Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Axarquía - La dulzura Malagueña

  • Redacción
  • 2000-04-01 00:00:00

De lejos, mirados desde arriba o desde abajo, todos los pueblos parecen iguales. El manto de blancura que los cubre intenta un uniforme común que siempre resulta falso. Es la Axarquía, paraíso de la Moscatel.
Grandes o chicos, amarrados a las laderas, hundidos en los valles o en las horcaduras del monte, asentados en las cumbres, arropados por yermos pedregosos de pizarra o por arbolado fértil, todos respiran una misma atmósfera luminosa, apacible, sensual y abierta. Pero no; no son todos iguales. Cada uno tiene su carácter; cada cual, su alma. Algunos de los más notables -la mayoría, en realidad- empiezan a padecer un raro y vigoroso colonialismo que va poco a poco cambiando su substancia y diseñando un futuro distinto. Más rico, sin duda. Turistas residenciales ocupan casas y campos de agricultores de cien generaciones.
Muy temprano se detiene el viajero en la plazoleta de Canillas de Albaida. Salvo los camareros que trajinan en un bar ya con cierta prestancia costasoleña, el territorio público pertenece a varios grupos de personas llegadas de lejos. Nadie toma café para el desayuno, a hora tan temprana, sino cerveza y botellas de vino de blanco. Son ingleses, alemanes, daneses, letones... Sentados entre los muros blanqueados, miran indolentes el paso de la vida y de las gentes del pueblo que acuden a sus trabajos mañaneros.
-Los guiris beben vino a cualquier hora. Vino blanco sobre todo. A cualquier hora, ya le digo.
Así se explica Manuel, que ha dejado a una mula trabada junto a una hermosa y rica fuente. Una mujer marroquí llena su cántaro con parsimonia: Khaira lleva muchos años casada con un vecino del pueblo, pero no se ha despojado todavía de su velo musulmán, tan útil en estas tierras soleadas. Por aquí al menos la mitad de los varones se llama Manuel, Antonio, Miguel... En la barra, este Manuel labrador pide un aguardiente anisado, de los que fabrican en Rute. Solamente en Periana sobrevive, ya como museo, un alambique del siglo pasado, el de José Manuel Pascual. La matalaúva, el anís, crece lejos de aquí y las viejas destilerías se han enraizado en tierras cordobesas.
Cuando sale uno de la autovía aún inconclusa, entre Málaga y Nerja, la carreteras que trepan desde las playas hacia los montes resultan complicadas: muchas curvas, desprendimientos, tramos estrechos… Todo esto es la Axarquía, “las tierras de oriente”. Se alternan olivos, encinas, laderas de cereal y viñas. En los valles más fértiles y húmedos se apiñan naranjos, aguacates, melocotoneros, mangos, chirimoyos, papayas…, los grandes lujos de las frutas tropicales que se venden tan bien.
Quizás eso explica la extemporánea convivencia de brillantes todoterrenos que dibujan las curvas a velocidad suicida y el amable caminar de mulos y burros con sus patrones en los lomos. Lentos, con la ventaja de que su paso permite contemplar a gusto tan soberanos paisajes. Y de animarse con la compañía de un perro.
Pero en las afueras de Cómpeta y de Frigiliana se advierte sin duda que los vehículos mecánicos han derrotado con claridad a los animales. Su paso entre las empinadas, estrechas, irregulares callejuelas es muchas veces imposible: fueron trazadas para cabras y acémilas. Desde hace unos quince años, los montes se han ido llenando de casitas solitarias que ocupan por lo general extranjeros jubilados o escondidos aquí. Se abastecen muchas veces de energía con la ayuda de un generador eléctrico y de agua gracias a los camiones-cuba.
Aunque la mayoría muestra mucha indiferencia hacia el idioma en que se entienden sus vecinos, y hasta pretenden que aprendan inglés para comunicarse con ellos, a veces, el calor de unas copas les suelta la lengua. Desmond había sido espía en Madrid, agente doble, durante la última Guerra Mundial. Incluso ha escrito un libro con sus memorias. Patrick trabaja como médico en Londres y viaja todas las semanas junto a su familia; tiene a los niños -rubios, pálidos- en la escuela del pueblo. La gorda Sonia, holandesa, canta ópera por el mundo. En las largas temporadas de descanso se refugia en su hermosa casa de la Axarquía. La escocesa Heulyn es nada menos que delegada para España, Francia y Portugal del sultanato de Omán. Y así en adelante.
Muchos de esos cortijos campestres y aislados tienen a su vera, como una alfombra del pretérito, los secaderos de uva, recintos inclinados de arena, enmarcados por piedras enjalbegadas, mirando casi siempre al soleado sur. Cuando están agrupados hasta una docena de ellos, como en Moclinejo, parecen grandes tumbas durmiendo al sol. Tumbas de reyes, al menos. Puede que estuvieran aquí hace mil años, cuando el rey moro Idris II se deleitaba ya con el xarab almalaqui, el dulcísimo jarabe malagueño. O hace sólo quinientos, cuando los Reyes Católicos crearon la Hermandad de Viñeros. Los asaltos del oidio en 1851 y de la filoxera en 1876 arrasaron las plantaciones, pero a principios de este siglo se recuperaban y tenían ya una Reglamentación de la Denominación de Origen.
Detrás de esas paseras se levantan todavía los viejos cortijos de piedra, blanqueados muchos. Con sus cuadras, su horno, sus patios emparrados… Sólo unos pocos pertenecen a las familias que continúan trabajando el moscatel en los pequeños minifundios de las laderas.
Ocurre lo mismo en el corazón de muchos pueblos. Letreros de azulejo indican en Frigiliana que la casa pertenece a un Johannsen, a una Erika. Escandinavos sobre todo.
Sin embargo, en El Borge, en Macharavialla, en Cómpeta se ven todavía las laderas cuajadas de cepas. Un tipo, de nombre Juan, se sienta en la amable terraza pegada a la carretera de Cómpeta y explica por qué ha abandonado los cultivos y por qué otros, en vez de arar (con animales, pues los tractores no pueden moverse por las pendientes) echan polvos para matar las yerbas, y también otros polvos azules para conservar el vino, porque ya escasean las bodegas subterráneas. Era realmente muy duro subir y bajar con la carga por esos viñedos casi verticales.
-Los que vienen compran mucho. Lo que sea.
Desde luego, venden botellas y garrafas por todas partes, -y miel, cestillos de pasas, pan de higo-, aunque muchos viticultores entregan directamente sus cosechas a las grandes bodegas malagueñas: López Hermanos sobre todo, fundada en 1885, la de Pérez Texeira, la deLarios… En ellas hay sabiduría para elaborar los buenos moscateles de uva de la Axarquía y de Manilva, que queda al otro lado de la provincia.
En Alcaucín, donde casi todo el mundo se dedica al extraordinario aceite verdial, Agustín tiene plantada media ladera de uva tinta forastera y ha logrado resultados magníficos. Casi a los pies de La Maroma, el picacho central de la Axarquía (dos mil metros), que ahora disfruta del estatus de parque natural. Cuenta este hombre joven que hasta hace media docena de años se dedicada a la miel junto a su socio Fernando. Uno y otro salieron de la universidad madrileña para buscarse otra vida y radicarse en estos solitarios paraísos que poco a poco van poblándose en demasía. La doble dulzura de los vinos y del paisaje atrae a nuevos colonizadores.
Los paisajes montañosos cambian. A veces parecen sacados de los cuadros luminosos y vegetales de Evaristo Guerra o de los grandes frescos que está pintando infatigablemente en una ermita de Vélez-Málaga. Si Comares parece colgado del cielo en su picacho, como un buitre albino, Archez se refugia en un hondón; incluso su prodigiosa torre mudéjar parece desde arriba aplastada y ruin. El pobre embalse la Viñuela aguarda ansioso las avaras entregas de la lluvia. Claro que más a oriente, bajo la sierras de Tejera y Almijara, la aridez parece más grave.
Con frecuencia, desde la carretera de las alturas, se ve hacia el sur la patena azul del mar y las masas blancas de una incipiente aglomeración turística. Si Dios y los políticos no lo remedian, esta costa oriental malagueña acabará como la occidental. La voracidad y la codicia no descansan. Claro que las aldeas de los montes del interior resisten mejor el nuevo asedio. Y aunque los vinos generosos dan tanto trabajo, pendiente arriba, pendiente abajo, el dulzor de las uvas impone su antigua tentación.
Los vinos dulces de Málaga nacen principalmente en esta treintena de aldeas de la Axarquía, pero también entre Estepona y Manilva. La denominación de origen tiene una especie de corona por encima de Antequera, por donde la laguna de Fuente de Piedra, donde retozan los flamencos rosas. En esas tierras se da sobre todo la Pedro Ximénez, pero su estampa no se parece nada a las laderas del moscatel de Alejandría. Son dulzuras distintas. Y todas parecen haber absorbido la sustancia de estos claros paisajes.
GUÍA DEL VIAJERO


La cinco rutas. A fin de que el viajero pueda orientarse por los intrincados caminos de la montañosa Axarquía se ha establecido una serie de prácticas rutas. Los mapas se encuentran en las oficinas de turismo y los itinerarios aparecen señalizados.

1. Del sol y del aguacate. Va desde Rincón de la Victoria a Vélez-Málaga y se interna en Macharavialla, Iznate y Benamargosa. Hay buenas iglesias, yacimientos fenicios y, sobre todo, la alcazaba recién restaurada de Vélez.
2. Del aceite y los montes. En torno al pantano de la Viñuela, con visitas a Colmenar, Alfarnate y Periana. Detenerse en el nacimiento del río Vilo (y los restos de los baños árabes) y en el paraje natural El Alcázar, en Alcaucín.
3. Del sol y del vino. De Nerja a Frigiliana y de Torrox a Canillas de Albaida. Con Parada en Cómpeta.
4. De la pasa. Centrada en El Borge, circula por los mejores pueblos paseros: Totalán, Almáchar, Cútar, Moclinejo…
5. Mudéjar. Para contemplar buenos ejemplos de arquitectura mudéjar en un marco señaladamente rural: Sedella, Salares, Archez, pueblos moriscos con estupendos alminares bautizados.

Visitas
Numerosas arquitecturas notables en Vélez, incluyendo una casa en que se alojó Cervantes cuando fue liberado en Argel. El alambique de Periana. Museo de la pasa en Almáchar. Numerosos templos valiosos (Cútar, Moclinejo). Los pueblos de la costa, Colmenar y Frigiliana, el mejor cuidado de los conjuntos morisco-mudéjares.

Gastronomía
Ajoblaco de Almáchar. Coles mareás. Los pescados en toda la costa, especialmente los boquerones. Guisos de conejo. Choto y calabaza fritos. Tortas de Algarrobo. Entre los mejores sitios están el Mesón Mudéjar de Archez (Tel. 952 553 106), La Sociedad de Canillas de Aceituno (Tel. 952 518 292) y la histórica Venta de Alfarnate (952 759 388). Naturalmente, en la zona costera existen muchos restaurantes de interés. También en cada pueblo hay lugares acojedores o ventas en el camino.

Alojamiento
Villa Turística de la Axarquía, en Periana, Tel. 952 536 222; ideal para práctica de turismo activo. Hotel La Viñuela, junto al embalse, Tel. 952 519 214. Casa Pinta, en Sedella, Tel. 952 508 877. El Molino de los Abuelos (antigua almazara), en Comares, Tel. 952 509 301. La casa rural de Archez El Paisaje, Tel. 952 553 301. Varias casas rurales en Alcaucín, Tel. 952 510 005 y en Periana, Tel. 689 198 271.

Compras
El mejor aceite, en la cooperativas de Mondrón y Periana. Pasas, miel, pan de higo, frutas en temporada; vinos a criadores locales en Cómpeta.

Información: Turismo de la Axarquía, en Torre del Mar, Tel. 952 542 808. Consejo Regulador, en Málaga: Tel. 952 227 990.

enoturismo


gente del vino