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Cuando el vino es una fiesta

  • Redacción
  • 1998-02-01 00:00:00

Como en todo el mundo, las furias y caprichos del Niño transformaron los soleados veranos violentos de las playas argentinas. Pompeya y más allá la inundación, los versos del tango famoso (Sur) más verdadero que nunca.
De todos modos los argentinos deprimidos (como los llama Vázquez Montal-bán en su libro Quinteto de Buenos Aires, best seller en esta ciudad a cuyos habitantes les encanta que les hablen de ellos) siguen invadiendo las playas orientales (punta del Este), las nacionales (Pinamar y el bosque mágico junto al Atlántico en el lujoso Carilo) y Mar del Plata, que fue durante décadas el lugar donde veraneaba la aristocracia argentina hasta que devino muy popular, por el éxodo de esa clase hacia la glamurosa Playa uruguaya de Punta del Este.
Ahora se construyeron hoteles de cinco estrellas, volvió desde el año pasado el Festival Internacional de Cine y crecen como hongos las propuestas gastronómicas modernas con restaurantes de comida italiana mediterránea (el excelente Pepe Nero), lugares temáticos, como el del tenista Guillermo Vilas, quien narcisísticamente construyó su propio museo gourmet del nuevo Sheraton y del Costa Galana, los dos cinco estrellas marplatenses.
Este año, por primera vez, se organiza en un enorme y cuidado chalet tipo Tudor, Villa Gainza Paz, una fiesta del vino que dura hasta el 15 de Febrero, con la presencia de importantes bodegas mendocinas (La-garde, Navarro Correas, Norto y Trapiche), entre otras con degustaciones, cursos de cata y eventos culturales-gastronómicos-enológicos relacionados con el vino y el champaña. Entre ellos, un espectáculo con el célebre dúo, tanguero, Salgán-De Lio.
Los argentinos somos compañeros recalcitrantes y, desde los años 20, cuando las vacas eran gordas y el champagne el verdadero de Reims, los tangos que mentan al champagne son innumerables; “ Méta champán, que la vida se te acaba...” cantaban insensatamente las muñecas bravas en los cabarets de los 30. Otra tanguera célebre, bien conocida en Europa, Susana Rinaldi, también honrara a las burbujas junto al mar y los acantilados.
El aumento del consumo del champaña en la Argentina fue impresionante: 200% desde 1.991. Los espumantes argentinos están alcanzando una identidad tan fuerte como el cava, en España, aunque, a diferencia de éste, se sigan utilizando los cepajes clásicos, Chardonnay y Pinot Noir.
Este año hubo novedades, ya mencionadas en esta columna de Vinum: la aparición, finalmente, del excepcional champaña de Casa Nieto y Senetier y el lanzamiento del Barón B Rosé. El rosé nacional tuvo hasta ahora mala imagen, se lo asociaba con tías y casamientos barriales, dulzón y vulgar. Con el auge de la importación y la pasión viajera de los argentinos, estos descubrieron que el Rosé es moda. El Barón B., seco y muy bien estructurado, tuvo un éxito inmediato.

Una copa Riedel para
el Malbec

Acaba de visitar la Argentina el austríaco Georg Riedel, el prócer de las copas. Su representante en Argentina, Ricardo Santos, ex dueño de Bodegas Norton, que nuevamente hace una incursión en el mundo del vino con su notable Malbec, llamado El Malbec de Ricardo Santos, le organizó la gira en Buenos Aires y Mendoza. La aparición de Riedel por estas tierras se debe al apogeo del Malbec argentino en el mundo. Se trata de encontrar la copa perfecta para el cepaje argentino. La casa Riedel fue la primera en descubrir la influencia del diseño y tamaño de las copas para la apreciación de diferentes vinos y espirituosos.
No era tarea fácil, pero este año se lograron las primeras aproximaciones al ideal platónico para el sabor y los profundos aromas del Malbec argentino, el mejor del mundo. Riedel se entusiasmó con el Malbec de Finca La Anita, que se le sirvió en un almuerzo con bodegueros en el restaurante Patagonia. En una degustación en el INTA de Mendoza (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) se hicieron rondas de degustación de excelentes Malbec anónimos, en diferentes copas. Por ahora, y por votación general, es la copa Vinum Syrah la más adecuada para el cepaje tinto. Solo por ahora se seguirá probando para que el morocho argentino tenga copa propia. Como dice Riedel, la vida es demasiado corta para beber buenos vinos en copas inadecuadas.

Colección Privada
de Navarro Correas,
elegido en NW York

El Comité Organiza-dor del Opera Ball de 1.998 eligió al Navarro Correas Colección Privada como el vino tinto que será ofrecido en forma exclusiva en la recepción y comida del 7 de Febrero en el Metropolitan Opera House. Desde 1969 el Opera Ball es uno de los principales eventos de la temporada. En esta ocasión, además de la recepción, la comida y el baile de Gala, Pavarotti y la soprano Ruth Ann Swenson lideran el elenco de la ópera de Donizetti L'Elisir d'Amore.
Además de la calidad, este vino elaborado con el mismo corte de los tintos de Bordeaux (Cabernet sauvignon, Merlot, Caber-net franc) lleva, desde hace años y en cada cosecha que se presenta al mercado, etiquetas ilustradas por los mejores pintores argentinos. La última pertenece al plástico Luis Felipe Noé, que acaba de ganar el premio mayor en la Bienal de Bodegas Chandon.
Los vinos de Navarro Correas son cada vez más apreciados en USA, la revista Wine Enthusiast en su edición de octubre clasificó al Chardonnay 1.996, lanzando ese mismo mes en el mercado interno, con la máxima puntuación (86) dentro de un “rating” de vinos argentinos. Tiene razón, la fermentación en roble no atenúa esos sutiles aromas a frutas del trópico de este blanco que se exporta con gran éxito a USA, Inglaterra y los países nórdicos.
Bodegas Etchart, en el camino de la excelencia.

La tradicional bodega salteña, en cuyo vino Premium, Arnaldo B., asesoró Michel Rolland, acaba de presentar sus dos líneas de exportación: Río de Plata y Cafayate, con etiquetas deslumbrantes y vinos espléndidos. Además del Arnaldo B., un tinto complejo y sabroso, de amplia base Malbec, la línea Cafayate tiene un Chardonnay fermentado en roble. Etchart, que ahora pertenece al grupo francés Pernod Ricard, acaba de ganar trece medallas en el concurso Vinandino, con prestigioso jurado internacional. Su Torrontés Cafayate, muy elegante, sin ese retrogusto amargo que caracteriza a la mayoría de los torrontés, esos exuberantes blancos argentinos, gana premios en cuanto concurso aparece. Especialmente británicos y escandinavos se deslumbran con estos profundos aromas a duraznos y a rosas. Los argentinos no aprecian demasiado sus propios Torrontés porque los encuentran difíciles de combinar con platos, y por su pasado poco glorioso de vino regional. Un consejo para viajeros: pruebe Torrontés salteño con empanadas picantes bajo el cielo de Cafayate, con música de bagualas como fondo. Descubrirá el alma del Torrontés.

Clericó, una pasión
nacional

Equivalente a la sangría española, pero menos rústico, el clericó, vino blanco seco con todas las frutas del verano y hielo, aparece en playas y restaurantes durante la temporada. El Chenin argentino -para algunos expertos extranjeros, como los franceses Lurton, por ejemplo, mucho más interesante que el del Loire- y el Torrontés son indicadísimos para mezclar con duraznos y frutas rojas. Este año comenzó la moda del clericó rosado. El Calvet Rosé y el Septiembre de Trapiche son los preferidos. En Chile se hace algo parecido (borgoña, vino tinto con frutillas o vino blanco con chirimoya). Lo curioso con estas mezclas es que acompañan todos los platos: desde asados o pizza hasta pescaditos fritos. Se los ve en la discoteca, en los almuerzos playeros y en las casas. En general nadie usa un vino caro para estas frivolidades del verano pero, desaparecidos casi por completo los vinos de mesa, se pueden encontrar en el mercado vinos finos con excelente relación calidad precio, que apenas alcanza a los 3 $USA y aún menos.

Divina Buenos Aires

En muy poco tiempo se inaugurará este complejo en Puerto Madero, los antiguos dock reciclados junto al Río de la Plata, que ha necesitado una inversión millonaria. Cuatro restaurantes, discos, club privados, espectáculos culturales y una sucursal de Planet Holywood formarán parte de Divina Buenos Aires, con curiosa arquitectura de dimensiones elefantiásicas.
También junto al río está Tago Mago, un sitio inventado por el inteligente chef Alonso Valledor, con reminiscencias fellinescas. Platos de la cocina mediterránea se saborean junto a un espectáculo constante pero apenas insinuado, a cargo de mozas y mozos estudiantes de teatro. Un ámbito romántico, poético, divertido y moderno donde se come casi con los pies en el río color de león que a veces muestra sus encantos y los platos son servidos por trapecistas. Por suerte, con el vino no se realizan malabarismos.

Para conocer los
vinos argentinos

Acaba de aparecer, y ya se consigue en las librerías de Buenos Aires, el Manual del Degustador Inteligente, una Guía para orientar a consumidores desorientados frente a una oferta cada vez más variada. Escrita en un estilo desenvuelto, sin hermetismos y con humor, tiene un capítulo dedicado a las bodegas argentinas, con la historia y las particularidades de cada una de ellas, y una descripción de cada uno de sus vinos. Este pequeño manual, de diseño astuto, con tapa de corcho, tiene una sección muy útil a la hora de las angustias electivas en el restaurante o en las góndolas del supermercado. El índice incluye lista de vinos y sus armonías con diferentes platos, los mejores vinos en la relación calidad precio y otros items igualmente prácticos. Espe-cialmente recomendable para los viajeros que llegan a este sur, antes lejano, donde los vinos, como Gardel, cada vez cantan mejor.
Elisabeth Checa

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