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Palabra de enólogo: Carlos Lozano Pérez,

  • Redacción
  • 2006-09-01 00:00:00

Siguiendo el rastro a la Malvasía En junio de 1989 entré a trabajar en Llanovid,S.Coop.Ltda; más conocida por Bodegas Teneguía. En esa misma cosecha nos planteamos elaborar monovarietales y ver su potencial enológico. Esta bodega (situada en el cono sur de La Palma) comenzó la elaboración de los blancos a base de las variedades de Bujariego – Albillo – Gual – Sabro – Listán – Malvasía, y tintas a de base Negramoll, aunque en los últimos años ha habido un aumento creciente del rescate de variedades ya casi extinguidas como la Bastardo, la Baboso y la Castellano. Con todas estas variedades la bodega posee un abanico de 15 tipos de vino diferentes. Dicho de esta manera parece fácil, pero han sido 17 años de trabajo e investigación para ver lo que da esta tierra y estas variedades arraigadas desde el siglo XV en unos terrenos aparentemente estériles pero fértiles en realidad. La verdad es que todos los vinos son interesantes, pero uno de ellos lo señalaba todo el mundo, viticultores, cosecheros, clientes, comerciantes, curas, etc.: era el Malvasía. Pues fue así de simple, me puse manos a la obra, junto con mi compañero de bodega Francisco Camacho, y consultamos a los bodegueros de la zona sus elaboraciones y sobre todo en qué estado se recogía la cosecha. Generalmente los más viejos del lugar hacían una vendimia tardía, con pasificación en la planta. Para obtener resultados idóneos hay que recoger sólo los racimos muy maduros, con más de 18º Beaume, por lo que hay que pasar tres o cuatro veces por la misma cepa. Fue a partir del año 1989 cuando sacamos el primer Malvasía naturalmente dulce. A partir de aquí, y año tras, no he parado en la búsqueda de ese Malvasía perfecto, es una utopía, pero ayuda mucho a no parar. Y por eso hemos envejecido Malvasía en botella, hemos hecho reserva (pasado por roble francés y mucha botella) y en los últimos años hemos buscado la botrytis, con resultados muy interesantes. Tenemos claro desde los inicios que queremos mantener unos vinos diferentes, atípicos, pero por encima de todo, correctos. La personalidad ya se la da cada variedad, suelo, microclima. Pero es la Malvasía la que más expresa (en la uva, mosto, vino) todas estas cualidades, tanto en su juventud como después de una buena evolución. Creemos que es un vino dulce muy importante para el patrimonio enológico nacional, y que es necesario mantenerlo vivo en Canarias. El camino no ha hecho más que empezar, pues nos quedan muchos desafíos, como la viticultura, la investigación. Y las características que debe tener una Malvasía naturalmente dulce que represente, que marque realidad y veracidad de algo propio de estas Islas, porque actualmente la mayoría de lo que se vende como Malvasía no representa en absoluto lo que debe ser un Malvasía recogido con más de 18º Beaume, con altas horas de insolación, elaborado con paciencia. La continuidad y la innovación no son excluyentes. Por eso voy a seguir probando diferentes elaboraciones y trabajando. Seguirle la pista a estos vinos es fundamental para ver cómo maduran. Ya este año he comenzado la elaboración de un Negramoll naturalmente dulce, que puede ser muy interesante, pues se le ve andar muy bien. Enólogo y técnico especialista en viticultura. Escuela de la Vid y el Vino. Madrid, 1988. Desde 1989, Enólogo de Llanovid, S.Coop.Ltda. Trabajos de investigación y colaboración con la Universidad de La Laguna, La Fundación Alhóndiga y para el Instituto Canario de Calidad Agroalimentario. Es miembro de la Unión Española de Catadores (UEC).

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