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Gallery Art&Food, Gijón: Art drinking in Xixón

  • Sara Cucala
  • 2008-09-01 00:00:00

Quién habría imaginado que la tradicionalista Asturias iba a ofrecer un lugar tan ultramoderno como Gallery Art&Food. Quién habría pensado que alguien tendría la bendita osadía de unir arte, gastronomía y vino en una coctelera explosiva repleta de arte pop. Aún más, quién habría acertado una pregunta de Trivial como “¿qué restaurante conseguirá una estrella Michelin en su primer año de vida?”. Son cosas que ocurren en una ciudad viva como Gijón. Asturias, ante la sorpresa de todos, a veces se desviste de sus tradicionales sayas para lucir fashion y retar a algún que otro atrevidillo a que descubra su otro lado. Y así fue. De pronto, recibes una invitación para vivir durante unas horas en un cuadro móvil donde, además, se reúnen vinos que rara vez encontramos por tierras astures. Su nombre, Gallery Art&Food, ya dice qué es y qué hay: una galería de arte con una esplendorosa colección privada de arte pop y sorprendentes exposiciones temporales de arte moderno. La aventura comienza por encontrar el lugar en la larga Avenida de la Costa de Gijón. Unos carteles electrónicos llaman la atención desde fuera: “Gallery Art&Food permanecerá abierta de... a....”. Te acercas a la puerta de madera, la espectacular puerta de madera, y encuentras otro cartelito que dice: “La entrada, por el Centro Comercial”. A veinte metros de allí te recibe un uniformado jovencito: “Bienvenidos a Gallery”, una maravilla tras un patio privado con su terracita de mesas de colorines. La vida en un lienzo En una sala amplia donde un caballo negro azabache con una lámpara en la cabeza te mira con desconfianza, donde un sofá con forma de labios pintados de rojo pasión te besa el trasero (sin perdón), mientras decides entre comenzar con un cóctel o descubrir un vino, donde pronto te ves multiplicada en la policromía de un Warhol... Esto merece un trago y me lanzo a las burbujas de un brut nature Mumm. Me invitan a pasar al resto de las salas y, copa en mano, recorro una exposición de fotos y me extasío frente a unos cuadros en tonalidades de nieve con rascacielos y barrocas lámparas suspendidas de no se sabe qué parte del cielo, con lienzos repletos de retratos africanos... Unos envuelven la sala Mardi Gras y otros, la Manhattan. Bebo otro trago de champagne y comienzo a ver unos ositos con tamaño de niño de diez años, deambulando a un lado y otro de la sala. Comienzo a pensar que son alucinaciones e imagino que una banda de ositos de gominola ha creado un batallón para vengarse por la cantidad de veces que mis dientecillos infantiles sacrificaron con lenta fruición sus bracitos de goma y luego su cabecita... No son las burbujas, no, esto también es arte, se me había olvidado que estoy en un cuadro. Son los archifamosos ositos de dEMO. Consigo hacerme amiga del de color negro y me siento en una mesa redonda, bajo un gran árbol ornado de purpurinas plateadas, para contemplarlo. Mientras se disfruta del arte, se come y se bebe arte...El arte de un gran cocinero llamado Alejandro Urrutia y el de una generosa bodega dirigida por Pablo Espina. Del menú artístico no tengo que preocuparme, irá llegando según la febril inspiración del artista. Del vino... Te ofrecen una carta digital con la que entretenerse un rato curioseando por Denominaciones de Origen, añadas, precios... Más de 350 referencias que aguardan su momento en una modernísima cava (claro, aquí todo es superpop). Después de mucho jugar decido que mi art-vino sería primero un albariño, un Leirana Barrica 2007; y luego un vino de Castilla y León, un Cámbrico, tempranillo con fuertes notas afrutadas. Si sigo jugando con la carta digital me perdería entre las pasiones del sumiller, los borgoñas y los jerezanos golosos... Prefiero hacer honor a la tierra y probar un trago de diseño, lo propio de la casa, un chupito de Sidra de Hielo Neige. “La conocí en Sicer”, te dice Pablo, “y me enamoré”. Y ahí está en esa galería que parece sacada de la Gran Manzana neoyorquina... Aunque puede que bien visto, en Gallery Art&Food estemos en la Gran Manzana Astur, que tampoco está mal.

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