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El primer vino, el primer amor

  • Redacción
  • 2009-11-01 00:00:00

El vino de maceración carbónica ya está aquí. Y como el primer amor, el primer sorbo marcará nuestros recuerdos durante largo tiempo. Bebámoslo así, recién nacido, criatura inocente, que los amores envejecen pronto. A lo largo de la historia de la Humanidad, la vendimia marcó el final de un ciclo, la última aportación de la tierra antes de retirarse a descansar, a capear los fríos hibernando en su parada biológica. La vendimia, pues, es el premio que nos deja la viña al trabajo minucioso de todo un año, y su término, el día festivo por excelencia. Pronto el primer vino dará la nota final a ese examen de septiembre, y será el momento de brindar con él. Y con esos vinos primeros, se renueva la tradición de la maceración carbónica, esa singular manera de vinificación, donde cada uva se convierte en una micro barrica, donde el mosto encapsulado entre las paredes del hollejo comienza la fermentación, como un vino gestándose en el vientre de la uva, para ir arañando color y aromas al prodigioso envase biológico que atesora cada racimo. El resultado será un vino fresco para tomar fresco, feliz acompañante de la gastronomía mediterránea, alegre para beber con la alegría con que se celebran las primicias. Los vinos nuevos, como los niños, encierran muchas promesas y ofrecen mucho por poco. Unos dirán que el recién nacido saca los aromas de su padre terruño, o que su color amoratado es clavadito al de la madre Garnacha. Y no lo podemos remediar. Como parientes nerviosos en la sala de espera, de nuevo la gente del vino nos mantenemos expectantes ante el aspecto de la nueva criatura. Y es que es un momento clave, no siempre bien comprendido. Los franceses ya asumieron la importancia de estas fechas en el nuevo calendario revolucionario, elaborado durante su primera república, nombrando a Vendimiario (del 22 de septiembre al 21 de octubre) como el primer mes del año, el primero también de la estación otoñal. Duró poco la experiencia, pero perduró la afición por beber, comprobar y experimentar las sensaciones que transmite el vino nuevo, todavía burbujeante y deliciosamente amoratado. En este número nos hemos propuesto seguir con ese ritual, y tomarle el pulso al vino de maceración carbónica. Lo que hace unos años parecía una exclusividad de la Rioja ya se ha extendido de forma irremediable por toda España. Un vino tanto para iniciados como para iniciarse en el producto gastronómico más prestigioso de nuestra tierra. Un vino capaz de hacer frente a la crisis económica, pues su relación calidad/precio resulta insuperable, y un compañero leal con prácticamente todas las viandas de la buena mesa. La maceración carbónica, esa singular manera de vinificación, donde cada uva se convierte en una micro barrica

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