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Maior de Mendoza. Elegancia atlántica, pionera en Rías Baixas

  • Redacción
  • 2009-06-01 00:00:00

Los vinos de Maior de Mendoza triunfan allá donde van: este año han obtenido un oro en el Challenge International du Vin; un oro en el Concours Mondial de Bruxelles; una plata en Vinalies Internationales y acaban de recibir el único oro de Rías Baixas en el International Wine Challenge, muestras de una lista tan merecida como interminable... L unares de sol revolotean sobre las aguas azul grisáceo, sobre las inmóviles bateas de mejillones y las intrincadas orillas, eternamente verdes de la ría de Arosa. El mirador de Coto de Xiabre es un nido cristalino sobre una viña de Albariño que bien podría ser el anuncio, el emblema, de los vinos de Rías Baixas. Es la sala de cata de Maior de Mendoza, rodeada de una terraza que es un regalo para todos los sentidos: para dejarse acariciar por la brisa húmeda, para aspirar la explosión balsámica de los eucaliptos, para escuchar la revolucion de los nuevos pájaros de primavera y, sobre todo, para la vista, para la contemplación, para seguir día a día la veloz vegetación de la viña a los pies de la casa. Y seguir con los ojos el desperece de los pámpanos y el caminar de los zarcillos sobre las columnas de granito, a lo largo de las guías, hasta que las plantas se abrazan en lo alto convertidas en un entoldado protector de esos racimos que ya -¡entre los sentidos faltaba el gusto!- hacen la boca agua adivinando la próxima cosecha, la próxima copa. Una bodega a medida Así espera el verano esta primorosa bodega que miman Marcos y su padre, José Barros, con la ayuda de una enóloga experimentada y sensible que conoce la zona como la palma de su mano, Cristina Mantilla. La viña son apenas dos hectáreas, en un claro entre los árboles. Es la única en los alrededores y eso garantiza que no recibirá de otras plaga o daño, de modo que no requiere más protección ni tratamiento que la propia naturaleza: la brisa marina, ese solecillo, esa tierra sana, esos perfumes y hasta esos trinos alegres que, milagrosamente, perviven después, encerrados en la botella. El resto de las uvas que componen Maior de Mendoza viene de la finca que rodea la Rectoral de Padrenda, en el Valle del Salnés, 10 hectáreas fundacionales plantadas en 1978, cuando aún no existía ni el Consejo Regulador. Además controlan algunas fincas ajenas donde imponen las mismas exigencias de cultivo: pasillos amplios, orientados para que corra el aire, nada de herbicidas, eliminar las raíces superficiales para que profundicen buscando la roca y la mineralidad en el sabor, y estrictas podas y desnietados para que penetre el sol y la producción no sea abundante. Todo han tenido que inventarlo y aprender con la experiencia porque no había manuales para estos vinos atlánticos. La espléndida realidad La bodega de elaboración que diseñó Cristina es, ante todo, pulcra, diáfana, eficaz, porque a la hora de vendimiar con la madurez justa la prisa es oro. Si el tiempo es malo, una cuadrilla de 120 vendimiadores abrevia. Si el sol aprieta, las pequeñas cajas de 20 kilos acuden a la bodega en camiones frigoríficos. Allí se despalilla y se macera a baja temperatura para extraer limpia toda la intensidad de aromas. La prensa es delicada, no hay que escatimar porque el bagazo henchido se transformará en otra de las joyas de la casa al destilarse para aguardientes. Y el mosto fermenta a baja temperatura, aguarda lo suficiente para suavizarse en la fermentación maloláctica y, ya convertido en vino, se trasiega una y otra vez antes de estabilizar y filtrar. Ése es el proceso base del Fulget, fresco, vital aunque estructurado, mientras que los Maior de Mendoza prolongan la elaboración con el tiempo de maceración pelicular previa con nieve carbónica, más el que duermen sobre sus lías finas y, en el caso del 3 Crianzas, incluso con la guarda en botella durante al menos cinco meses. La riqueza, la profundidad que adquieren recomienda no tomarlos demasiado fríos para disfrutarlos en plenitud. Para que se hagan patentes los recuerdos florales, las notas de hueso almendrado, la golosa fruta confitada que le confiere la uva Albar, y la memoria mineral que se prolonga en boca y en un largo posgusto. Los mas altos reconocimientos internacionales refrendan lo que cualquiera puede comprobar, sentir, disfrutar, en la copa. Maior de Mendoza Rua de Xiabre,58 Carril (Villagarcía de Arosa) 36600 (Pontevedra) Tel. y Fax 986 50 88 96 www.maiordemendoza.com

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