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Especial Bio: El cultivo biodinámico

  • Redacción
  • 1998-10-01 00:00:00

También a orillas del Loira, pero a sólo cien kilómetros al este de la famosa Coulée de Serrant, de Nicolas Joly, otra finca de gran categoría trabaja biodinámicamente. Noël Pinguet se ocupa en Vouvray desde hace diez años de 33 hectáreas, que antes pertenecieron a su suegro Gaston Huet. Para su trabajo en el viñedo, tiene en consideración posiciones específicas de la Luna y las constelaciones, y para abonar emplea unos preparados especialmente elaborados según los describió por primera vez Rudolf Steiner en 1924 en sus “Fundamentos humanísticos para el desarrollo de la agricultura”. Esta forma de vinicultura, basada en la ideología de la antroposofía (un camino del conocimiento que pretende llevar de lo espiritual en el hombre a lo espiritual en el universo), a veces, incluso a nuestros coetáneos de mente más abierta les recuerda a la alquimia y al chamanismo, algo que Noël Pinguet comprende perfectamente: “Antes de hacerme vinicultor, fui profesor de matemáticas. Quiero decir que procedo de un campo que construye sobre el pensamiento racional y la lógica formal. Por lo tanto, eran grandes mis reservas frente a la vinicultura biológico-dinámica. En realidad, aún no he llegado a comprenderla exactamente. Pero los resultados me han convencido. No cabe duda de que el efecto está ahí”, dice. Desde que otros productores de gran fama internacional, como Lalou Bize-Leroy y Anne-Claude Leflaive en Borgoña, Michel Chapoutier en el valle del Ródano o bien Marc Kreydenweiss y Pierre Frick en Alsacia cultivan también sus fincas biodinámicamente, se mira con otros ojos los métodos de cultivo integral planteados por Rudolf Steiner.
LA FUERZA DE LO
TRASCENDENTAL
Cuando Rudolf Steiner pronunció en 1924 sus “Conferencias del Curso de Agricultura” ante campesinos en la finca Koberwitz, junto a Breslau, la agricultura estaba en plena revolución. Las fincas rurales estaban siendo sustituidas por empresas agrarias industrializadas. La industria predicaba el abono con sales solubles en agua, con las que se esperaba hacer el negocio del siglo. Steiner, a continuación, esbozó una agricultura que no se basaba en el materialismo y la dependencia espiritual, sino que más bien volvía a un conocimiento individual más elevado a través de la experiencia mística. ¿Acaso antes no sabían intuitivamente lo que había que hacer, aun cuando el significado de algunas reglas tradicionales es difícilmente deducible por lógica? El campesino sentía el momento exacto en que debía sembrar para que su trigo germinara sano, el leñador sabía por instinto en qué espacios de tiempo los robles talados podrían estar más a salvo de la podredumbre de manera natural. Las conferencias de Rudolf Steiner llevaron a concretar un método para una agricultura futura. No es extraño que, 60 años después, a mediados de los 80, cada vez más vinicultores empezaran a considerar estos métodos de cultivo biodinámico. En los años anteriores, la vinicultura había ido convirtiéndose cada vez más en un monocultivo de la forma más extrema. Los fungicidas, herbicidas e insecticidas habían destruido el suelo, la flora y la fauna. Lo que quedó fueron cepas propensas a las enfermedades y debilitadas por el exceso de abonos químicos. Los vinicultores autocríticos buscaron caminos para salir de tal callejón sin salida y se volvieron hacia el modelo contrario, el de la agricultura biodinámica integral.
LA FUERZA DE LA LUNA
Los aspectos básicos que distinguen la vinicultura biológico-dinámica de otras formas de producción ecológica son, sobre todo, dos. Uno de ellos es la integración de las fuerzas cósmicas, y el otro, el abono con preparados de mantillo especialmente elaborados. El concepto de ciclo cerrado de Steiner no sólo abarca la Tierra, sino también el cosmos planetario que la rodea. En consecuencia, para los trabajos relacionados con el viñedo, habrá que aprovechar, entre otras cosas, los efectos de las fases de la Luna y las constelaciones. “Los efectos del Sol sobre la vinicultura están claramente aceptados por todos. Pero ya de la influencia de la Luna dudan muchos. Y eso que el mar con sus mareas, con la diferencia entre pleamar y bajamar, evidencia las enormes fuerzas que se producen por el movimiento de la Luna alrededor de la Tierra. Entonces, ¿es absurdo suponer que esas fuerzas planetarias también influyan en el ser de las plantas?”, propone el vinicultor alsaciano Pierre Frick. Y Nicolas Joly va un paso más allá, preguntando provocadoramente: “¿Cómo pueden personas cultas sostener la opinión de que es posible un aislamiento total de la Tierra dentro del Cosmos?”
Los biodinámicos aprovechan, por ejemplo, para plantar cepas, siempre las dos semanas de Luna descendente (que no hay que confundir con el cuarto menguante), porque entonces la parte inferior de la planta, es decir la raíz, supuestamente está llena de savia y energía. La vendimia, por el contrario, siempre que sea posible, se realiza en las dos semanas de la Luna ascendente (que no se debe confundir con el cuarto creciente), pues sostienen que el ascenso de los jugos concentra la fuerza especialmente en los frutos. Muy popular entre los vinicultores que trabajan biodinámicamente es el calendario de siembra de la investigadora alemana Maria Thun, que se publica anualmente. Popular, incluso a pesar de que las investigaciones no han podido confirmar realmente los efectos descritos por Maria Thun. Ésta define en su calendario, basándose en investigaciones propias sobre las constelaciones, en qué días del calendario las plantas favorecen especialmente sus raíces, sus hojas, sus flores o sus frutos, respectivamente.
LA FUERZA DEL CUERNO
Punto central de la agricultura biodinámica son los principios fundamentales del abono esbozados por Rudolf Steiner. De especial importancia para la vinicultura es, en este sentido, el preparado de estiércol en cuerno. Para ello, todos los otoños se llenan cuernos de vaca con estiércol, también de vaca, y se entierran en el suelo durante medio año. En primavera, el viñedo se abona hasta tres veces con el estiércol de vaca así concentrado y vitalizado. Para ello se necesita el contenido de un cuerno por hectárea. Antes de dispersarlo, hay que dinamizar el preparado. En otras palabras, el contenido del cuerno se disuelve en agua tibia y se revuelve con fuerza. En cuanto se haya producido un remolino fuerte, se sigue revolviendo sin interrupción en la dirección contraria. Al cabo de una hora, se filtra la mezcla y se pulveriza sobre el viñedo al anochecer; los elementos básicos de la tierra lo llevarán hasta la cepa y esto, aseguran, favorece su crecimiento. Observemos más detenidamente este preparado. ¿Por qué estiércol de vaca?
“Del estiércol de vaca sabemos que es el producto de las plantas que han ido atravesando las distintas partes del eficaz aparato digestivo de una vaca y que, al hacerlo, han adquirido una notable fuerza activadora del crecimiento”, dice Nicolas Joly. ¿Pero por qué hay que rellenar cuernos con el estiércol de vaca? Rudolf Steiner estaba convencido de que la utilización de órganos animales que naturalmente tienen forma de envoltorio impide que las fuerzas vitales liberadas durante la descomposición se dispersen y, en lugar de ello, sigan actuando en la sustancia, intensificándola. El cuerno es, en opinión de Steiner, el cierre más estanco de todos y, por eso, el mejor de los receptores de energía posibles. Steiner no ha sido el primero en atribuir al cuerno poderes especiales. Ya en la antigua mitología se consideraba la cornucopia símbolo de la abundancia. Nicolas Joly aconseja hacer la prueba ejemplar: hacer germinar semillas con agua del grifo y, al lado, otras con agua del cuerno...
Además del preparado de estiércol en cuerno, en la vinicultura biodinámica también es importante el mantillo de estiércol de vaca. Esta mezcla de estiércol de vaca, silicio, tierra caliza y preparados a base de plantas (aquilea, manzanilla, ortiga, casca de roble, diente de león), tras ser dinamizada, se pulveriza gota a gota sobre el suelo, para llevar la vida al elemento terroso. El preparado de cuerno-guijarros, en cambio, se considera un medicamento contra las interferencias en el campo atmosférico y aseguran que intensifica el efecto de la luz y el calor (fotosíntesis) en la cepa. Para elaborarlo, se rellena un cuerno de vaca de guijarros finamente molidos y se entierra en el suelo durante el verano. Este preparado también se dinamiza antes de extenderlo por la mañana temprano. A pesar de que la compleja filosofía del abono de Rudolf Steiner recuerda en muchos aspectos a los métodos de la homeopatía, lo único importante para Steiner, al dinamizar, es que el agua quede impregnada del preparado.


P.S. Cada vez que Pierre Frick se da cuenta de que sus explicaciones sobre fuerzas cósmicas y abonos dinamizados divierten a los que le escuchan, cuenta una pequeña historia: un vinicultor estaba sentado a la hora del crepúsculo ante la puerta de su granja, revolviendo con agua un preparado. Y como siempre, sus vecinos, también vinicultores, sacudían la cabeza divertidos. Entonces dijo un niño pequeño: “¿Por qué os reís, no veis que este hombre está preparando la sopa para los gnomos?”
Quiso decir con esto es que la verdadera cuestión es el nivel de conciencia. Y, además, que tras toda materia hay un pensamiento.

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