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Nueva expresión asturiana

  • Redacción
  • 2005-09-01 00:00:00

La alegre espuma, el trago fresco y cortante entre rotundos bocados, el ritual de la ofrenda telúrica del fondo del vaso, del “culín” a la tierra provisoria; todo eso compone el espíritu de la sidra, todo eso refleja el espíritu de un pueblo sociable y generoso anfitrión como el asturiano. Pero detrás de ese espíritu festivo está el cuerpo, la realidad de una bebida a la que el tipismo y el localismo han eclipsado durante mucho tiempo sus valores objetivos, la calidad como reflejo de la transformación de los lagares y de la pericia y la preparación de los maestros mayadores. Y es que, hasta hace poco tiempo, cualquier explotación rural, cualquier casa familiar de campo, junto a su huerto, sus cultivos y su ganado, elaboraba, con más o menos acierto, su propia sidra. Herencia de la economía de autoabastecimiento y de subsistencia, herencia, sobre todo, de los famosos pumares que ya cantara Plinio y que han perpetuado una admirable biodiversidad, tal como recoge el ameno Museo de la Sidra de Nava. Pero esa sidra rústica, sin nombre ni apellido reconocido, así como el show tradicional del escanciado, suponen un freno para que el excelso trago penetre en una sociedad moderna, en establecimientos cuidados. Encauzar y apoyar la transformación que permita a la sidra traspasar las fronteras es posiblemente la tarea primordial del Consejo Regulador de la D.O. Se enfrenta con el reto de vigilar y de promover la producción de 6.500 hectáreas de manzanos, distribuidas por todos los municipios asturianos, pero tiene a su favor la sabiduría ancestral, la historia, la tradición, y también la tendencia actual de consumo hacia las bebidas comedidas en alcohol (la sidra controlada no superará los 6º) y hacia los tragos sanos y naturales. Cuidadosos métodos de elaboración y un moderno estilo de diseño y comercialización van dejando atrás su carácter rústico y prometen transformarla en embajadora fuera de sus fronteras naturales. El pasaporte viene en forma de su inminente inscripción en el registro de Denominaciones de Origen, de forma que se garantice su procedencia y calidad, regulando íntegramente las características, la tipicidad y el proceso de elaboración, desde el árbol a la botella. Los actuales sidreros, los nuevos “mayadores”, profesionales y con una formación actual, han ido más allá, y hoy proponen sidras de cultivo ecológico y de nueva expresión, capaces de encerrar en la botella el espíritu varietal de cada manzana, el virtuosismo de un sabio y personal ensamblaje de variedades y el recuerdo del terruño. Sidras bien estabilizadas, brillantes, transparentes, capaces de viajar, sin perder su talante festivo hasta el lugar que les corresponde en los escaparates y en las tiendas y restaurantes más exigentes y las mesas más exquisitas. La Sidra de Asturias tiene mucho que decir. Como tal y de manera efectiva, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida “Sidra de Asturias” nace el 12 de Noviembre de 2002, mediante Resolución de la Consejería de Medio Rural y Pesca del Principado de Asturias en el Boletín Oficial. La Denominación de Origen Protegida “Sidra de Asturias” es una figura jurídica que se utiliza para la diferenciación de productos y una estrategia agroalimentaria que aumenta la rentabilidad y otorga un valor añadido a los diferentes procesos y productos. El Consejo Regulador se encarga de proteger la sidra asturiana amparada de la competencia desleal, imitaciones y cualquier infracción que afecte la sidra amparada por éste, además de incentivarlos y promocionarlos. CONSEJO REGULADOR DE LA D.O.P. "SIDRA DE ASTURIAS" Avenida de las Callejas, 3 Planta Plaza 33300 Villaviciosa - Asturias - España Tel. 985 893 208 / 985 893 17

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