Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Rueda, tierra de blancos

  • Redacción
  • 2000-10-01 00:00:00

Se podrían clasificar las Denominaciones de Origen en tres grandes grupos: las que reconocen y dan nombre a vinos históricos, las que surgen de una creación económica y política, y las que consolidan el descubrimiento de algo que estaba allí, frente a los ojos, pero invisible, desaprovechado. Rueda pertenece a estas últimas, y su descubrimiento, como en otros muchos casos, es mérito de una iniciativa privada, una bodega visionaria que -eso tampoco es raro- viene de lejanas tierras. En este caso fue Marqués de Riscal quien desembarcó en busca de los blancos de calidad que no medraban en su Rioja de origen.
Desde entonces, desde principio de los 70, los vinos de D.O. Rueda, aún sin renegar de su larga tradición, son blancos al gusto más actual. Y, aunque no sea el reflejo cuantitativo de la proporción de viñedos, dos uvas, dos sabores, los identifican y los diferencian: la Verdejo y la Sauvignon Blanc.
La personalidad de Rueda se identifica con Verdejo, una uva autóctona o aclimatada al frío y la sequía de la zona en tiempos remotos y que aquí encontró la cuna perfecta. Cuando el bodeguero sabe atrapar su delicadeza, se muestra generosa en frescos aromas de hierba, fruta, y un largo y finísimo regusto amargo. Algo que se luce tanto en los vinos varietales como en los que fermentan y se crían en barrica de roble, de la que extraen profundidad, estructura y permanencia.
Los Rueda así elaborados conservan la peculiaridad de la uva Verdejo pero cobran una profundidad, una riqueza de planos sucesivos y una permanencia que los convierte en tragos de reflexión sensual. El mosto recién prensado entra en los barriles, y es allí donde las levaduras lo convierten en vino, en un proceso a la vez tierno y violento que amalgama la nobleza de la uva y la madera.
El viñedo se extiende al sur del Duero y al amparo de algún afluente, como el Adaja y el Eresma, sometido a inviernos fríos y muy largos, y a primaveras cortas con heladas tardías y veranos calurosos. A una altura de 700 u 800 metros, las raíces se nutren en unos suelos permeables y pedregosos, que reciben el respiro de los vientos atlánticos.
Fue en 1980 cuando 72 municipios pertenecientes a la Comunidad de Castilla y León (53 situados al sur de la provincia de Valladolid, 17 al oeste de Segovia y dos al norte de Ãvila) configuran su denominación de origen, diferenciada de la añosa historia de los vinos de Medina del Campo, bajo el nombre de Rueda. Se encaminó a la protección y desarrollo de su variedad autóctona, aunque la Palomino y la Viura constituyen mayoría y la Sauvignon se ha incorporado con éxito.
Un Consejo Regulador dinámico y la convicción de viticultores y bodegueros lo ha consolidado tanto en cifras comerciales como en el reconocimiento de calidad, dentro y fuera de nuestras fronteras.

enoturismo


gente del vino