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Una sabrosa protección

  • Redacción
  • 1999-10-01 00:00:00

La divulgación de noticias científicas entraña el riesgo de una simplificación que desvirtúe la realidad, porque ignora el punto en que se encuentra una investigación -siempre inacabada, y más en este campo de muy reciente interés- y porque no alcanza a conocer la fiabilidad de las experiencias y experimentos, generalmente influidos por múltiples factores, y especielmente cuando estudian el comportamiento humano y no un aséptico ejemplar de laboratorio. Con esas premisas hay que admitir que cualquier conclusión será siempre revisable, como en cualquier ámbito de la vida, ya que nos dieron este mundo pero olvidaron darnos el libro de instrucciones. Dicho lo cual, sólo queda congratularse por los recientes avances en la investigación sobre los efectos beneficiosos del consumo de vino, siempre tomado con la debida moderación. Estos son algunos de los más significativos avances

Trans-resveratrol, trabalenguas panacea

El estudio del Prof. Renaud es el más amplio sobre la relación vino/salud de los efectuados hasta ahora. Analiza la evolución de 34.000 hombres, con edades compremdidas entre los 40 y 60, durante veinte años. Los datos le permiten concluir que aquellos que consumen dos o tres vasos de vino diarios están más protegidos que los abstemios frente al riesgo de padecer acccidentes vasculares cerebrales, infarto y cáncer. En el caso de enfermedades circulatorias el riesgo disminuye 30%, y un 20% los cánceres.
La hipótesis más plausible es que se deba al efecto de un polifenol, el resveratrol, que se encuentra en el vino y que es el principio activo de una planta medicinal utilizada por la medicina tradicional china, la Polygarum Cuspidatum.
Se estudiaron sus efectos “in vitro” y en animales de experimentación, y revelan que inhibe la enzima resposable de alteraciones tumorales, protege las células hepáticas, colabora en el metabolismo de las grasas y evita la agregación de plaquetas (coagulación) y del LDL, el “colesterol malo”, mientras incrementan el “bueno, el HDL.
No se trata pues de los efectos probados del alcohol, que podría sustituirse por dosis de etanol, sino de la potenciación del compuesto, algo que solo se ha encontrado en el vino.

Alzheimer y demencia senil

El Hospital Pellegrin de Burdeos realizó durante tres años el seguimiento de casi cuatro mil personas mayores de 65 años. Los distribuyó en cuatro grupos según su consumo habitual de vino: no consumidores, consumidores ligeros, moderados y grandes consumidores. Los resultados revelan que los bebedores moderados (de 25 a 50 cl.) presentan una reducción del 80% en la frecuencia de demencia senil y un 75% en Alzheimer, respecto a los no bebedores. La diferencia de estos respecto a los bebedores ligeros y grandes es menos, respectivamente 25 y 55%.
Los autores subrayan que la relación inversa entre el consumo moderado de vino y la aparición de una demencia senil incidente no ha podido ser explicada ni por factores predictivos conocidos de demencia, ni por otros factores médicos, psicológicos o sociofamiliares.
Las conclusiones se formulan en términos inequívocos: “Existe una relación inversa entre el consumo moderado de vino y la aparición de demencia senil. No hay razones médicas para aconsejar a sujetos mayores de 65 a que abandonen el consumo, que puede aportarles una ventaja en términos de salud.”

Beber para ver mejor

Ver doble? No. Ver mejor. Eso es lo que se consigue con un acompañamiento de vino en la comida o con un moderado recorrido de tascas de aperitivo.El secreto está en que el vino puede evitar la incidencia de un mal bastante frecuente, la degeneración de la mácula ocular que se produce a partir de los 65 años.
Científicos de la American Geriatrics Society estudiaron a más de 3.000 hombres y mujeres, entre 45 y 74 años con cambios sospechosos en la mancha amarilla de la retina, y reconocen que los que beben vino tiene 19% menos riesgo de desarrollar la enfermedad. El carácter protector se achaca a los efectos antioxidantes del vino.

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