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El barrio de la Estación

  • Redacción
  • 2001-02-01 00:00:00

El “boom” del Rioja antes de la llegada de la filoxera a finales del siglo XIX dejó huellas en el urbanismo y en la arquitectura de la zona, sobre todo en Haro. La influencia francesa es notable en muchas de las bodegas históricas, pero algunos adelantos como el ferrocarril y la presencia de industrias de prensas, bombas, tonelería, así como de productos complementarios, como el aguardiente y el alcohol, apoyado todo con la aparición del tendido eléctrico, terminó por cambiar el particular paisaje bodeguero riojano decimonónico.
El barrio de la Estación de Haro es, en la actualidad, el mejor museo vivo para rastrear estas singulares huellas. Hacia 1900, Haro, la capital del vino, conoció la mayor concentración de bodegas del mundo. Su extraordinaria dinámica económica le había convertido en una de las ciudades más prósperas de España. Tras el duro varapalo que supuso la filoxera, la élite local de la época constituyó la Junta de Fomento de intereses locales con el fin de mantener ese protagonismo económico y vinícola. Se inició una suscripción para recaudar fondos, a la que acudieron las principales bodegas y algunos terratenientes, para hacer frente a los costes de la replantación del viñedo y salir de la crisis. Y el éxito premió con creces el esfuerzo.

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