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Bendita discriminación

  • Redacción
  • 2001-02-01 00:00:00

Una de las secuelas más perniciosas de nuestra tradición granelista, de nuestros viejos hábitos de consumo, de nuestro apego por el por el vino común, «típico», es la ausencia de discriminación a la hora de pagar la uva. Aquí, hasta hace bien poco, los bodegueros estaban más interesados en un precio bajo y seguro cada cosecha que en buscar la buena uva, incentivar la calidad de la vendimia, educar y concienciar al viticultor sobre la perentoria necesidad de reducir las producciones y mejorar las técnicas de cultivo para obtener la imprescindible calidad de materia prima que los vinos bien pagados y mejor valorados exigen. Y cuando estos vinos han irrumpido en el mercado con éxito, el sobreprecio de la uva ha contaminado toda la cosecha, tirando de los precios en una irresponsable fuga hacia el precipicio. Así ha ocurrido en Rioja, la de los trasiegos suicidas. Que bodegas como Lan, Roda, o Riscal hayan pagado a buen precio la mejor uva no quiere decir que esa misma y justa cantidad deba ser pagada por cosechas mediocres, cuando no malas. Porque el racimo destinado a un reserva de 5.000 ptas. no puede tener el mismo precio que el utilizado en un crianza de 600 ptas. Y esto es lo que ha ocurrido. Las consecuencias han sido nefastas, como la pérdida de importantes cotas de mercado, sobre todo internacionales. Tenemos que seguir siendo competitivos en cada segmento del mercado. Y para eso es necesario que cada uva tenga su precio justo en función de la calidad y de su destino. Me gustaría ver excelentes tempranillos a esas elevadas 400 ptas. el kilo, junto a tempranillos buenos, mediocres y malos, a 200, 100, o 75 ptas. Y que cada bodega pueda disponer de esta variedad de oferta de acuerdo a su política empresarial. Claro que eso exige mayor racionalidad en los bodegueros y menos ansias de dinero fácil en los viticultores. Y por ahí parecen que van los tiros. Ha bastado una abundante cosecha en Rioja, con gran disparidad de calidades, para que los precios se reajusten, aunque han aparecido en el horizonte nuevos peligros. Pero esa es otra historia.



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