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Chile un momento mágico

  • Redacción
  • 1997-06-01 00:00:00

Se ha dicho que Chile es, entre todas las regiones americanas, el “paraíso de la viticultura”, ya que su clima y terruño ofrecen condiciones ideales para el cultivo de la viña. Esta privilegiada situación geográfica, climática y cultural -marcada por la herencia hispana- se enmarca en paisajes de extraordinaria belleza: las impresionantes murallas nevadas de la cordillera andina, al este, las doradas playas del océano Pacífico, al oeste, los hielos de la Antártida, al sur, y el sediento desierto, al norte.

Viña Santa Rita
Al gusto del consumidor

Esta gran propiedad chilena, una de las más aguerridas a la hora de penetrar en los mercados, ha conseguido ya numerosos reconocimientos internacionales. Aparte de una producción masiva dirigida al consumo nacional, Santa Rita cuenta con una gama de vinos destinados a la exportación, preparados según el gusto de los importadores. La bodega, fundada en 1883, perteneció durante cien años a la misma familia, pasó más tarde a manos de un consorcio internacional, y hoy es una sociedad anónima. A mediados de los años ochenta comenzó una transformación que eliminó todo lo que quedaba del siglo pasado, de forma que hoy posee más de 1.000 hectáreas de viñedo y modernos locales para la vinificación. Klaus Schroeder, enólogo jefe, tiene la misión de producir los vinos que más se aproximen a los gustos de los clientes, con una referencia particular a los gustos norteamericanos. Se explica así el gran éxito de sus reservas especiales, entre las cuales se sitúa en primer lugar el Medalla Real.

Cousiño Macul
La fuerza del pionero

Cousiño Macul puede alardear de poseer los viñedos más antiguos de todo Chile, que se remontan a 1554. Y después de casi 500 años continúan ocupando la misma zona, sobre una superficie de 280 hectáreas, en el corazón de una región dominada por la ciudad de Santiago. La propiedad fue comprada en 1856 por Matías Cousiño, que adoptó los modelos bordeleses, plantando a partir de 1860 los primeros varietales franceses: Cabernet sauvignon, Sauvignon blanc y Sémillon. Tanto el Riesling como el Pinot noir fueron introducidos posteriormente. En 1993 se procede a una renovación completa, con la introducción del más moderno equipamiento, de forma que Cousiño Macul es hoy un buen modelo de organización, gracias también a la colaboración del enólogo Jaime Ríos Larraín. Pero su mayor mérito es producir vinos de una gran personalidad, con características inconfundibles, prescindiendo de la moda y los gustos de los diferentes mercados.


Viña Caliterra
Al gusto californiano

Los vinos de esta bodega resultan difíciles de encontrar en Chile. La explicación es simple: son producidos y elaborados en función del gusto norteamericano. Se podría decir, sin exagerar, que se trata de vinos típicamente californianos, muy bien conseguidos, con el valor añadido de un ajustado precio. Viña Caliterra es el resultado de una "joint venture" entre las bodegas Viña Errázuriz, una de las más antiguas y prestigiosas de Chile, y la californiana Franciscan Wineyards del Valle del Napa, dirigida por el chileno Agustín Huneus. Aquí se vinifica tanto la uva procedente de los viñedos de propiedad (145 hectáreas), situados en el valle del Maipó y en la zona de Casablanca, como la adquirida en el área de Curicó. Gracias a la rigurosa selección y al perfecto control de la vinificación, Caliterra consigue elaborar vinos decididamente de vanguardia. Sus excelentes blancos se encuentran entre los mejores del país.


Discover Wines
Produción limitada

En pocos años, los vinos de esta propiedad, ciertamente excelentes, han obtenido merecidísimos reconocimientos internacionales. El mérito es de la nueva dirección enológica introducida por Douglas Murray y Aurelio Montes, que en 1988 compraron la vieja bodega Nogales, en la zona de Curicó, y organizaron la producción abandonando el mercado nacional, por lo que hoy el 97% de las ventas corresponde al extranjero. Entre todos sus vinos monovarietales se encuentra el Montes Alpha, uno de los mejores Cabernet chilenos. La línea de los Montes se elabora en roble francés y norteamericano. Entre todos se distinguen el Chardonnay y el Cabernet sauvignon, productos de un nivel notable. Producción limitada, tecnología moderna y excelente marketing son los ingredientes de la fórmula de esta bodega.

La viticultura en Chile tiene una larga tradición. Los primeros viñedos fueron plantados en 1518 por los misioneros jesuitas y franciscanos españoles, en los alrededores de Santiago, La Serena y Concepción. Esto demuestra que en Chile comenzó la viticultura 200 años antes que en California.
En el siglo XVII Chile exportaba vino hacia Europa, hasta el punto de que el rey Felipe III prohibió en España su importación para no dañar a los productores andaluces. Dos siglos más tarde, las colonias españolas conquistaban la independencia, al tiempo que se daba la primera revolución vitivinícola chilena. En 1815, un viticultor chileno, de nombre Silvestre Ochagavía -apellido de resonancia vasca-, importó vástagos de vid de las variedades francesas más prestigiosas: Cabernet sauvignon, Pinot noir, Merlot, Sauvignon blanc, Sémillon, etc. Estas cepas encontraron un hábitat perfecto para su desarrollo. Tan excelente que en ciertas partes de Chile el injerto no es necesario, ya que la filoxera, el insecto que devastó los viñedos de todo el mundo durante la segunda mitad del siglo XIX, encontró aquí la formidable barrera natural de la cordillera de los Andes. Las grandes familias terratenientes se dedicaron con pasión a la enología, sustituyeron las variedades españolas con las clásicas de Burdeos y Borgoña, buscaron enólogos franceses y fundaron bodegas similares a los mejores châteaux. Muchas de ellas son aun productivas, debidamente restauradas y puestas al día tecnológicamente.

Calidad por cantidad

La gran renovación vitivinícola chilena se produce a finales de los años setenta, tras lustros de desinterés y decadencia que habían llevado a la crisis al sector, causando un descenso de la superficie dedicada a la vid y del consumo per cápita, actualmente aun en disminución. Capitales frescos, modernas tecnologías y una filosofía productiva, finalmente interesada más en la calidad que en la cantidad, han renovado el sector totalmente. La producción, en crecimiento hasta 1993, tiende ahora a estabilizarse, mientras que se espera que continuarán aumentando las exportaciones en los próximos años.
A finales de 1994, en Chile ha sido introducida finalmente una legislación sobre la producción vitivinícola, cuyas nuevas disposiciones acotan y determinan zonas y subzonas teniendo en cuenta ciertas características geográficas. En particular, la subdivisión sigue el curso de los valles y de los ríos (es el caso, por ejemplo, del famoso Valle del Maipó), aunque una verdadera definición de la denominación de origen controlada no se encuentre aun a punto. El acuerdo se consiguió gracias a la iniciativa de los mismos productores -grandes y pequeños- con la intención de ofrecer una imagen de seriedad a nivel mundial.
Con el tiempo, la viticultura fué adquiriendo cada vez más importancia, y hoy Chile se consolida como una potencia vitivinícola de gran peso económico. La segunda fase de este desarrollo, cuya estrategia tiene el objetivo de alcanzar la excelencia de los grand cru, se encuentra actualmente en proceso de consolidación. Calidad a precios competitivos, buenos viñedos y clima favorable, respeto a la tradición, mas también voluntad de renovación, son factores esenciales para explicar el éxito internacional del vino chileno. Por más de un siglo, el vino chileno estuvo representado por viñas tradicionales como Concha y Toro, Santa Rita, Santa Carolina, San Pedro, Tarapacá Ex Zavala, Erráruriz Panquehue, etc. Hoy el panorama ha cambiado radicalmente. Con el renacimiento de la viticultura chilena, acaecido a finales de los años setenta, fueron muchos los que vieron en ello una ocasión propicia para una reactivación de sus viejas bodegas. Los Gutiérrez Porta se encontraban entre ellos, así como otros muchos que eligieron una estrategia global dirigida a conseguir una óptima relación calidad-precio, lo que hoy es uno de los puntos fuertes de la viticultura chilena. Hay que mencionar la labor encomiable del español Miguel Agustín Torres, que incia sus actividades en Chile a principios de 1978. Decide adquirir un viñedo en la localidad de Curicó, 200 km. al sur de Santiago, e inicia la renovación total en las prácticas de la viticultura y vinificación, introduciendo las primeras cubas de acero inoxidable para la fermentación a temperatura controlada, a la que siguen crianzas lentas y cuidadas en barricas de roble nuevo. Estas prácticas fueron un buen ejemplo plara la gran mayoría de los empresario chilenos, que comenzaron pronto a imitarle. Otros son bodegas más o menos recientes pero a las que hay que prestar atención, entre otras, Viña Bisquert, Viña Camino Real, Viña Casa Lapostelle, Viña Mont Gras, Viña Porta, Château Los Boldos, Viña La Fortuna, Viña Segú Ollé, Viñedos Terranoble, Viña Aquitaine, Viña Balduzzi, Viña William Fevre, Villards Wina, etc.
El éxito del vino chileno ha favorecido el nacimiento de nuevas bodegas que trabajan exclusivamente en función del mercado exterior produciendo vinos excelentes, ahora ya próximos a ingresar en el Gotha de la enología mundial. Entre otros, los vinos que han elaborando en los alrededores de Santiago dos de los mejores técnicos bordeleses, Bruno Prats y Paul Pontalier.
Y como confirmación al momento mágico de la enología chilena se encuentran las nuevas y masivas inversiones de empresarios europeos y norteamericanos, fundamentalmente californianos y bordeleses.

Gran Riqueza de Suelo y Clima

No es fácil conocer y clasificar un país que tiene 5.200 km. de largo y 200 km. de ancho. En tan impresionante longitud se ubican diversas zonas de elaboración, que quedan comprendidas en tan sólo 1.000 km. de longitud, desde el Valle de Copiapó al norte, hasta el río Cautín en el sur. Por tanto no resulta sorprendente que encontremos grandes variaciones de suelo y clima.
No existe una clasificación oficial de las diferentes regiones y se ha adoptado la definida por Rodrigo Alvarado Moore en su libro “Chile, Tierra del Vino”. En él distingue entre las zonas de regadío, con 65.000 ha., de las de secano, con 45.000 ha. La zona de regadío del valle Central es la productora de los mejores vinos chilenos.

Zona de Valle Central

De las 43.800 ha. de viñedo de regadío chilenos, 37.100 se encuentran en esta región; con rendimientos medios de 6.000 l/ha., lo que equivale al 50% del volumen nacional.
Este es el corazón de la producción de vino chileno, en la gran depresión entre la Cordillera de los Andes y la Cordillera de la Costa. Las precipitaciones medias van de los 300 mm., al norte, a los 730 mm., al sur de la región. Los riegos de apoyo son necesarios de Noviembre a Mayo.
Los mejores viñedos se encuentran en el Valle del Maipo, justo al sur de Santiago, que produce los mejores tintos. Otras zonas de cultivo de variedades tintas son Pomo, al oeste de Rancagua; Nancagua, cerca de San Fernando; Lontuó y Molina, al sur de Curicó; y Tauca, aun más al sur. El Valle del Aconcagua es una región apartada del resto que se encuentra al norte de Santiago. Los viñedos de Panquehue fueron en su día de los más grandes de Chile, pero hoy el 80% de la producción se dedica al cultivo de uvas de mesa para exportación.
Entre las variedades tintas que se cultivan podemos encontrar Cabernet sauvignon, Cabernet franc, Merlot y Verdot. También hay pequeñas cantidades de variedades blancas, entre ellas Sémillon, Sauvignon blanc, Pinot y Riesling.
Dentro del Valle Central hay que distinguir cuatro regiones, que reciben el nombre de los ríos que las atraviesan. Asimismo, dentro de cada una de ellas se encuentran diferentes zonas que, enumeradas de norte a sur, son: Región del Aconcagua, Región del Maipó, Región del Rapel, y Región del Maule.
Por la proximidad de los Andes, con picos cubiertos de nieve incluso en verano, bolsas de aire frío descienden hasta el Valle Central durante la noche, por lo que, aunque se alcancen temperaturas diurnas de 30-35°C, estas descienden a unos 10-15°C durante la noche. Otro factor de importancia es la Corriente de Humboldt que lleva tierra adentro aire frío del océano Pacífico, moderando así el calor del verano. La corriente es más pronunciada en las zonas Centro Sur y Sur, donde la Cordillera de la Costa es más baja que en la Zona Central, en valles anchos que miran al mar, como el del Aconcagua.
La práctica ausencia de lluvias o nubes durante el período de desarrollo vegetativo del viñedo, e, incluso, durante la vendimia hacen que el número de horas de sol sea especialmente elevado, lo que influye decisivamente para alcanzar una perfecta madurez de las uvas. La pluviometría varía desde los 300 mm. en el norte del Valle Central hasta los 730 mm. en el sur, cantidad a todas luces insuficiente, por lo que es necesario regar los viñedos. Esto no representa ningún problema por los innumerables ríos que fluyen al Océano Pacífico desde la cordillera de los Andes.

Viticultura tradicional

La viticultura aun refleja los métodos empleados en Burdeos a mediados del siglo XIX, introducidos por los enólogos traídos desde Francia para controlar las plantaciones de viñedos de la época. Estos métodos alternan con otros introducidos tanto anteriormente, por los españoles, como posteriormente, desde Argentina o California. Es, por ejemplo, frecuente encontrar en los viñedos cultivos con diferentes variedades entremezcladas en las proporciones que deberían encontrarse posteriormente en los vinos. Así, por cada planta de Sauvignon blanc encontraremos dos de Sémillon; o, en el caso de los tintos, la Cabernet sauvignon junto a la Merlot. En las plantaciones modernas, sin embargo, se suelen establecer la variedades por parcelas diferenciadas para luego, si es el caso, proceder a su posterior coupage.
La mayoría del viñedo está cultivado en espaldera, de influencia bordelesa, y las cepas pueden medir desde los 80 cm. de altura a los 2 m., con rendimientos variables desde los 10.000 a los 20.000 kg./ha. La densidad de plantación tradicional era de 6.000 a 10.000 plantas por hectárea, pero los chilenos, influenciados por los californianos, han reducido las densidades de 3.000 a 5.000 plantas por hectárea, al haber adecuado la anchura de las calles a tractores de gran tamaño.
La espaldera ha sido frecuentemente sustituida por patronales (de influencia argentina) con lo que se logra aumentar los rendimientos hasta alcanzar de 400 a 500 hl./ha. Se han podido apreciar disminuciones de la calidad de los vinos resultantes, principalmente por conferirles gustos vegetales indeseados. Por ello, las uvas procedentes de patronales alcanzan precios menores que las cultivadas en espalderas.

Miguel Torres
Cultivo ecológico

La bodega del español Miguel Torres revolucionó la viticultura chilena invirtiendo en terrenos y moderno equipamiento tecnológico, justo cuando, a finales de los años setenta, el sector vitivinícola estaba en crisis. No fue la única pero sí la primera, y contribuyó a dar un importante giro al sector, entre otras cosas porque sus vinos fueron orientados claramente hacia la exportación. La empresa tiene una propiedad de 230 hectáreas en la zona de Curicó. La producción anual es de 8.000 hectolitros, y apuesta por los blancos jóvenes, frescos y afrutados. Gracias a la dirección del enólogo español Fernando Almeza Ollé, es una de las pocas bodegas que aplican criterios ecológicos en el cuidado de los viñedos. Las etiquetas artísticas, sobre pinturas de August Rosell, sugieren la personalidad de sus vinos

Viña Cánepa
Siempre en vanguardia

Se trata de una de las más modernas bodegas de América del Sur. Fundada en 1930 por José Cánepa, un emigrante italiano, ostenta el mérito de haber sido la primera gran bodega chilena que invirtió en tecnología avanzada, utilizando el acero inoxidable y la temperatura controlada. Actualmente posee una propiedad de 460 hectáreas con diversos viñedos situados en la región de Maipó, cerca de Santiago, y, más al sur, en Curicó y Lontué, región de Maule. Dedicada inicialmente a la producción de grandes cantidades de vinos de mesa, hoy ha modificado totalmente su línea, mejorando notablemente la calidad. Los blancos, entre los mejores del país, disfrutan todos de una excelente relación calidad-precio.

Viña Porta
Excelente chardonnay

Poco, pero bueno, parece ser la máxima de esta bodega, una de las más recientes de Chile. La producción, orientada hacia la exportación, se concentra de hecho en solo dos tipos de vino: Chardonnay y Cabernet sauvignon. La empresa posee 70 hectáreas de viñas en la región de Rapel, en el valle del río Cachapoal. Aquí se vinifica la uva de propiedad y la adquirida en otra famosa zona vitivinícola, el valle del río Maipó, de donde procede en particular la destinada a dar vida a uno de los mejores Chardonnay de Chile.

Viña Concha y Toro
Cantidad y calidad

Es la mayor bodega chilena, tanto por la superficie cultivada como por su producción. Fundada en 1883, posee viñedos en diversas regiones y produce todos los tipos de vino: desde los de mesa, a granel, a los monovarietales para el mercado internacional, entre ellos Don Melchor, considerado entre los mejores Cabernet de Chile. La empresa ostenta el liderazgo del mercado nacional, donde vende el 90% de sus productos, mientras que el resto es exportado con la etiqueta de la bodega y con otras creadas a propósito. A partir de 1980 comienza la modernización de las instalaciones con la introducción de nuevas técnicas de vinificación, una operación aun en curso. Bajo la dirección de Goetz von Gersdorf, enólogo jefe, y la asistencia de expertos de Burdeos, Concha y Toro ha seguido diversos criterios de producción: cantidad, cuando se trata del mercado nacional, y selección, mas control riguroso para los productos destinados a la exportación.

Viña Los Vascos
La invasión francesa

Desde hace unos años Los Vascos se encuentra en boca de todos gracias al barón Eric de Rothschild, quien a finales de 1880 adquirió el 50% de la propiedad y procedió a la primera inversión francesa en Chile. Rothschild decía entonces: “Creo que en Chile se pueden hacer grandes vinos, y tengo la certeza de que dentro de cinco o seis años elaboraremos un reserva Los Vascos de calidad excepcional”. No cabe duda de que algunos vinos de la bodega son excelentes. Las 200 hectáreas de viñedo de Viña Los Vascos se encuentran en la región del Maule, cercana a la costa, 250 kilómetros al sur de Santiago. Los viñedos tienen una edad media de 35 años, aunque para lo restante se han introducido importantes novedades, especialmente en lo que respecta a la dirección, podadura y control de las vides, con un particular cuidado por la reducción de la densidad. El director técnico de Château Lafite, Gilbert Rokvan, y el enólogo chileno, Fernando Ureta, han sido la pareja ideal para el desarrollo de esta fase, que culminará en la elaboración de grand crus.

Viña Concha y Toro
Cantidad y calidad

Es la mayor bodega chilena, tanto por la superficie cultivada como por su producción. Fundada en 1883, posee viñedos en diversas regiones y produce todos los tipos de vino: desde los de mesa, a granel, a los monovarietales para el mercado internacional, entre ellos Don Melchor, considerado entre los mejores Cabernet de Chile. La empresa ostenta el liderazgo del mercado nacional, donde vende el 90% de sus productos, mientras que el resto es exportado con la etiqueta de la bodega y con otras creadas a propósito. A partir de 1980 comienza la modernización de las instalaciones con la introducción de nuevas técnicas de vinificación, una operación aun en curso. Bajo la dirección de Goetz von Gersdorf, enólogo jefe, y la asistencia de expertos de Burdeos, Concha y Toro ha seguido diversos criterios de producción: cantidad, cuando se trata del mercado nacional, y selección, mas control riguroso para los productos destinados a la exportación.

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