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Aire fresco en Ollauri

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  • Antonio Candelas
  • 2020-02-28 00:00:00

Los calados de la bodega Conde de los Andes guardan vino de otra época, pero hoy hemos tomado el pulso a sus actuales elaboraciones en un interesantísimo ejercicio de cata vertical en paralelo.


Dos etiquetas gemelas, limpias, sin más información que el nombre, la añada y el origen. Parece una declaración de intenciones para el que quiera conocer el renovado proyecto de esta mítica bodega. No hay nada que distraiga la atención del que se disponga a abrir un nuevo capítulo de los imponentes calados de la antigua Paternina. Allí reposan los restos de su maravillosa historia, que tiene continuidad en estos dos vinos de una impecable sobriedad conceptual. Un blanco de Viura y un tinto de Tempranillo sazonados con algo de Malvasía y Garnacha, respectivamente. Rioja en estado puro.
Se han elegido tres añadas no muy lejanas, pero con marcados contrastes climáticos que, junto con las diferencias de los viñedos elegidos y una elaboración a la carta según las necesidades de cada campaña, nos han servido para entender el nuevo estilo de esta casa. Un estilo actual que no pierde de vista la tradición riojana. Algo así como una reinterpretación del Rioja canónico.
En líneas generales, en el blanco se busca que la nobleza de la Viura hable por sí sola acompañada de una crianza que ayude a expresar toda la elegancia que lleva dentro. Por otro lado, el tinto tiene claro que si quiere estar en boca de todos debe preservar ante todo la frescura. Un atributo que parece asegurar el presente y perpetuar su identidad para siempre. Dos líneas que cuando se trazan con precisión son garantía de éxito.


Conde de los Andes Blanco 2013
Viura. 13% vol. D.O.Ca. Rioja
Es obligatorio apuntar que este año fue uno de los más complicados que se recuerdan. Lluvias inesperadas, temperaturas frías y todo lo que ello conlleva obligaron a realizar auténticos trabajos de orfebrería en campo y bodega. En este caso, sorprende el color, que recuerda al pan de oro. Aunque hay madurez también hay delicadeza. Destacan las notas de fruta escarchada, caja de puros, especias dulces o carne de membrillo. Sedoso en boca, mantiene el carácter gracias a la sensación de estructura que aún se percibe. Final de intensidad media con interés (recuerdos cítricos, de frutos secos y sensación mineral).


Conde de los Andes Blanco 2015
Viura. 13% vol. D.O.Ca. Rioja
De Ollauri, Haro y Briñas son las uvas de este vino. Parcelas de Viura con 30 años de edad salpicadas por alguna planta de Malvasía. Año de una gran sanidad en el campo por ser caluroso y seco. La complejidad que se adivina nada más servirlo es para enmarcar. Hay detalles de flor marchita, miel, confitura de albaricoque y ese tostado que el paso del tiempo moldea con maestría para proporcionar una verdadera sensación de placer. Paladar envolvente, soberbio, untuoso, salino, largo... Ahora se encuentra en un momento sensacional. Sería interesante ver hacia dónde evoluciona.


Conde de los Andes Blanco 2016
Viura. 13,5% vol. D.O.Ca. Rioja
Viñas seleccionadas entre Briñas y Labastida. Año cálido, pero con un final de ciclo más pausado, por lo que la maduración fue óptima. El trabajo de lías durante tres meses hace que el vino se mantenga expresivo. Al principio, la crianza se aprecia con más claridad. Entre los ahumados y tostados encontramos detalles balsámicos (eucalipto), de piel de limón, tierra húmeda, anisados y algún apunte oleoso. Paladar consistente por su cuerpo y una sensación de frescura equilibrada. Los matices golosos, especiados y cremosos lo hacen muy agradable. De los tres es el que tiene el futuro más prometedor.


Conde de los Andes Tinto 2013
Tempranillo. 14% vol. D.O.Ca. Rioja
Parece que las inclemencias de aquel año no marcaron tanto el devenir del primer tinto. Las viñas se encuentran ubicadas en los términos municipales de Briñas, Haro y Ollauri. Existe un agradable juego entre matices cremosos y de fruta madura que se muestran en forma de recuerdos de confitura de ciruelas. Le acompañan detalles de bombón, cacao, pimienta y balsámicos. En el paladar es interesante porque resulta fluido, pero a la vez mantiene una estructura que hace que los sabores permanezcan tras el trago, destacando las sensaciones frutales que aún aparecen y que en estos casos siempre se agradecen.


Conde de los Andes Tinto 2015
Tempranillo. 14,5% vol. D.O.Ca. Rioja
Existe un cambio de estilo con respecto al anterior. Imponente en matices de fruta madura fresca, hierbas de monte y especias. Es profundo y la crianza se comporta con moderación. En boca, su buena acidez hace que sea extraordinariamente jugoso, hay recuerdos de regaliz y flores azules y el tanino es amable y sedoso. Largo y de una gran franqueza. El vino goza de armonía, viveza y diversidad de matices, elementos tan cruciales para el disfrute actual como necesarios para que el tiempo lo haga evolucionar hacia la elegancia y complejidad. El momento en el que abráis la botella lo elegís vosotros.


Conde de los Andes Tinto 2016
Tempranillo. 13,5% vol. D.O.Ca. Rioja
Aunque tiene la explosividad y el brío de un adolescente, ya apunta maneras por varios motivos. La fruta es poderosa a la vez que deliciosa, pero además se ve reforzada por delicados detalles florales que le aportan ese punto de distinción cuando se trata de Tempranillo. La buena elección de la madera hace que sea sobria y solo esté para lo que se necesita: para que el vino evolucione y madure. En boca continúa desarrollando un perfil muy frutal, con un grado equilibrado y con entidad suficiente para que envejezca con nobleza, pero sobre todo con pausa.


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