Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Swartland, la revolución del vino en Sudáfrica

709500dc79681ee199d2ac2618664a8f.jpg
  • Redacción
  • 2014-01-23 08:55:53

En la cuarta mayor región vinícola de la Provincia Occidental del Cabo se cultiva la vid sobre los suelos de viña más antiguos del mundo y, además, se producen algunos de los vinos más finos de Sudáfrica.

Texto: André Dominé

La veranda del hotel Royal en Riebeek Kasteel, la stoep más larga al sur del Limpopo (la frontera norte de Sudáfrica), es un lugar de ensueño. ¿A quién se le ocurriría, hace más de 150 años, construir un hotel colonial junto a la iglesia de aquel pedazo de tierra, entonces tan humilde? ¡Y encima, el primero de la Provincia Occidental del Cabo! Sea como fuere, ha sobrevivido a los avatares de la Historia y ahora, de repente, se encuentra en el centro de lo que en la actualidad es la región vinícola más apasionante del país. Desde este porche, disfrutando de una copa –el gin-tonic es el clásico histórico–, se puede ver la bodega de los Mullineux directamente al otro lado de Main Road, en la esquina con Short Street.

Chris y Andrea, de Ciudad de El Cabo y San Francisco respectivamente, fundaron ya en 2007 una de las empresas que han experimentado el auge más vertiginoso en los majuelos de El Cabo. Mientras tanto, también Andrea ha sido acogida en el egregio Cape Winemakers Guild, el club de los mejores vinicultores de Sudáfrica. En un tiempo récord. ¡Y nada menos que con vinos del desconocido Swartland!

Pero hace ya más de diez años que Swartland no es tan desconocido: desde que Eben Sadie hiciera su primer Columella -que parece abonado a las raras 5 estrellas del Platter, la guía de vinos más extensa del país– o desde que Adi Badenhorst, exenólogo del famoso Rustenberg, se afincara en Paardeberg en 2007. Pero sobre todo desde que todos se unieran a Callie Louw, de Porseleinberg, y proclamaran en 2010 la Revolución de Swartland: un festival del vino tan placentero como memorable. En el segundo fin de semana de noviembre, su cuarta edición atrajo a miles de obsesos del vino a Riebeek Kasteel para participar en catas de Domaine de Pegaü, y al hotel Royal para las de Vouvray, pero sobre todo a la fiesta callejera en la plaza Short Street Square. Allí presentaron sus vinos de fermentación espontánea 18 productores de Swartland. Una ocasión siempre anhelada, a la que uno de cada diez visitantes acude expresamente en avión. La onda expansiva del Swartland crece.

 

Tierras vastas y cepas viejas

Swartland, Tierra Negra, comienza a apenas media hora de coche al norte de Ciudad de El Cabo. Su paisaje jalonado de amplias cadenas de colinas suaves debe su nombre a los numerosos matorrales de renosterbos, que se tiñen de negro tras las lluvias invernales. Conocida como el granero del país, con ondulados campos de trigo dorado, es una tierra de campesinos, donde los granjeros se dedican al cultivo mixto, criando también ovejas y a menudo ganado vacuno, además de frutales y cada vez más olivares.

Su clima cálido, seco y muy mediterráneo, la convierte en una tierra excelente para la vinicultura y, con sus 13.750 hectáreas de viña, es la cuarta mayor región vinícola de la Provincia Occidental del Cabo, después de Stellenbosch, Paarl y Robertson. Su calurosa zona central se extiende hacia el sur por Malmesbury y hacia el sudeste por el valle de Riebeek, aunque hay viñedos hasta Piketberg y Berg River al norte, y en el más fresco Darling al oeste.

Debido a la sequía, los viñedos a menudo no se pueden regar, a diferencia de otras regiones de Sudáfrica. Por eso, se suelen cultivar las cepas en bush vines, como allí llaman a la cepa podada en vaso. Generalmente se cultiva Chenin Blanc para los blancos, a veces completada por Garnacha Blanca, Clairette, Palomino y Sémillon, además de cepas nuevas de Roussanne, Marsanne y Viognier.

También en el caso de los tintos se apuesta por variedades de uva del Ródano, sobre todo Syrah y algo de Mourvèdre, viejas cepas de Cinsaut, Garnacha y Cariñena, además de Tinta Barocca y Pinotage, es decir, variedades mejor adaptadas a las condiciones naturales de la zona. Por ello, los tintos poseen naturalmente taninos redondos y frutalidad marcada, son opulentos y atractivos, y se pueden disfrutar ya jóvenes.

 

Los viñedos más antiguos del mundo

Las cosechas naturalmente escasas, aunque complican la vida a los granjeros, permiten que las cepas envejezcan. Las cepas viejas son la particular riqueza de Swartland. Además, los suelos favorecen la producción de vinos con carácter marcado. Como en todo El Cabo en general, allí se hallan los suelos de viña más antiguos del mundo. Sobre todo, los tres siguientes tipos: pizarra descompuesta con arcilla en el subsuelo y, por tanto, con buena conservación de la humedad, favoreciendo así la maduración, calidad y concentración óptimas de las uvas. También está muy extendido el granito descompuesto, que se seca con rapidez y exige una reducción de la cosecha, pero confiere frescor al vino. Y la piedra arenisca de la meseta y los suelos ferrosos con gran contenido de arcilla que, bien trabajados y con reducción de cosecha, aportan estructura. Swartland parece mediterránea no solo por el clima, sino también por su amplia paleta de variedades y diferentes suelos. Sus vinos más interesantes siempre son blends, a menudo de uvas diversas y distintos suelos, pero ensamblajes en cualquier caso.

También en lo que respecta a las cepas, Swartland es tierra de granjeros. Cultivan la parte del león de la superficie de viñedos. Entregan gran parte de la uva que vendimian a dos cooperativas locales, pero destinan una pequeña parte a aquellas bodegas privadas, de las 33 que existen, que no disponen de viñedos suficientes, o bien carecen totalmente de ellos. En la última década se han fundado 14 bodegas nuevas, la mayoría de ellas por gente joven llena de ideas que se atreve a dar el salto a la independencia y con vinos a menudo asombrosos.

 

Filosofía: La libertad, los vinos

Los mayores productores de uva en Swartland son los granjeros miembros de una cooperativa y algunas pocas bodegas de mayor tamaño que solo vinifican una parte de su cosecha. Las viñas viejas con cosechas reducidas no son rentables para los granjeros. Y ahí es donde entra en juego Rosa Kruger. También la buscan los productores de vino. Después, hacen una oferta a los granjeros, que con frecuencia no solo consiste en comprarles algunas toneladas de uva, sino que también incluye hacerse cargo del cultivo de una parcela de viña. Uno de los fines es la conservación de las cepas viejas. Mientras que Rosa trabaja con 50 granjeros, hay unos 15 agricultores, hasta ahora los proveedores de uva preferidos en Swartland, que suministran la materia prima a algunos de los productores de vino más pequeños. La mayoría de los productores disponen de un capital escaso, algunos de ellos ni siquiera disponen de bodega propia. Por eso, suelen compartir el material necesario para el viñedo y la bodega. “Todo el dinero y toda la energía están dirigidos a hacer el mejor vino posible con la uva de los mejores viñedos posibles”, resume acertadamente Andrea Mullineux esta filosofía.

 

enoturismo


gente del vino