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Del tinto al blanco con estética vanguardista

  • Redacción
  • 2008-06-01 00:00:00

Detrás está la veteranía, la experiencia de regir una finca de más de 3.000 hectáreas que desde el siglo XVI fue un privilegiado espacio agropecuario presidido por un palacete de caza frecuentado por los reyes, de ahí su nombre, Real Sitio de la Ventosilla. Cuando la monarquía andaba de capa caída, a comienzos del siglo XX, el precioso espacio regado por el Duero a lo largo de más de ocho kilómetros recibió la calificación de Finca Modelo por aunar en un perfecto puzle la producción de energía, una lechería, abono natural con el estiércol de sus propios animales... En fin, un proceso redondo al que hace más de una década se añadió la especial dedicación de los Velasco al vino, a los nuevos Ribera del Duero, y los premios, incluso por un delicioso rosado. Y de nuevo, para completar el panorama, a la bodega de Gumiel de Mercado se ha sumado otra para vinos blancos en la vecina Rueda. Un espacio multifuncional La Ventosilla conservó en su aspecto el tono de su pasado histórico. Sin embargo, en Rueda han roto todos los moldes. Es una pieza arquitectónica espectacular y pensada tanto para el vino como para la vida social y el respeto al paraje, de modo que si el cerrillo sirve para favorecer el proceso del vino por gravedad también genera azoteas y terrazas ajardinadas en las que se distribuirán comedores para hasta 200 visitantes, salas de cata, aulas multifuncionales para organizar conciertos y exposiciones, un pasillo de esencias, una tentadora tienda, en fin, hermosos espacios de vida y vino que se inaugurarán oficialmente a final de verano. El enólogo responsable del gusto de la casa, Ángel Margüello, y el joven Francisco Martín mantienen la filosofia de siempre, el intento de que cada vino huela a su cuna, a su zona de procedencia y sobre todo que guste, que sea un placer para quien lo bebe. Así, por ejemplo, en Rueda han reforzado la búsqueda de un paladar amplio, denso, sedoso, tan rico como el intenso aroma de la uva Verdejo que lo caracteriza. El cuidado de los detalles Las nuevas creaciones se sustentan en lo que ha crecido el viñedo de verdejo en la zona, de modo que Prado Rey ha podido formalizar contratos a largo plazo con viticultores seleccionados. La uva se vendimia siempre por la noche, cuando la temperatura es más baja. Llega a lo alto del flamante edificio, a 14 metros, ya que dos plantas son subterráneas, y de allí pasa a una tolva suspendida en la que la uva se va cubriendo con anhídrido carbónico para inertizarla, para que no sufra la mínima oxidación. Y así constantemente, a lo largo de toda la delicada conducción. Un depósito llamado Boreal sirve para romper el hollejo a baja temperatura y por sobrepresión, de modo que extraiga el aroma en todo su esplendor. También la prensa y la maceración, durante aproximadamente cuatro horas, cuentan con camisa enfriadora. Ingenios que los Velasco han rastreado desde Italia hasta las bodegas punteras de Sudamérica y que aquí aplican retocados para adaptarlos a sus necesidades, a sus personales exigencias. El resultado es un Rueda diferente en el que han minimizado el toque cítrico y el final amargoso, y con el que se han lanzado a experiencias como la fermentación en barrica, en tres robles diferentes, caucásico y francés que se combinan y se crían posteriormente otros nueve meses. De ahí han salido 1.000 cajas de un blanco sorprendente, goloso, de aire europeo, que llegará al mercado en verano, el mejor momento para lucir su frescura golosa. La bodega está pensada para acoger la elaboración de dos millones de litros, pero el proceso de crecimiento que duplica la producción en cada vendimia hace prever que se llegará a los tres millones, con el Tres Barricas como alto de gama y el Prado Rey como firma de la casa. Un vino creado no para la temporada, sino para que sea capaz de mejorar en botella más allá del año. Prado Rey Rueda Ctra N VI, Km 172,5 47490 Rueda (Valladolid) Tel. 947 546 900 nacional@pradorey.com www.pradorey.com

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