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Mucho más que Toro

  • Redacción
  • 2003-10-01 00:00:00

La emblemática Colegiata de Toro es la imagen de esta histórica bodega, fundada en 1942, y ya por entonces sustentada en una larga experiencia vitivinícola, la que enseñaba el trabajo diario a cualquier campesino laborioso de la región. Esa veteranía, siempre importante, cobra aquí un peso muy especial porque supone haber protagonizado una evolución ejemplar de la viticultura y la enología. La imagen actual de la D.O. Toro y la realidad que se refleja en las copas se han transformado, en el último decenio, hasta convertir estos pagos en tierra de promisión a la que acuden los más preclaros bodegueros desde zonas tradicionalmente más prestigiosas, la vecina Ribera, la eterna Rioja. Son la confirmación de que la fe, la visión y la labor de los Fariña -ellos, que siempre estuvieron allí- no han podido ser más acertadas. Y que su paciencia y su tenacidad han dado abundantes frutos. Sin alharacas, sin reposo, Manuel Fariña y su hijo Bernardo, el enólogo de la casa, han renovado las instalaciones de Toro con criterio eficaz y con excelente gusto, y han abierto una nueva vía para desarrollar con calidad impecable el que se califica como Vino de la Tierra de Castilla y León, en Casaseca de las Chanas, con los dulces Valderreyes y el Dolfos, de Tinta del País -la Tempranillo castellana-, con la garantía de una tierra idónea, la Zamora del pan y del vino. Lo último, el proyecto inmediato es poner en pie un sueño, el homenaje a la cuna familiar, a su pasado vitivinícola, en una de las villas más hermosas de la región vecina, Fermoselle, con un sorprendente microclima mediterráneo, un regalo para las uvas y un reto para la bodega. Y es que esta casa pionera no está dispuesta a dormirse en los laureles de su éxito, de su prestigio. Por talante personal, por responsabilidad profesional y hasta por puro placer, los Fariña siguen investigando, experimentando y perfeccionando. Así, la bodega de Toro ha crecido, inaugura un nuevo edificio, un prodigio de altos y ligeros muros, de robustas y nobles maderas, vigas, vanos, claroscuros. Ha crecido manteniendo el equilibrio y la estética de toda la instalación y, lo que es más sorprendente, sin intención de aumentar la producción, algo más de un millón de litros, la selección de 200 has. de viña propia, alguna muy vieja, centenaria, prefiloxérica, dedicada al Gran Colegiata Campus, y el resto que ha cumplido como mínimo 17 años de edad. No saldrá de allí más vino sino, si fuera posible, mejor y más acabado. Mejor, gracias a ir sumando y renovando 2.000 barricas de roble americano y francés y grandes tinos de madera para elaboración, para la fermentación maloláctica. Tinas de 15.000 litros que recuperan la más antigua tradición y que aportan la viveza de la madera al vino que gestan. Más acabados, porque los hábitos de este país no pasan por guardar el vino en bodegas domésticas o de restaurante para que se repula hasta su mejor momento sino, al contrario, comprar las botellas para beberlas o servirlas casi inmediatamente. Por eso Fariña ha decidido hacerse cargo de ese ciclo hasta el final y ofrecer sus vinos perfectamente educados en botella, capaces de sentarse a la mesa inmediatamente, con delicadeza, y cumplir con creces su misión que es, no hay que olvidarlo, regalar gusto, aroma, sorpresa… Placer, en una palabra. Toro se ha transformado, Fariña ha sabido sacar y expresar lo mejor de la tierra, del duro clima, de la uva generosa y potente. Y aún promete mucho por descubrir. Bodegas Fariña Camino del Palo s/n. 49800 Toro (Zamora) Tel. 980 577 673 Fax 980 577 720 www. bodegasfarina.com E-mail: comercial@bodegasfarina.com

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