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Tartas, la dulce salvación

  • Redacción
  • 2007-10-01 00:00:00

¿Cual es el peor mes del año? No es preciso hacer una encuesta, gentes de toda edad y condición se decantarán por octubre. Fin de las vacaciones escolares, principio de otoño y del mal tiempo, ruina después de matrículas, uniformes, libros y gabardinas... SOS. Necesitamos un poco de felicidad, y nada más facil que encontrarla en un dulce bocadito, en una tarta exquisita. En el Medievo el azúcar se llamaba sal blanca, o sal india, para diferenciarla de la verdadera sal, que se consumía sin refinar y tenía un tono grisáceo. Y efectivamente venía de Asia, donde aprendieron a fabricarla los chinos, y llegó al conocimiento de griegos y romanos, de modo que Plinio habla de “una miel que sale de una especie de juncos, se paga su peso en plata y se emplea en medicina”. Los cruzados la conocieron en Siria y se convirtió en floreciente comercio durante la Edad Media. Hasta entonces la necesidad de dulce, de glucosa, se cubría a base de frutos y de producción animal, la miel, pero el azúcar de caña triunfó hasta provocar guerras comerciales y revueltas sangrientas desde Egipto al Caribe. Y es que la glucosa tiene un enorme poder alimenticio, ademas de la la posibilidad de convertirse en reserva del organismo. De cien gramos de glúcidos digeridos y transformados en glucosa, 60 van al hígado que los almacena en la despensa del glucógeno, 15 van a los músculos y células adiposas, pero los otros 25 se encargan de alimentar el cerebro y las células de la sangre, ante todo los glóbulos rojos. Por eso a veces el organismo reclama a gritos un regalo dulce. Por eso, y porque el primer alimento de los mamíferos, la leche, contiene la primera azúcar que conocemos, la lactosa, y después de eso cualquier dulzor nos conduce inconscientemente a la felicidad de los brazos maternales. Ese mimo, esa calidez, es precisamente el que necesitamos para enfrentar los rigores del gris y frío otoño, y, más o menos conscientemente, la que encontramos en cada bocado de nuestra tarta favorita. En el Club del Gourmet de El Corte Inglés elaboran de forma artesanal una variedad de recetas de alta gastronomía, capaz de contentar todos los gustos y todos los sentidos. El placer empieza en la vista, en presentaciones tan elegantes y actuales como apetitosas. Formas lineales, profusión de frutas refrescantes, combinaciones excitantes y golosas de sabores y texturas. La Choco-Frambuesa, una tarta entre dulce y ácida, con la sugerente picardía amarga del cacao y crujiente de almendra. La clásica Selva Negra, la reina de la vieja Europa, donde combinan los grandes pilares de la repostería de todos los tiempos, las espumas de nata y chocolate apenas sustentadas por un encaje de bizcocho de huevos y salpicada de cerezas amarenas. O la delicadeza cremosa de la Cardenal, emulsión horneada de claras y yemas, rellena de nata y perfumada de vainilla y café. O... el nombre da igual. El caso es contar con los más selectos ingredientes naturales convertidos en lujo goloso. Para acompañarlas se puede contrastar y limpiar el paladar con Champagnes o Cavas de reserva, con Jerez Oloroso o, para colmo de golosina, con viejos Pedro Ximénez.

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