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Postal desde París. La vida ardiente

  • Redacción
  • 2010-09-01 00:00:00

En uno de los recodos del corredor del metro hay un tamil vendiendo recuerdos. A derecha e izquierda se apresuran los viajeros, portafolios en mano, móvil al oído, mirada terca hacia el frente, mientras al margen del raudal se halla impasible un hombre moreno que aprieta con ambas manos una gran torre Eiffel. El bodrio de plástico centellea lánguidamente con una luz azul que ilumina su rostro y lo oscurece de nuevo. Bienvenido a París –tanta poesía surrealista sólo podría hallarse aquí-. Por supuesto, no hay que dejarse contagiar por la agitación, algo nada sencillo en una ciudad en la que todo el mundo corre para tomar el tren aunque el siguiente llegará en tan sólo unos minutos. Sin embargo, si de forma absolutamente consciente nos moviéramos a cámara lenta, repentinamente comenzaríamos a transitar en una suerte de mundo paralelo. En ese momento se perciben cosas como las gruesas ruedas Michelin de goma sobre las que, tan a la antigua, se desliza el metro. O los cultivados jardincillos de las azoteas desde las que los parisinos miran su cielo. O qué condenadamente bella es la torre Eiffel si uno, sin cámara fotográfica, se detiene a contemplarla realmente. Los franceses, ya se sabe, tienen las horas de comer genéticamente programadas. No se entrometa en la cuestión. Pierda usted su tiempo con las gárgolas de Notre-Dame o con las ninfas de esas cuevas del agua ocultas entre árboles en el rincón norte del Jardín de Luxemburgo. Si entonces alguien nota bramidos en su estómago, siga sencillamente nuestros consejos: prueben una pita de falafel en el Marais, el barrio donde los judíos ortodoxos y la cultura homosexual coexisten amistosamente. Vaya usted si no, forastero, a la Rose Bakery, donde -¡que conmoción!- una inglesa hornea unos carrot cake divinos. Atibórrese en un recorrido por las casetas del Gourmet Schlaraffia de las Galerías Lafayette o póngase en manos del equipo de cocina del bistró Les Papilles, donde existe un menú de noche, y sentado uno bien puede notar el codo del vecino. Es la mejor forma de saborear París: tomarse tiempo, abrir los ojos, probar todo. Las mejores direcciones: ALOJAMIENTO Hôtel des Académies et des Arts 15, rue de la Grande Chaumière F-75006 París Tel. +33 (0)140 46 86 85 www.hotel-des-academies.com Barrio de Montparnasse, a sólo 200 metros del Jardín de Luxemburgo. Reserve una habitación en la planta más alta, con vistas sobre los tejados y desayuno sentado sobre el sofá rojo junto a la chimenea. Les Jardins de la Villa 5, rue Belidor F-75017 París Tel. +33 (0)153 81 01 10 www.jardinsdelavilla.com Estiloso boutique-hotel nada barato. Las habitaciones 14 y 24 de la Categoría Superior cuentan con balcones igual que las suites. Inconveniente: queda un tanto lejos de la animación. Ventaja: se llega a los ambientes más vivos con la línea 6 del metro, que pasa directamente por delante de la torre Eiffel -¡bellamente cursi en la noche!-. COMER L’Atelier de Joël Robuchon 5, rue Montalembert F-75007 París Tel. +33 (0)142 22 56 56 www.joel-robuchon.com Platos clásicos de la cocina del chef tres estrellas Joël Robuchon en mini porciones. Se sienta uno a la barra y contempla como actúan los cocineros. Vaya con niños tranquilamente –les pondrán un asiento infantil bajo el trasero y una hamburguesa con patatas fritas sobre el plato-. Les Papilles 30, rue Gay Lussac F-75005 París Tel. +33 (0)143 25 20 79 www.lespapillesparis.fr Bistró-barra-enoteca-barra-tienda donde se come lo que llegue a la mesa. Tom, el cocinero, oriundo de Martinica, ofrece en la tarde-noche un menú fijo y su obesidad habla por su cocina. En ninguna otra parte puede uno degustar una panceta tan fina. El vino de compañía se busca en los estantes o se confía a las opiniones del patrón. Su consejo: un tinto Vieilles Vignes de Domaine Gauby, una bodega biodinámica en Côtes Catalanes. Rose Bakery 46, Rue des Martyrs F-75009 París Tel. +33 (0)142 82 12 80 Un local diminuto donde los parisinos entran a mediodía en busca de unos quiches muy buenos. Y, naturalmente, de la especialidad de la casa, el superjugoso carrot cake. Fantástico para un brunch de fin de semana . Chez Hanna 54, rue des Rosiers F-75004 París, Tel. +33 (0)142 78 23 09 En el interior hay mesas, pero lo mejor es saborear los falafel en la acera –de cualquier modo sólo se sirven a través de una ventanilla takeaway con pan de pita-. Te proporcionan un tenedor, teniendo en cuenta que esta nave nodriza de garbanzos, pasta de sésamo, berenjenas fritas y tiras de col no se domina tan sólo a mordiscos. Florence Kahn 24, rue des Ecouffes F-75004 París Tel. +33 (0)148 87 92 85 www.florence-kahn.fr No pierdan la ocasión de entrar en alguno de los seductores cafés del barrio. Florence Kahn, de soltera Finkelsztajn, sólo tiene en realidad un par de sillas y mesas cojitrancas sobre la acera, pero esta tahona judía está, con toda razón, siempre tan atiborrada que el abuelo, en la caja, considera que «¡aquí no queda tiempo ni para morir!». El Mohnstrudel (strudel de semillas de amapola) con pasas es excepcionalmente bueno –por supuesto, no conviene ser muy amable con tanta amapola en caso de que te provoquen taquicardias-. Es, no obstante, nuestra droga preferida, claramente seguida por la tarta de queso. COMPRAS Galeries Lafayette Gourmet 97, rue de Provence F-75009 París Tel. +33 (0)148 74 42 93 www.galerieslafayette.com No sólo para comprar, también para detenerse. Se come bien en el puesto griego o en el español, donde el jamón hace las delicias de los visitantes. Y el marroquí hace una maravillosa tagine de pollo con aceitunas verdes perfecta como provisión para el viaje de regreso en tren, cuando el lamentable vecino de asiento adereza su sándwich conseguido en el bar de a bordo. La Grande Epicerie de Paris 38, rue de Sèvres 75007 París Tel. +33 (0)144 39 81 00 www.lagrandeepicerie.fr El competidor de Lafayette, algo menos acogedor pero mejor surtido. Fantásticos pequeños caprichos: waffeln rellenos de la pastelería Meert de Lille, que en un tiempo fueron los dulces favoritos del general De Gaulle. Además de los clásicos de vainilla siempre tienen los sabores de temporada –en el momento, violeta-casis-. Además: pulpo español, espesa nata de la isla de Jersey y empalagosos dulces del norte de África. Sadaharu Aoki 56, boulevard du Port Royal F-75005 París Tel. +33 (0)145 35 36 80 www.sadaharuaoki.com Perfección del Extremo Oriente: Los pasteles de esta pastelería japonesa parecen pequeñas obras de arte lacadas; da casi lástima comérselos. La variedad de bizcochos con té verde son insólitamente acres –hay que haberlos probado-. Pierre Marcolini 3, rue Scribe F-75009 París Tel. +33 (0)144 71 03 74 www.marcolini.com Los chocolateros que elaboren sus propios productos a partir de habas de cacao se pueden contar con una mano en Europa. El belga Pierre Marcolini es uno de ellos. Sus creaciones no tienen nada que ver con Leonidas & Co. –¡son tan intensas de cacao que los alérgicos a las histaminas pueden terminar estornudando!-, pero merece la pena. Prueben ustedes las especialidades de temporada y los malvaviscos glaseados de chocolate. Se recomienda no llevar en el avión, cabe la posibilidad de que se hinchen y reviente la cobertura de chocolate.

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