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Ríos de Vino V. El Ebro

  • Ana Lorente
  • 2008-06-01 00:00:00

Desde Cantabria hasta el Mediterráneo, en Tarragona, el viaje del Ebro, que da nombre a Iberia, es variopinto, y en gran parte de su recorrido tan vinícola que merecería rebautizarse como río Ebrio. A su cuenca se asoman un chacolí incipiente, las tres Riojas, Navarra, Campo de Borja, Cariñena, Terra Alta, Priorat y Montsant. Un símbolo de todo lo que la mano humana ha plantado en sus orillas, incluso antes de ser plenamente humana. Ebro: El reflejo de Iberia El Ebro es, después del Nilo, el mayor río mediterráneo y, como tal, ha sido puerta de entrada de pueblos y culturas. Su cauce discurre a lo largo de más de 900 kilómetros entre yacimientos de fósiles antediluvianos, ruinas mozárabes o pervivencias romanas, pespunteado por bosques cerrados, dramáticos cortados de roca, pueblos amenos, villas poderosas y sedientos desiertos de Cantabria, Castilla y León, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña, además de regar dos capitales de provincia, Logroño y Zaragoza. El Ebro, vero padre de Iberia, es el referente de la memoria de ruinas olvidadas y batallas inolvidables. Sin entrar en disquisiciones puntillosas sobre su origen o sobre la primacía del Híjar, repetimos de carrerilla, como la cantinela colegial, que el Ebro nace en Fontible, entre chopos que sombrean respetuosos, amables, su primer remanso, un poco descuidado, decadente, como si desde hace mucho nadie se preocupara de acicalarlo sino exclusivamente de los intereses que a diario lo convierten en noticia, en lucha de poder económico y político. Idéntico reflejo de Iberia desde tiempo inmemorial, agua que lava la sangre de algunos de los combates más cruentos de la historia de España, desde la llegada fluvial de normandos y romanos a la salvaje batalla del Ebro, en la que las tropas sublevadas arrasaron a los defensores republicanos aragoneses en 1938. El caso es que allí mana, a dos pasos de Reinosa, venido de las nieves y arropado por un par de acogedoras casas rurales y un hermoso restaurante con dos geniales reproducciones de ese paisaje. En la mesa el cauce lleva desde el cocido montañés de aquí hasta el arroz con langostinos del delta, a través de truchas, cangrejos, patos y una panoplia de verduras. El cocido es de alubias blancas y berza, con todos sus sacramentos, y comparte mesa con terneras, novillas y estofado de corzos de caza. En Fontibre, que es Campoo de Suso, una casita rodeada de verde sirve de Centro de Interpretación del Ebro, con una visita virtual que puede orientar, como aperitivo de lo que se encontrará en los 900 kilómetros de recorrido, la naturaleza, la historia, la economía, la vida... Aún en plena infancia, el río se refrena en el Embalse del Ebro, que fue obra original y modelo para el mundo, un macropantano para compensar la irregularidad anual del mayor río mediterráneo después del Nilo. El proyecto es de 1913, pero no empezó a llenarse hasta 1948. Ya mucho antes, el río fue protagonista de obras de transporte y regadío, navegable en la era antigua y represado en el medievo, la herencia romana y árabe deja en sus orillas acequias y canales. La carretera que rodea el embalse, a pesar de ser casi impracticable por las obras, hay que recorrerla al detalle, con la misma placidez con que sobrevuelan las rapaces o la yegua amamanta a su potrillo en el pasto del margen. Con el silencio del campanario semihundido o, a lo sumo, con el ritmo entrañable del trenecito que llanea sobre el agua en Villanueva y las Rozas. En Corconte, en Campoo de Yuso, el Centro de Interpretación del Embalse exhibe las maquetas originales de Lorenzo Pardo y muestras audiovisuales de la riqueza de flora y fauna que convive en sus márgenes. En un extremo, Reinosa bajo las alturas de Peña Labra y sobre la calzada romana que lleva a las ruinas y museo de Julióbriga. Después de la presa, hacia los valles, el río se anima, somero pero alegre bajo la espadaña de Bustasur o junto a la carretera bordada de retamas hacia Aldea de Ebro. En la otra orilla, hasta donde alcanza la vista, un intrincado bosque salvaje permite olfatear, sin mucha imaginación, el rastro del oso. La GR 99, la gran ruta internacional de caminantes que va jugando con la histórica del Camino de Santiago, no se arriesga en el monte espesísimo, pero sigue la senda de las magnificas espadañas, de casas fechadas en el dintel de piedra. A propósito, en La Puente del Valle se ha montado un revelador centro de interpretación de la piedra en seco. Un entrañable análisis de lo que ha sido la base universal de la construcción: las manos y las piedras, sin más ayuda ni argamasa. El centro reúne maquetas de los más espectaculares edificios creados con esa técnica en Galicia, La Mancha, aquí en Cantabria o Castilla y también en Francia o en Italia, desde los simples muros a refugios pastoriles o viviendas temporeras. Polientes se asoma al agua con un parque hermoso, bien aprovechado, con represas cantarinas, islitas, espacios de picnic y reclamo para pescadores. En el pueblo se ha restaurado el Viejo Cuartelillo y en las afueras el Molino para convertirlos en cuidados alojamientos. En el molino se reúnen grupos activos , ya sea para estudiar español, hípica o cocina. En el centro, a pesar de las herméticas ventanas, el día despierta con el canto de las gallinas de Tudina, que en medio del pueblo cultiva una deliciosa huerta y cría flores en toneles de vino que le trae su hijo del trabajo, de una bodega en La Rioja. Es la primera imagen del vino junto al río. La segunda será también espuria. En Montejo de San Miguel, cerca de Frías, ya en las Merindades burgalesas, Julio Alberto García, al frente de la Asociación de Amigos del Txacolí, lleva un par de años elaborando chacolí a base de unas viñas nuevas. Aún no se comercializa, mientras va mejorando en cada vendimia. Entre ambos, un desfile de iglesias rupestres, desde el tétrico y sencillo zulo de Cadalso hasta las que se salpican por Valderredible, que cataloga y cuida entusiasta Don Bertín, cura de San Martín de Elines. En el pequeño claustro de su parroquia ha reunido media docena de pilas bautismales de los alrededores, de las más de 30 capillas románicas desperdigadas o abandonadas en la zona, para que no sean expoliadas. Sin duda la Colegiata de San Martín es la pieza principal, con un ábside perfecto por dentro y por fuera, una rica colección de canecillos, una airosa torre cilíndrica e iconos que milagrosamente conservan la policromía desde el siglo XII, aunque la construcción es anterior. De allí a las cascadas de Orbaneja el río es un generoso vedado de pesca y de cangrejos , y en plena primavera un desfile de uniformes de pescador, monos hasta el pecho, botas hasta las ingles y en el cesto alguna preciada presa. El paisaje en torno a Orbaneja es un alto farallón que parece haber sido horadado por brujas gigantes, un encaje de piedra que enmarca en sus orificios algodonosas nubes viajeras. Desde allí la tierra se allana hasta Escalada con su humilde museo medieval y una amena zona de picnic junto al lavadero. Aquí, antes de cruzar el puente de piedra, la GR se adentra por un camino imposible, con el río a un lado y el canal a otro hasta que, ágil, lo cruza en un milagroso acueducto de hierro que lleva el agua hasta la central hidroeléctrica, más adelante. Desde allí, aunque en teoría es camino de Pesquera, hay que seguir a pie, o regresar a buscar la carretera. A mitad de trayecto, el balneario de Valdelateja es refugio de relax, salud y estética. pero quien busque emociones más fuertes puede descender en rafting el impresionante cañón del Ebro con un alto para disfrutar en los restaurantes de los alrededores de las Jornadas Gastronómicas de las Merindades a base de truchas, caracoles y setas de primavera. El agua se adivina muy abajo en el corte casi vertical de Montelarra. Sólo los buitres se aventuran. Hasta avistar Frías y su impresionante puente con una torre central de protección y peaje. El pueblo es precioso y cuidado, presidido por el castillo y la iglesia enclavados en dos riscos como nidos de águila. Los alrededores son pueblos de repoblación como Quintana María, con sus tumbas talladas en piedra, o centrales eléctricas que el Ebro alimenta, como la de Quintana Martín, o refresca, como la nuclear de Santa María de Garoña. Y en el embalse de Sobrón dice adiós Castilla y por túneles que salvan la orilla de piedra llega Euskadi, la Rioja alavesa. La Rioja, el Ebro huele a vino Los ríos en España son accidentes. Unos porque sólo surgen dramática o erráticamente, otros porque fueron un obstáculo en el camino, donde lo importante, lo que cobra valor histórico, son los puentes, no el agua. Y otros más porque, sin agua o con escaso flujo, no se consideran sino raquíticas mangueras de riego o vergonzosos basureros, en todo caso, agua utilitaria, no fluido de amor y belleza, y por eso amados, cuidados, preservados. En esta serie, en la que llevamos recorrida media docena de los cauces grandes, sacamos la conclusión de que los pueblos españoles viven de espaldas al agua. Lejos de la humedad y sus peligros. Sólo los molinos se acercan al curso, sin remedio. Cuando el Ebro se adentra en La Rioja, por Las Conchas, comienza su trayecto vinícola. Lleva 200 kilómetros cuando nutre el balneario y parte en dos Miranda y se asoma a las canteras de balastro en Las Conchas. De ahí en adelante, hasta el mar, riega uvas variopintas y archifamosas de nueve Denominaciones de Origen, y cerca del cauce, cereales, fruta, pastos, arroz… Pero son pocas las villas, como Zaragoza, que asoman su plaza y sus monumentos a rendir pleitesía, a contemplarse en sus aguas. Briñas, en La Rioja, es una de esas privilegiadas, y desde ahí emprendemos el camino por el Ebro vitivinícola, el río que merecería rebautizarse como Río Ebrio. El amanecer en Briñas es de una placidez que no parece de este mundo. Sólo los patos ruidosos se desperezan, chapoteando, peinándose sobre la piedra del embarcadero frente a un banco de encaje de hierro, el mejor mirador, sólo superado por el campanario desde el que curiosean las cigüeñas. Muchas casas se restauran, al ejemplo del caserón que hace años se convirtió en la Hospedería de Briñas, con la espléndida terraza donde la nieve alcanza medio metro en invierno o donde la lluvia de otoño marca el ritmo del silencio, cuando las viñas ya vendimiadas lucen un rojo escandaloso. Camino de Haro la carretera nueva permite la perspectiva del puente medieval, aun en uso, que conduce al Camino de Carrabriñas y al primer espectacular meandro. Hasta allí el río corre fronterizo entre tierras de Castilla y de Álava, pero en cuanto se adentra en La Rioja y en el escaso desnivel que lo lleva a Logroño, se entretiene en vueltas y revueltas y dibuja llanos circulares, casi islas, como el que ocupa Viña Tondonia, que fue un intento de concentración para poner en pie el concepto de château. Al final la bodega está en Haro, en el archifamoso Barrio de la Estación porque el vino viajaba en tren, no por el río. Probablemente sea la única bodega que tiene en nómina a un antropólogo, como Luis Vicente Elías, y en su misión de conservadores de la memoria están reuniendo documentación sobre los lagares de piedra que siglos atrás jalonaron las riberas dentro de un proyecto más amplio, un atlas de cultivo del viñedo en España. La imagen, el símbolo, de los tiempos dorados de la villa se conserva en forma de sólido edificio de piedra junto a la plaza rotulado como Banco de España. Sólo Haro y Sabadell, uno por el vino y otro por la riqueza de su industria textil, han sido sedes del banco emisor fuera de las capitales de provincia. Allí se apiñan las bodegas clásicas, aunque no inmutables. Rioja Alta ha estrenado nueva imagen, magníficos salones revestidos de madera, puntillosamente analizada para evitar cualquier contaminación a las barricas y en definitiva al vino que duerme al otro lado de las cristaleras. La tarjeta de visita es la tienda, muy original, gris y en sobrios tonos oscuros, alternando maderas, acero y cristal. La barra ondulante de vidrio luminoso reproduce la imagen histórica del logotipo de la bodega y sus etiquetas, dibujada en 1890, una curva del Oja, el afluente del Ebro que da nombre a La Rioja, flanqueado por cuatro arbolitos. Su pasado está también flanqueado por hitos pioneros. Hace 30 años inauguraron el concepto de Club de Cosecheros. Hace una década, importaron roble americano para nutrir su tonelería. Madera que se seca en el patio, sin prisas, como se cría el vino. La bodega ha extendido su experiencia a otras regiones y así, en un número anterior de Vinum, comentábamos la flamante Áster en la Ribera del Duero, junto a otra también riojana, Barón de Oña y los blancos de Rías Baixas en Lagar de Cervera. Son algo más que bodegas porque, con talante anfitrión, exquisito gusto y atención personal, las convirtieron en centro de reunión, de cata, de aprendizaje, y también en elegante alojamiento, con un comedor, junto a la rústica cocina. En fin, en experiencia vital inolvidable. Como inolvidable será también, si el proyecto, que está ya dentro del plan de dinamización turística de Haro, se pone en pie, recorrer desde aquí los meandros del Ebro hasta San Vicente. El primer embarcadero estará en la salida ribereña de un calado histórico de López de Heredia, de Viña Tondonia. El túnel flanqueado de barricas se prolonga 147 metros vaciados entre 1890 y 1892. Es una de las obras ciclópeas promovidas por Rafael López de Heredia, fundador de la empresa de comercio de vinos en 1877 y posteriormente de las viñas y la bodega familiar que ya cumplió su primer siglo como archivo vivo de la viticultura y la enología riojana y española. La zona más antigua del inmenso botellero, con casi 3.500 metros, se conserva cubierta con ese esponjoso moho que se encuentra en las bodegas de Tokay, una mantita blanda y protectora capaz de absorber humedad y devolverla cuando llegan los días secos. Y aquí y allá se conservan los utensilios que han hecho trabajo e historia. María José, representante de la cuarta generación, inagotable y vivaz, se muestra más racional que sus antepasados y aún ve con recelo la “locura” del barco de La Rioja, aunque salga de la puerta de su casa. El tiempo dirá. Por ahora las visitas se acercan a admirar en el patio una original solución arquitectónica que conserva su histórico stand de la feria de Bruselas de 1910, de sedas, espejos venecianos y maderas nobles, bajo un fanal vanguardista diseñado por la famosa arquitecta iraquí Zaha Hadid, que así permite lucir la frágil estructura en el exterior, como tienda abierta al público (ver portada). Otra familia que da nombre al vino del Barrio de la Estación son los vecinos Muga, desde cuya torre , inconfundible, emblema de la zona, se puede contemplar el cauce del río dibujado con tinta verde de chopos que en su día se tiñe de amarillo y refulgente luz. También ellos están a punto de estrenar tienda. Aún hay lámparas por desembalar y el aire huele, más que nunca, a madera reciente. Un olor bien característico en esta bodega que, haciendo oídos sordos a los cantos de sirena del acero, siempre ha seguido elaborando sus vinos en tinos de roble fabricados en su propia tonelería. Y así siguen. Para demostrarlo, un enorme camión descarga gigantescos tablones en el patio, que tendrán que curarse en este clima, lavarse con lluvia y secarse al sol hasta que hayan perdido los tonos vegetales y los taninos bordes, hasta que estén educados para ser barricas. Quizá se llenen con vino procedente de uno de los primeros viñedos que flanquean el Ebro, Baltracones, antes Bosque Pequeño. En realidad, la primera viña que mira el río, a este lado de los montes Obarenes, es Viña Paceta, de Bodegas Bilbaínas, y la segunda es la de los Muga, de tierra seca, una de las primeras de la casa. Jorge y Juan Muga son primos, los actuales representantes de las dos ramas de la bodega familiar. Torean al alimón, uno haciendo vinos, el otro en la brega comercial; uno defendiendo el tiempo en botella, el otro la moda americana de sacarlo pronto al mercado. Y desde siempre mantienen una entente ejemplar. Y enseñan su nuevo vino rosado o el de maceración carbónica con verdadero arrobo, como una pareja que presenta a su bebé robusto y guapetón. Y hablan de cómo se ha elegido el corcho de calidad y de lo que cuesta preservar lo que el pasado demostró como bueno, desde la imagen, la piedra, los oficios, las viejas viñas, la clarificación con huevo y la autenticidad de los sabores. Eso sí, en el catálogo, junto a las joyas de cada añada o los altos de gama que ahora reposan en una flamante sala de barricas de piedra siempre hay novedades, como ese potente rosado. En La Rioja se llega al vino por muy distintos caminos. Esta Rioja histórica procede de la herencia del gusto francés y del accidente de la filoxera que arrasó su viñedo. Es La Rioja de los bodegueros. Pero buena parte de la innovación ha venido de la tierra, del campo, del conocimiento y el mimo de la viña. La familia de Miguel Ángel de Gregorio llegó hace casi medio siglo de La Mancha a la bodega del Marqués de Murrieta, y él ha seguido ese camino, como Ingeniero Agrónomo y como curioso. Así se ha convertido en abanderado de la nueva Rioja y, aunque aún no ha puesto el punto final a la magnífica sede de su bodega, fundada en 1995, en Briones, sus vinos son la embajada de ese estilo, de la fuerza, la sutileza y las sorpresas extraídas de la uva, incluso el milagro que consigue con la Viura. La bodega es un sueño de 20 años, la restauración del Palacio de los Ibarra, fuera de las murallas. Una obra de ingeniero, más que de decorador, y eso se expresa en el rigor con que funde funcionalidad, ecología, estética y respeto a lo que fue, aunque parta de una pura ruina. Son 2.600 metros bajo el castillo que fuera la primera defensa de Castilla, presidiendo otro de los espectaculares meandros poblados de viña. Pero no defiende elaboraciones apabullantes, sino la filosofía del buen bebedor: “El vino es la más noble de las bebidas refrescantes, si pierde esa función, se equivoca”. Joyas para enoturismo Al otro lado del pueblo está la mayor atracción turística riojana, el Museo del Vino, y también la bodega Dinastía Vivanco, un proyecto en el que corren paralelas las actividades y los fondos culturales con una novísima bodega en evolución a cargo de Rafael Vivanco. Y ambas, espectaculares. El padre, Pedro Vivanco, es un entusiasta del vino y un amante apasionado de su tierra. Mientras desarrollaba sus tareas de discretísimo comerciante vinícola, secreto desfacedor de entuertos en las bodegas de la región, encontró las tierras privilegiadas donde hoy se asientan y fue reuniendo miles de piezas relacionadas con el vino, desde libros y documentos hasta prensas, sacacorchos, vasos, aperos, objetos etnográficos o decorativos y valiosas obras de arte. En los años noventa empezó a poner en pie su sueño en un vistoso edificio asomado a las más hermosas tierras altas de La Rioja. En el interior, vanguardista, se reúnen más de 10.000 piezas en un viaje por la historia, el arte y cada una de las labores relacionadas con el vino, de las más antiguas culturas a la actualidad. Cada espacio desvela un momento del vino: “Nacer, crecer, madurar”, “Guardar las esencias”, “La bodega: el sueño”, “El vino: arte y símbolo”, “Abrir, servir y beber”. Es decir, de la vid a la barrica, a las botellas, los corchos, las copas, su servicio, la cata, el disfrute y la inspiración que el vino ha supuesto en diferentes épocas del mundo que muestran hasta qué punto la vid y el vino han servido de inspiración hasta la magnífica colección de artistas como Sorolla y Picasso. Y todo ello sobre una bodega concebida para funcionar por gravedad y guardar en las mejores condiciones vinos que ya van por el mundo cosechando premios, como un personalísimo Graciano o el Cuatro Variedades. La carretera salta de Álava a La Rioja como en el juego de la Oca. Al fin y al cabo es el juego que refleja simbólicamente el Camino de Santiago, que atraviesa y ha dejado huella en esta zona. El ayuntamiento no permitió que superara la altura de la iglesia, pero la imagen de Riscal, la esculturarquitectura del canadiense Ephraim Goldberg, más conocido como Frank Gehry, se ha convertido en el faro que conduce a Elciego desde los más remotos puntos del horizonte. La bodega Marqués de Riscal es una de las más antiguas de La Rioja. Nacida en 1883, resulta aún más sorprendente el contraste con la vanguardista Ciudad del Vino que ha construido a su alrededor. Conserva sus reliquias, pero ha renovado su interior en busca de la máxima funcionalidad o, lo que es lo mismo, del mejor vino. Y a un costado, con la panorámica del pueblo, nació el hotel de lujo y el balneario que gestiona la empresa creadora de los Spa de Vino, la francesa Caudalie. Y un restaurante, en realidad dos – gastronómico y tradicional– que dirige un riojano de alcurnia, Francis Paniego, galardonado con una estrella Michelin en su casa familiar de Ezcaray, más cerca de la montaña que del río. Al frente, a diario, están dos entusiastas, Josep, en la sala, y el chef José Ramón Piñeiro, formado en el Echaurren y campeón de cocineros de La Rioja, que borda platos epatantes como el famoso huevo de Gehry o la cuajada de foie con caviar de vino tinto. Al lado de la histórica bodega cubierta de gloria y titanio, pequeños bodegueros como Florentino Martínez elaboran sus vinos tan acertadamente que todos los años se le acumulan los premios. Si el hotel está lleno no hay mas que acercarse a dos pasos, a Navaridas, para conocer una versión diferente de bodega enoturística. Es la casa rural Carpe Díem que regentan Elvira y Javier, de la bodega Guzmán Aldazábal. Media docena de habitaciones con diferente decoración, sencillas, encantadoras, con los balcones abiertos a las tejas y al canto de los mirlos. Entre sus vinos destaca un explosivo Graciano del que hacen sólo se 8.000 botellas a base de agricultura integrada y de mucho trabajo, de vendimias que se prolongan hasta mitad de noviembre para la malvasía tardía. El desayuno permite catar el aceite de su marca regando pan de pueblo, pues en los últimos tiempos ha revivido un horno. Sabrosa energía para subir a la iglesia, al espléndido panorama de los montes y las viñas. Desde Laguardia no se ve el río, pero como capital del vino y plaza fuerte medieval, encaramada en uno de los mejores oteros de La Rioja, es visita obligada, sea al Centro Temático del Vino Villa Lucía, al hotel bodega de Cosme Palacios, al restaurante del Castillo El Collado o, por supuesto, al pórtico de Santa María de los Reyes y alguna de las bodegas subterráneas del centro, como la que homenajea a su hijo genial, el fabulista Samaniego. Para buscar sus orígenes, la villa de Samaniego, el camino es ameno y al final flanqueado por la novísima y cristalina Baigorri a un lado y la clásica Ostatu al otro, en torno a un patio de esa característica piedra amarillenta y dulce. María Asun y su hermano Iñigo Sáenz de Samaniego, el enólogo, han pasado de hacer exclusivamente un vino de maceración carbónica a pulir los altos de gama en barrica de buen roble y a mimar las elaboraciones más exquisitas en un pequeño tino de 4.000 litros. Las uvas de sus 33 hectáreas cubren el 80% de su producción y se descargan desde el patio a cada depósito, sin bombas ni manejos, para respetar la esencia, la delicadeza, de la viña vieja. Así lo hace también en el centro del pueblo, al son del repique del vecino campanario, Remírez de Ganuza, un revolucionario que a base sus ingenios, como la prensa de bolsa de agua o maceraciones muy cuidadas, ha logrado situar su joven bodega en el podio de lo mejor de La Rioja. Claro que cuenta con inmejorables viñedos centenarios. Desde el patio se alcanza a ver la nieve que queda en Ezcaray, pero nuestro camino sigue al río, hacia Baños de Ebro, donde al pie del pueblo y a pesar de que el agua no tiene mucha caída, se está construyendo una inmensa central hidroeléctrica. El sol transforma el paisaje en esta primavera plenamente primaveral, loca y excitante. En Assa, mas allá de Laguardia, la carretera deja arriba el tino de Cune y lleva a Contino, muy cerca de la orilla del río, donde funciona la pequeña central eléctrica de El Cortijo, que ya viene a ser casi un barrio periférico a dos pasos de Logroño. Una de las viñas lleva el nombre de Lentisco, aunque sólo queda una mata de esa especia en extinción, y Jesús Madrazo, que es quien la cuida, explica como están realizando la labor de quitar los brotes que no van a dar fruto y roban vigor a la planta. Dejan dos yemas ciegas por si aún hiela –alguna vez ha helado hasta mediados de mayo– y hubiera que recuperar la planta. A la vez, y a lo largo de años, se marcan con cinta azul entre estas viejas cepas las más sanas, las más perfectas, para reproducirlas. Jesús, heredero de la sabiduría de su padre y de la experiencia en CVNE, es un enólogo curioso, experimentado, que actualmente se esmera en buscar un blanco con personalidad y calidad, con catas permanentes. Camino de La Ribera Pero aquí el campo, al cruzar la frontera, se convierte en ciudad, en Logroño, y uno de los mejores miradores para contemplarla es la bodega Juan Alcorta, sobre un cerro que domina los cuatro puntos cardinales y con una arquitectura que permite asomarse al paisaje, no sólo desde el comedor panorámico, sino incluso desde la espectacular sala de barricas. Logroño está regada por el agua del Ebro y casi más por el vino. Las ordenanzas del siglo XVI limitaban la circulación de carros para no perturbar el vino de las más de cien bodegas subterráneas. Hoy, por esas calles en torno a Portales y Laurel, lo que circula es la llamada Senda de los Elefantes, uno de los mejores recorridos de tapeo de España, que es mucho decir. Logroño es ciudad animada, y no sólo en las fiestas de la vendimia o a la hora del aperitivo, sino cada mañana, en el mercado, donde cuelgan tentadoras chacinas curadas artesanalmente en sal o en pimentón. Se asoma el río a un parque ameno y lo contempla desde dos puentes que son hitos de la evolución histórica, el de Piedra y el de Hierro, a ambos extremos de Ruavieja, que es Camino de Santiago. Quien busque dormir en una bodega la encontrará a sólo 15 kilómetros, en Casa del Cofrade de Albelda, donde Vinícola Real hace su 200 Monges y cuida 18 confortables habitaciones que le han valido importantes reconocimientos turísticos. Es primavera, tiempo de verduras en sazón, y a estas alturas el Ebro riega –literalmente– algunas de las mejores alcachofas, espárragos, acelgas, repollos… Las fiestas de la Verdura se celebran simultáneamente en dos villas emblemáticas de ese territorio indiferenciado de La Rioja y Navarra, con personalidad propia, La Ribera. En Calahorra, Chef Nino y su hijo Ventura celebran la XII edición, aligeran con ellas la contundencia de las tradicionales migas y, como guinda, las coronan con un meloso huevo elaborado a baja temperatura. Es sólo una muestra del menú gastronómico, 10 platos a cual mejor. Aunque para comer espárragos en todo su esplendor es mejor apuntarse al menú clásico, más reducido y también impecable. Esa combinación de clasicismo y vanguardia ha hecho de Ventura un campeón de helados en el reñido concurso italiano de Rímini, donde estrenó uno de pimientos a la altura del delicioso de remolacha que sirve de postre. En Tudela Ricardo Gil, de El Treintaitrés, inauguró estas Jornadas de Exaltación de la Verdura que ya cumplen 14 años promovidas por la Cofradía del Volatín. Al principio, los vecinos lo tachaban de chiflado si pensaba que alguien iba a comer puras verduras en un menú; hoy intentan reservar con un mes de antelación y, aun así, no hay plazas. Y es que las láminas de patata confitadas con aceite de codillo, con tallos de borraja y sus cremitas, merecen visita y loa, y son sólo un ejemplo de menú ejemplar. Las alcachofas las cultiva a las afueras Enrique Castell Ruiz, que es la más antigua empresa verdulera de la zona. Se queja de que los precios han bajado este año a la mitad para el agricultor, de un euro a 50 céntimos, y él necesita todo el año una gran plantilla para alternar alcachofa, guisante, brócoli y coliflor. La competencia viene de Ecuador, Perú, China..., pero las alcachofas de aquí son mucho mejores, crecen lentamente en 10 o 12 días y se hacen apretaditas, “todo corazón”. Enrique también parece todo corazón cuando defiende desde aquí el controvertido trasvase del Ebro pero, dentro de la comunidad de regantes, lo hace por lógica y razón, porque aquí llegan ahora 180 metros cúbicos por segundo, y el agua hay que aprovecharla. A lomos del río, a Navarra La aprovecha como juego personal un bodeguero imparable, Amador Escudero, que heredó de su padre, Benito, el arte del cava, el Dioro, y el amor a las viñas viejas de Grávalos. Ahora divide, o multiplica, su tiempo entre tres bodegas más o menos ribereñas –Escudero, Valsacro, en Pradejón, y Logos, en Navarra– y el placer de chapotear en el Cantares o el Alhama con su caballo. “En el Ebro no, es muy traicionero incluso en los remansos”. Las madres prohibían a los chiquillos acercarse a la orilla, y se respeta. El padre ha dejado su huella también, literalmente, en la cápsula del vino más preciado, el Arvum, que significa “campo sembrado” y se expresa complejo como tal, como la explosión salvaje de la fruta que refrena, con buen manejo de la rienda, la mano y el conocimiento de Amador. Ya en Navarra están los dominios de Chivite, bodegueros desde 1647, según un documento en la entrada de la segunda gran bodega, La Cascajera, inaugurada en 1872, donde nace el Gran Feudo. La obra más reciente es la preciosa bodega de Arínzano, donde se elaboran el Colección 125 y los vinos de pago. Si ésta de Cintruénigo es un hito urbano, como la torre de la iglesia, la otra es un château soñado, cuidadoso con el entorno, respetuoso con el paisaje según el diseño del arquitecto navarro Rafael Moneo. Pero entre las bodegas de la familia Chivite, la que besa el Ebro, la que se asoma al agua desde la sala de cata, es la riojana Viña Salceda, encaramada al lado del puente de Elciego y con vinos de reconocible clasicismo y aire actual. Bien pueden alternar ambos en esta tierra, sobre la mesa del comedor del flamante hotel Villa de Marcilla, un milagroso encanto de estética, confort, atención y paz a dos pasos de un nudo de comunicaciones. Porque aquí todo parece estar a dos pasos, y el paisaje se anima constantemente por villas llanas, campos de labor y, por supuesto, por viñas y bodegas. La de Juan Pío Magaña y su hijo Diego era de Castillo de Barillas. La compraron construida y moderna, pero Moneo le añadió un cubo con una claraboya en el centro del tejado de teja azul vidriada, un sencillo capricho. Así, en un edificio sólo se elabora y en los otros se guarda, en espléndida madera nueva que padre e hijo comparan con curiosidad, conocimiento y pasión al elegir toneles para cada elaboración o cada pago, para el Calcetas, Torca o el Merlot, variedad que ellos estrenaron en España. La bodega del Jardín de los Guelbenzu, en Cascante, es muy diferente. Es su casa familiar, de estilo colonial, de cuento de hadas en rosa y blanco, con un delicioso jardín salvaje en el centro de la villa. El capricho de algún indiano que en sus 22 dormitorios ha visto crecer la saga familiar. Ricardo y su hermana Inés, arqueóloga, llevan la bodega, pero los ocho hermanos dejan en ella la impronta de su vena artística como pintores o escritores. La herencia librepensadora se nota incluso en el bautizo de los vinos: Lombana, Lantus, Evo.. y en el logotipo que reproducen las etiquetas, un característico triángulo masónico que el abuelo convirtió en piedra para sellar las litografías y que se conserva, entre otras muchas piezas históricas, en los muros de esta casa museo. Pero aún más de museo y de remoto tiene el territorio donde se asientan sus viñas, el único tramo del valle del Ebro que se conserva del periodo terciario, es decir, algo que el río no ha podido arrastrar y permanece allí desde hace 22 millones de años. El aprecio por la historia llevó a Ricardo a estudiar el pasado de la saga, el monopolio de una empresa de fósforos que forjó su fortuna y también su cultura, su amor al saber, plasmado ahora en estos vinos navarros y en otros de una nueva finca de Aragón, La Lombana, en Vierlas. Javier García Burgos tiene en Murchante una historia más breve pero entrañable. Heredero de un cuidadoso viticultor, su padre le hizo jurar en el lecho de muerte que nunca pondría bodega. Años mas tarde, en el centro de la viña La Cantera, en una planicie en lo más alto de las tierras blanquecinas del Monte del las Viñas, se crían 35.000 botellas del potente Lola García. Está dedicado a su tía, la anciana que lo liberó de la promesa y dio alas a su sueño, con la garantía de convencer a su hermano -el padre de Javier- en el más allá. Y en eso deben de estar, con la eternidad por delante, con el mismo sentido del tiempo que le hace a Javier criar en barrica cuanto sea menester, sin mirar el calendario. Uvas sin riego, refrescadas por el cierzo del Moncayo y madera nueva dan un sorprendente y complejo resultado. Con otro acento, Aragón El primer hito al otro lado de la frontera: en Novillas, el lenguaje cambia, casi como una parodia del aragonés rural. El pueblo queda desierto a las 6 de la mañana, cuando todos emigran a trabajar lejos. Sólo en fin de semana y con esfuerzo cuidan sus pequeñas huertas familiares, que no dan para vivir. El río no es más que riego que pasa a sus espaldas, o agua encajonada en el Canal de Imperial y el de Lodosa y que, a menudo, se cuela traidora por debajo de las puertas. La inundación nuestra de cada temporada, cuando el cauce se ensancha hasta dos kilómetros y siembra limo inútil en los zaguanes de pueblos casi isleños que flanquean el río José Luis Alonso la cultura del agua La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), con sede en Zaragoza, es obra del ingeniero Gómez Pardo, que la definió como un laboratorio por ser la primera de España, en 1913, y un ejemplo para el mundo. Regula la provisión de las zonas externas, los montes nevados, hacia el secano central desde la misma cabecera del río, donde se proyectó el que fue primer hiperembalse del mundo, el del Ebro o de Lorenzo Pardo, capaz de guardar agua de años generosos para otros estiados. La regulación aún parece estar en mantillas y en manos no de técnicos, sino de la política en sentido más amplio y más extenso geográficamente. Desde los gobiernos regionales a los ediles municipales, oposición, ecologistas, regantes, en fin, una maraña de intereses que tironean las decisiones de la CHE. Pero su presidente, José Luis Alonso, hombre tranquilo, sorprende con la afirmación de que las decisiones se toman por unanimidad. Rige el abastecimiento de 6.000 núcleos de población que no representan más que el 5% de la demanda agrícola y su reto es enfrentarse a la sequía, administrar la escasez. Y superar este verano seco, aunque se atreve a asegurar que no habrá desabastecimiento. Alonso es una figura fundamental en la gestación de la EXPO 08 y tiene puestas grandes esperanzas. “No sólo en Zaragoza, sino en los 1.000 kilómetros de río, lo que esperamos de la Expo es que propicie un cambio de cultura, que los moradores se vuelvan hacia el río y lo cuiden. Que las administraciones y los usuarios sean conscientes del ciclo del río y de que ha de llegar al mar en condiciones óptimas”. Fernando Chivite Todo un referente Julián Chivite es todo un referente en Navarra. Posiblemente no haya otra en España con su antigüedad, pues esta empresa familiar lleva funcionando desde el siglo XVII, todo un prodigio de tenacidad y firmeza. La bodega se ubica en la localidad de Cintruénigo, en la comarca protegida por el influyente Ebro. Pero no sólo está vinculada al río padre por la situación de la bodega y las viñas, en plena subzona de la Ribera, también discurre por el centro de su apreciada joya -la finca Señorío de Arínzano (la bodega y viñedo de su propiedad nombrada recientemente “Vino de Pago”)- el río Ega, tributario del Ebro. Y según un antiguo refrán navarro hasta esas alturas no es un río adulto: “El Ega, el Arga y el Aragón hacen al Ebro varón”. Fernando Chivite, director técnico de la empresa, ha sabido recoger la tradición de sus ancestros y también ha comprendido la obligación de evolucionar, de elaborar productos para el mundo actual. Pero ante todo es un enólogo atrevido, casi visionario, uno de esos personajes que se adelantan al futuro sin aparentar esfuerzo alguno. El amplio catálogo que ofrece la bodega recoge los gustos de cada consumidor. La relación calidad-precio de sus vinos es más que razonable. Son vinos diversos, pero cuando su imaginación se eleva a niveles estratosféricos es cuando diseña los de alta gama (apoyado en sus excelentes dotes de catador): los Chivite Colección 125. Son distintos, originales, tanto que su blanco de Chardonnay o su dulce de Moscatel se desvinculan de la zona para ofrecer un patrón más internacional. También los recién salidos al mercado, los vinos de Pago de Arínzano, son de parecidas características de elegancia y poderío, pero en tintos. D.O. Ca. Rioja Coloso del vino tinto Aunque el nombre de La Rioja le fue prestado por otro río (el Oja, un pequeño tributario del Tirón), para que los vinos de la Denominación de Origen Calificada Rioja tengan ese carácter único, el Ebro es fundamental. Unos kilómetros más arriba de Haro, en el paraje llamado “Las Conchas de Haro”, comienza esa grandiosa aventura del Ebro vinícola. El río actuará como suavizante térmico y remontará reminiscencias del clima mediterráneo hasta las frías tierras riojanas, vascas, navarras o castellanas. Las cifras de esta macrodenominación impresionan. Nada menos que 595 empresas gestionan la producción de más de 278.180.000 litros de vino, que pueden comercializarse con la contraetiqueta que emite el consejo regulador. Hay plantadas 63.371 hectáreas de viñedo con una producción media de 421.440.239 kg de uva. En 1991 se otorga el carácter de Calificada a la Denominación de Origen Rioja, que entre otras obligaciones deberá comercializar el 90% de sus vinos embotellados. Durante muchos años, la plantación de variedades foráneas ha sido un tema tabú. Invariablemente, el Consejo Regulador se ha mostrado intransigente a la hora de autorizar otras cepas tintas que no sean las suyas. La razón de peso es que con sus Garnacha, Graciano, Mazuelo y su estrella, la Tempranillo, que en estas tierras adquiere la condición de excelsa, debería ser suficiente para elaborar uno de los mejores vinos del mundo. Pero se ha abierto mucho más la mano con las cepas blancas: recientemente se aprobó incluir en su inventario las variedades francesas Chardonnay y Sauvignon Blanc, además de la castellana Verdejo, que refuerzan a las antiguas Viura, Garnacha Blanca y Malvasía. D.O. Navarra Un panorama diverso La Comunidad Foral posee una condición vitivinícola de privilegio. Sobre sus poco más de 10.000 kilómetros hay tanta diversidad de microclimas y de tierras que parece que se tratara de un continente en miniatura. Evidentemente con tanto cambio de clima, suelos y altitud, los vinos son muy distintos si proceden de una subzona u otra. Baja Montaña, Valdizarbe, Tierra Estella, Ribera Alta y Ribera Baja son las cinco subzonas que constituyen la Denominación de Origen Navarra. El Ebro sólo tiene clara influencia sobre dos de ellas, la Ribera Alta y la Ribera Baja, aunque realmente su cuenca abarca casi la totalidad de Navarra. Ambas comarcas presumen de una huerta sensacional que las aguas del Ebro se encargan de empapar, donde sus excelentes verduras adquieren el grado de inigualables. Pero como de lo que se trata es de hablar del vino, diremos que en ellas se encuentran bodegas de claro prestigio y tradición en Navarra, como Chivite o Magaña, entre otras. En la Denominación de Origen hay inscritas más de 18.000 hectáreas de viñedo. A pesar de que es uno de los lugares donde mejor se expresa la variedad Chardonnay, se producen mayoritariamente vinos tintos, pasada ya la moda de elaborar rosado de Garnacha. También es una de las denominaciones de origen españolas donde más bodegas trabajan, nada menos que 120. Con sus diferentes estilos y expresión, sus tintos se elaboran con Cabernet Sauvignon, Garnacha Tinta, Graciano, Merlot, Mazuelo y Tempranillo. Para los blancos se utilizan Chardonnay, Garnacha Blanca, Malvasía, Moscatel de grano menudo y Viura. D.O. Campo de Borja Reserva de la vieja Garnacha El viñedo en el Campo de Borja se aleja prudentemente del Ebro para refugiarse en las faldas y aledaños del Moncayo, principal vigía de la cordillera Ibérica, tan ligada al río. En aquellos peñascales todavía quedan cientos de hectáreas plantadas de Garnacha centenaria, que en estas comarcas se expresa con elegancia y estructura desconocidas en otros lares. La comarca se conecta con el río gracias a afluentes como el Huecha, uno de los pocos que recibe desde su margen derecha. Gracias a su situación, disfruta de unas condiciones muy especiales para obtener vinos aromáticos y finos: la influencia del clima atlántico invernal cuando sopla el viento del Moncayo y los contrastes térmicos día-noche, aunque es una tierra dura con pocas precipitaciones, que no regala nada al viticultor, que debe aportar su enorme esfuerzo. Las principales bodegas son cooperativas transformadas en sociedades anónimas, y sus vinos han adquirido un prestigio que no tienen las pequeñas, excepto las de reciente aparición. Como Bodegas Aragonesas (con sedes en Magallón y Fuendejalón), que reúnen a 2.000 viticultores y trabajan más de 3.500 hectáreas. Junto con Borsao y la Cooperativa Santo Cristo de Ainzón, son las mayores empresas, y producen más de 15 millones de botellas. En la actualidad hay unas 6.270 hectáreas de viñedo, la mayoría plantado en vaso. Las variedades tintas autorizadas son Garnacha, Mazuelo, Tempranillo y Cabernet Sauvignon. Las blancas cuentan con escasa presencia, a pesar de que pueden producir también cava. Además, sólo la Macabeo y la Moscatel comparten la nómina para hacer blancos secos y dulces. La producción anual se encuentra entre 20 y 25 millones de kilos de uva. Jesús Madrazo El guardián de la graciano La variedad Graciano es una rareza incluso en su tierra. Por ello no suele ser plato de gusto de viticultores: siempre ha sido esa cepa cuyo nombre aparece invariablemente en las contraetiquetas pero que rara vez se encuentra en la viña. Sin embargo, también cuenta con defensores tan cabales como Jesús Madrazo. Bajo su protección han crecido en la finca del Contino hasta seis clones diferentes sometidos a controles muy rigurosos. Este gran profesional comenzó a trabajar en la finca El Contino en 1995, perteneciente a C.V.N.E., empeñada en levantar un “château” en La Rioja. Luego se hizo cargo de la dirección de la empresa (en 1999), y desde entonces nos sigue deleitando con sus gracianos de personalidad y pureza. Sus trabajos (entre los que destaca su estudio sobre la variedad) le han valido el respeto de sus colegas, ya que sin duda ha sido uno de los responsables de que la Graciano se haya puesto de moda en estos tiempos. Su fama se ha extendido gracias a sus excelentes cualidades para climas de secano, soleados y su aporte de acidez y color. Sus rojizos sarmientos ya se pueden localizar en los viñedos españoles más dispares, desde la serranía de Ronda a la meseta manchega, pero Contino fue la primera empresa en sacar en España un vino monovarietal de este vidueño. Jesús Madrazo siempre ha mantenido que “el graciano es un vino exigente con el catador, sumamente difícil, por sus originales aromas y por su profunda acidez”. Y admite Madrazo que no sólo el especialista sufre la enorme personalidad de este varietal, pues asegura que también “entre el consumidor provoca grandes antagonismos: gusta o no gusta. Pero a nadie deja indiferente”. D.O. Costers del Segre El río Segre es uno de los mayores tributarios del Ebro. Costers del Segre es una Denominación de Origen desigual, disgregada, que aporta un aspecto algo “francés” al mapa. Se trata de pequeñas comarcas muy desiguales entre sí (por ejemplo, la subzona de Pallars Jussá y la de Raïmat). Además, pertenecen también a la D.O. Costers del Segre las comarcas de Artesa de Segre, Valls de Riucorb, Segriá y Les Garrigues. Surgió con gran fuerza gracias al poderío de la firma Raïmat y luego se asentó gracias a pequeñas bodegas que elaboraron magníficos vinos. Los varietales acogidos son muy diversos: Macabeo, Parellada, Chardonnay, Xarel.lo, pero también rarezas para esa zona como Albariño, Riesling, Merlot, Sauvignon Blanc, Garnacha, Trepat, Tempranillo, Cabernet, Monastrell, Samsó, Pinot Noir y hasta Tempranillo. Todas en un territorio que apenas ocupa 4.200 hectáreas y pertenece a las provincias de Lleida y Tarragona. D.O. Terra Alta Resucitando un pasado esplendoroso En la Terra Alta el Ebro se recrea. El paisaje se diversifica y, para llevar la contraria al nombre de la comarca, discurre entre campos ubérrimos y llanos o fluye entre montes tan estrechamente ligados que lo obligan a sortearlos con pequeños rodeos o, en algunos tramos, acelerando el paso. Se siente tan identificado con sus llanuras que realiza pequeños escarceos fuera de su cauce, arrinconando entre los ojos de sus puentes lo que encuentra a su paso. Pero la viña no lo teme y se acerca a sus riberas. La principal localidad es Gandesa, sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Terra Alta, en la que se inscriben más de 9.000 hectáreas que sostienen a un verdadero aluvión de variedades: Garnacha Blanca, Macabeo, Chardonnay, Moscatel de Frontignan, Moscatel de Alejandría, Chenin Blanc, Pedro Ximénez, Sauvignon Blanc Viognier, Roussane y Verdejo, todas blancas. El batallón de las tintas lo conforman Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Cabernet Franc, Garnacha Tintorera, Garnacha Negra, Garnacha Peluda, Samsó (Carinyena), Morenillo, Marselanne, Caladoc y Petit Verdot. La producción media se acerca a los ocho millones de botellas. Algunas localidades de estas tierras aún muestran con orgullo los bellos edificios de las cooperativas de comienzos del siglo pasado, auténticas catedrales del vino levantadas por discípulos de Gaudí, como el de El Pinell de Braï, el de Gandesa (los dos diseñados por Cèsar Martinell i Brunet). Y algunos más, donde hoy apenas si se transforma la uva en vino, pero que muestran las huellas inequívocas de un pasado esplendoroso y, para la época, cargado de alta tecnología. D.O. Montsant El croissant del Priorat La Denominación de Origen Montsant puede considerarse una recién nacida. En realidad es la subzona de Falset escindida de la D.O. Tarragona, y en realidad poco tiene que ver con su antigua alineación y sí mucho en común con su vecina, el Priorat, que se enrosca a su alrededor como si se tratase de un “croissant”. De hecho hay elaboradores que tienen bodegas en ambas denominaciones. Posee unas características edafológicas similares en algunos puntos y, sobre todo, se encuentra en su área natural, es decir, forma parte administrativa de la comarca priorateña en su mayor parte (la capital del Priorat es Falset, sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montsant). Sus más de 1.800 hectáreas acogidas se sitúan en una orografía muy accidentada y con distintas altitudes, desde los 200 hasta los 700 metros sobre el nivel de mar. Las variedades principales son una pareja que abunda en la zona, Garnacha y Cariñena, aunque también se trabajan “Ull de Llebre” (Tempranillo), Syrah (en su suelo se plantó una de las primeras viñas en España de esta cepa) Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell, Garnacha Peluda y Picapoll Negre. Las blancas más utilizadas son Garnacha y Macabeo, pero también se usan Chardonnay, Moscatel, Parellada y Trobat. En la actualidad trabajan en la D.O. unas 40 bodegas, emprendedores que ya embotellan el 70% de una producción de casi 64.000 hectolitros, cosa difícil en denominaciones con mucha más experiencia. LluÍs Llach La voz de lo auténtico El Ebro queda a trasmano de Porrera. Sólo pasa el Cortiella, que a modo de pequeño tentáculo del gran río llega hasta el profundo valle pizarroso. Lluís Llach ha crecido familiarizado con él: “El riachuelo era uno más de nosotros, un juguete. Nunca fue peligroso, servía de bañera para críos de dos o tres años y de pesquera para los mayores”. En medio de esta charla en el jardín luminoso y salvaje, suena la sardana desde la torre. Llach se arma de paciencia, calla y escucha que mañana llega un camión con fruta y verdura. Porque aquí apenas hay más tiendas que las de vinos. “Mi bodega será rentable a largo plazo, a pesar de que queremos hacer todo a mano. Nos lo hemos podido permitir porque el capital que aportamos venía de otras actividades, pero eso, si bien sirve para quemar etapas, no es imprescindible. Se puede hacer vitivinicultura artesanal y de calidad partiendo simplemente de la voluntad o el empeño, aunque sea más lento”. Tiene el celler 40 hectáreas en producción, diseminadas en 27 piezas, aunque aquí se cuenta por plantas: se necesitan siete cepas para llenar una botella. Vall Llach ha reunido 122.000, de las que 24.000 han cumplido entre 60 y 100 añitos. Junto a algunas controladas por viejos viticultores, elaboran cada año unos 160.000 kilos mediante el trabajo de cada parcela por separado. Algunos fundos son siempre los pilares de la calidad y, probablemente, dentro de poco no se hablará del Priorat, sino, al igual que los mínimos “crus” franceses, de esas parcelas, esos viñedos excelsos con nombre propio, dentro del Priorat. En el lado opuesto está la descalificación de algunos viñedos nuevos por parte del consejo regulador porque no han seguido las directrices marcadas desde 2002. D.O.Q. Priorat La pujanza de la pizarra El Ebro se aleja un buen trecho del macizo montañoso reseco y enigmático que da nombre a la zona y recibe el tributo de sus ríos, pedregosos y de poco caudal. Es tierra de vinos y como tal ejerce. Pero por mucho que se visite esta Denominación de Origen, por mucho que se patee, se recorra o se sufra su difícil orografía, nunca se acostumbrará el viajero a esos caminos de cabras, a esos “costers” (laderas) tan impresionantes, donde la cepa se acostumbra al difícil equilibrio de sobrevivir en la pizarra y en numerosos casos incluso con buena parte de las raíces fuera de la tierra. El mundo enológico se hubiese perdido uno de los vinos con más carácter si no llega a surgir el movimiento de los nuevos bodegueros de los años ochenta. A partir de entonces el Priorat comienza la expansión, a la llamada de su creciente fama acuden los enólogos ansiosos de hacer cosas nuevas, los pequeños viticultores se tornan en bodegueros y las grandes empresas ponen sus ojos en los perdidos bancales pizarrosos. De sólo unas 300 hectáreas de entonces se pasa a las 1.662 de la actualidad, cuidadas por 620 viticultores. De unas cuantas bodegas que habían sobrevivido con dificultades antes de llegar las cuatro nuevas se pasa a las más de cien que ahora tienen derecho a colocar sus contraetiquetas en la botella. Las variedades cambian con la nueva viticultura, se introducen famosas cepas foráneas y, a juzgar por los resultados, parece que han estado en la región toda la vida. Las variedades tintas autorizadas son la Garnacha, la Cariñena, la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Syrah y algunas desperdigadas por los bancales de escasa incidencia. Las blancas son la Garnacha, la Pedro Ximénez, la Viognier y también otras variedades de exigua cantidad. El Priorat ya produce más de cuatro millones de kilos de uva y en el año 2006 se convirtió en la segunda Denominación de Origen española en obtener la categoría de “qualificat” (calificada). Además, uno de sus vinos más famosos, el Clos Mogador, ya puede presentarse como “Vino de Pago”. Todo un triunfo en pocos años. D.O. Tarragona La abundante La provincia de Tarragona era pura viña a principios del pasado siglo. Nada menos que el 57% de su territorio estaba poblado de viñedos. Por diversas circunstancias, se bajó drásticamente esa superpoblación. Aun así, es la provincia española peninsular que más denominaciones acoge. Nada menos que ocho (contando D.O. Cataluña, D.O. Cava, y D.O. Costers del Segre) La Denominación de Origen Tarragona es una de las más extensas de Cataluña, Posee dos subzonas bien diferenciadas, El Camp y la Ribera del Ebro, la única que lleva el nombre del río de todas las que recorre. Las variedades son las que se usan en toda la zona: las tintas Garnacha, Cariñena, Ull de Llebre, (Tempranillo) Cabernet Sauvignon y Merlot. Y las blancas Macabeo, Garnacha Blanca y Pedro Ximénez. MiQuel Fábregas Los colores del delta Sus ojos se acostumbraron a distinguir el cambio de estación más que por el clima, siempre benigno, por el color del Delta, por el momento de los campos de arroz, siena tierra cuando se secan, azul cielo cuando se inundan y verde tierno a lo largo del verano hasta la cosecha. Los cultivadores del delta se distribuyen en dos empresas. Ésta, la de Montsiá, se fundó con fines sociales en 1927 y reúne a 800 productores de arroz y 3.500 socios. La dedicación al arroz es relativamente reciente, de 1960, antes fueron salinas o Salicornia para hacer jabón. Procesan 40 millones de kilos de arroz que producen unos 30 millones de euros anuales, y venden con su marca, Montsiá, o marcas blancas. “El delta se formó con los sedimentos que el río arrastra al mar, pero ya no es una albufera insalubre donde los desgraciados habitantes caían victimas del paludismo. Ni siquiera plantamos chapoteando en los campos como Anna Magnani en ‘Arroz amargo’ sino con tractores e incluso con helicóptero”, dice Fábregas. El tamaño aquí se mide en “jornales”, una curiosa unidad que equivale a 2.190 metros cuadrados. Los campos se parcelan en una especie de balsas que se cubren con hasta 15 centímetros de agua. No porque el arroz sea planta acuática, pues podría vivir con riegos simples, sino para evitar que el agua salada penetre por debajo de la tierra y destruya las raíces. “Al bajar el caudal, en la desembocadura hay apenas un palmo de agua dulce sobre la salada. Por eso traemos el agua de riego de más arriba, por el canal de la derecha, concebido para navegar. Así llega a una compleja red de canales, entra en los campos por una compuerta y sale hacia el mar por otra. Y promovemos un cultivo cada vez más ecológico”. Agenda: ACTIVIDADES ENOTURÍSTICAS Museo Vivanco de la Cultura del Vino Ctra. N-232, Km.442 26330 Briones (La Rioja) Tel.: 902 320 001 www.dinastiavivanco.com Balneario de Vino Marqués de Riscal- Caudalíe Torrea, 1 01340 Elciego (Álava) Tel.: 945 180 880 www.caudalie.com ACTIVIDADES diversas Colegiata Románica San Martín de Elines (Cantabria) Claustro y Museo Centros de Interpretación Rio Ebro (Fontibre- Campoo de Suso) Embalse del Ebro (Corconte- Campoo de Yuso) Piedra en seco (La Puente del Valle, Valderredible) Rafting, descenso de cañones Arroyo (Cantabria) Pesquera de Ebro (Burgos) FrÍas (Burgos) www.ebronautas.com Balneario de Valdelateja Carr. 623 Km 55 09145 Valdelateja (Burgos) Tel. 947 150 220 www.relaistermal.com EXPO Zaragoza 2008-05-20 Del 14 de junio al 14 de septiembre Entrada adulto, de 27 a 35 euros. Abecedario de la Libertad Monumento contra la guerra en los espacios de la Batalla del Ebro Corbera de Ebro (Tarragona) Paseo fluvial por el Delta del Ebro Barco restaurante Santa Susana Deltebre (Tarragona) Tel. 629 204 117 Comer Fontebro Fontibre (Cantabria) Tel. 942 779 772 www.restaurantefuentebro.com El Rincón del Noble Martínez Lacuesta, 11 26200 Haro (La Rioja) Tel.: 941 312 932 – elrincondelnoble@haronet.es Las Duelas Pl. Monseñor Florentino Rodríguez, s/n 26200 Haro (La Rioja) Tel.: 941 304 463 – restaurante@lasduelas.com La Vieja Bodega Avda. de La Rioja, 17 26230 Casalarreina (La Rioja) Tel.: 941 324 254 – viejabodega@inicia.es Marqués de Riscal Torrea, 1 01340 Elciego (Álava) Tel.: 945 180 880 www.luxurycollection.com/marquesderiscal Casa Toni Zumalacárregui, 27 26338 San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) Tel.: 941 334 001 Cachetero Laurel 3 26010 Logroño Tel.: 941 228 463 www.cachetero.com – restaurante@cachetero.com Bodegas Chef Nino Padre Lucas, 2 26500 Calahorra (La Rioja) Tel.: 941 133 104 – www.chefnino.com Restaurante Treintaitrés Capuchinos, 7 31500 Tudela (Navarra) Tel.: 948 827 606 – www.restaurante33.com Almau Estébanes, 10 – El Tubo 50003 Zaragoza Tel.: 976 299 834 – www.bodegasalmau.es El Cachirulo Autovía de Logroño, km 1,5 Zaragoza Tel.: 976 460 146 – elcachirulo@teleline.es El Celler de l’Aspic Miquel Barceló, 31 Falset (Tarragona) Tel.: 977 831 246 Cal llop Carrer de Dalt, 21 43737 Gratallops (Tarragona) Tel.: 977 839 502 www.cal-llop.com– waldo@cal-llop.com Taller de Cuina Carmen Guillemot Colón, 26 43530 Alcanar (Tarragona) Tel.:977 730 323 – guillermot90@hotmail.com Dormir Hospedería Señorío de Briñas Travesía de la Calle Real, 3 26290 Briñas, Haro (La Rioja) Tel. 941 30 42 24 www.hotelesconencantodelarioja.com Naci-ebro, Posada Rural Carr. CA 183 Alto Campoo, Km.5 39212 Fontibre (Cantabria) Rel. 942 779 788 www.posadanaciebro.es Molino del Alto Ebro Carr. De Rocamundo s/n 39220 Polientes (Cantabria) Tel. 607 116 862 www.molinodelaltoebro.com El Abuelo Casa Rural C/ El Caño, 10 Tel. 947 571 464 09145 Orbaneja del Castillo (Burgos) Agroturismo Carpe Diem Enrique Privado, 7 01309 Navaridas (Álava) Tel.: 945 605 172 – 618 574 659 Hotel Marqués de Riscal Torrea, 1 01340 Elciego (Álava) Tel.: 945 180 880 www.luxurycollection.com/marquesderiscal Monasterio de Rueda Ctra. Sástago a Escatrón, km 9 50780 Sástago (Zaragoza) Tel.: 976 170 016 Hotel Cal llop Carrer de Dalt, 21 43737 Gratallops (Tarragona) Tel.: 977 839 502 www.cal-llop.com Hotel Villa Marcilla Ctra. Estación, s/n 31340 Marcilla (Navarra) Tel.: 948 708 287 – info@hotelvillamarcilla.com www.hotelvillamarcilla.com Los Agustinos San Agustín, 2 26200 Haro (La Rioja) Tel.: 941 311 308 losagustinos@aranzazu-hoteles.com Palafox Casa Jiménez, s/n Zaragoza Tel.: 976 237 700 – hotelpalafox@palafoxhoteles.com Mas del Tancat Camí dels Panissos – Ctra. Amposta-St. Jaume, Km 3,2 43870 Amposta (Tarragona) Tel.: 656 901 014 – masdeltancat@hotmail.com www.ebreguia.com/masdeltancat

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