 2003 y 2004 bajo la dirección de la figura internacional más reconocida de la viticultura, Richard Smart. Con un preciso análisis de los suelos de la finca eligió y distribuyó en parcelas definidas 8 variedades nobles, resistentes a la insolación y de ciclo largo. Más aún, puesto que aquí sobra sol, la orientación de las lineas del viñedo se dispone de modo que en el crudo verano, cada cepa sombree a la siguiente. Son Cabernet Sauvignon, Syrah, Tempranillo, Merlot, Petit Verdot, Graciano, Sauvignon Blanc, Verdejo. El único retoque sobre el proyecto es obra de Barbara, la Marquesa de Paul, que es quien rige la finca. Es amante de la naturaleza, derrocha excelente gusto en cada detalle de su entorno y conoce los buenos vinos, de modo que impuso una de sus preferencias, una Merlot que le recordara a los mejores de Pomerol. Y su visión ha demostrado ser todo un acierto. Con esos mimbres, otra figura, Ignacio de Miguel, es el asesor de la bodega. Se ha construido, pulcra, práctica y cómoda, en las antiguas naves de piedra coronadas por espléndida viguería de madera. Allí se encierran depósitos con doble circulación, de frío y de calor, cámaras climatizadas para la uva, el botellero, las flamantes barricas... En fin, todo lo que requiere la perfección de un vino actual. Junto a ella, la nueva obra (aquí siempre hay una nueva obra) restaura otra nave para guisar y envasar perdices silvestres que pueblan la finca, que desde siempre fue coto de caza por el que han pasado los aficionados más famosos. Y mas allá la granja para ovejas, separada de la quesería que elabora un ejemplar manchego -Dehesa de los Llanos-, y entre viña, nogales y encinas, campos de plantas aromáticas que ellos mismos destilan y que dejan evocadores recuerdos en los vinos. Los sesudos estudiosos discuten esa influencia, pero probarlos es comprobarlo. Dehesa de los llanos Carr. de Peñas de San Pedro, Km. 5,5 02006 (Albacete) Tel. (+34) 967 243 100 www.dehesadelosllanos.com

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