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Algunos vinos, como las cepas, necesitan tiempo y reflexión. La Mar es así, resultado de proyección de futuro. Emilio Rodríguez Canas, director técnico de Terras Gauda, ha sabido dar forma a una visión llamada Caíño Blanco. La bodega, pionera desde sus orígenes, ya había plantado algunas de estas cepas en 1989. En una apuesta firme por la calidad de esta uva, Emilio decidió cultivar 12 hectáreas más en el año 2004. Variedad de ciclo muy largo, alta acidez, sensible a los hongos, poco productiva y de uvas y racimos pequeños, la Caíño Blanco tiene una expresión muy personal. “Es la variedad que mejor extrae las características del terroir”, comenta Emilio. Después de cuatro años de experimentación ya podemos disfrutar de La Mar. Marca sonora de sutileza atlántica. www.terrasgauda.com
La Mar 2010
D.O. Rías Baixas
Bodegas Terras Gauda
Variedad: Caíño Blanco, Loureiro y Albariño. 12,5 % vol. Precio: 22 €.
Nueva expresión. Fruta cítrica y de hueso madura, notas balsámicas, hierbas aromáticas... Sorprende su volumen en boca. El vino llena, inunda, impacta desde la entrada. Necesita tiempo para expresar todo su potencial. Para tomar sin prisas. O para guardar y disfrutar de su evolución.
La Viña:
Las 12 hectáreas de Caíño Blanco se plantaron en “una zona sumamente complicada, de fuertes pendientes y profundas rocas de esquisto metamórfico, pobre y con muchas dificultades para que las cepas pudieran enraizar”, dice Emilio. Pero para la variedad, “por su situación madura antes y aunque extrae con dificultad los minerales de la roca, lo hace con muy buena calidad”. Marcada mineralidad, capacidad de envejecimiento, buena evolución en botella. Viñas con todo el futuro por delante.
Caíño Blanco, experiencia sutil del Atlántico
