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Los hijos del paisaje

  • Redacción
  • 2001-03-01 00:00:00

Siempre quise saber en qué momentos son óptimos los grandes vinos alemanes. Y tuve la ocasión de aprenderlo allí, en Francfort. A pesar de mi exigua memoria, queda el recuerdo, siempre fresco, de un gozoso paseo en barco sobre el Mein. Estaba anocheciendo y una orquesta del este de Europa nos dedicaba suaves melodías. Servido como el primer vino y sin más acompañamiento del que proporciona una agradable conversación, disfruté como nunca de este magnífico y delicado blanco. Años después lo he encontrado en la bodega de mi buen amigo Abraham García, que tiene la rara habilidad de tropezar con los vinos más originales del mundo. Para realizar este suculento vino, su creador Georg Breuer, -el genio alemán de la enología- ha trabajado a conciencia las propiedades que caracterizan a los grandes Rhingau: el Riesling más puro, viñas abruptas y con las mejores exposiciones al sol, un clima seco y soleado (si se puede concebir) vendimia bien madura, racimos seleccionados... Así disfrutamos ahora de uno de los vinos de matices más asombrosos de todo el viñedo germano.

Priorat clásico y moderno
Le tengo un hondo afecto a este magnífico tinto. Porque hace muchos años que conozco su noble linaje, un viejo viñedo de la familia Barril. Recuerdo con placer aquellos vinos enérgicos, quizás con el diseño equivocado, pero llenos de casta y personalidad. La preciosa finca se encuentra en un lugar de privilegio y ahora es propiedad de Pere Rovira. Este curtido profesional se ha sabido rodear de gente valiosa, entre ellos Toni Coca, enólogo de gusto exquisito e ideas claras. Las 125 ha. de que consta la hacienda dan para mucho en el Priorat. Hay olivos, almendros y partes boscosas, pero de donde sale este Clos Fontà es un terreno especial, terrazas de pura licorella que miran preferentemente hacia el sureste y pobladas de cepas retorcidas de cariñenas de más de sesenta años, garnachas que rayan el medio siglo. Con sus bajas producciones y la estimable aportación de un poco de Cabernet Sauvignon, hay materia prima ideal para realizar un producto muy serio. Su afinamiento en barricas nuevas de roble francés (un 90%), durante un año, completa su equilibrada crianza. Este vino entra en la saga de los grandes priorats por la única fórmula que requiere su categoría: la calidad.

Rüdesheimer Berg Schlossberg 1990

Georg Breuer. Dist. en España: Abraham García (Viridiana), C/Juan de Mena, 14 Madrid. Tel. 91 531 10 39. Precio: 3.850 Ptas. Tipo: Blanco crianza.
Variedades: Riesling. Crianza: Depósito de acero y botella.
Fecha de entrada: 31/1/2001. Consumo óptimo aprox: 7 años a 12º C.
Puntuación: 9/10.

1ª Cata: La elegancia de esta Riesling es casi ilimitada. El perfecto proceso de reducción le proporciona un buqué complejo. Recomiendo disfrutar del cambio que se produce en la copa conforme se abre el vino: se funden la impronta mineral, el toque de hidrocarburo con los mil matices florales y una fruta madura, de claros recuerdos de lichi, de manzana ácida. En boca es sabroso y con nervio. Una soberbia acidez pone el contrapunto brillante a una untuosidad delicada. Y su final es largo, permanece en el paladar como el recuerdo de una brisa en un jardín.

Clos Fontà 1998

Mas d’en Gil. Finca Mas d’en Gil 43738 Bellmunt del Priorat (Tarragona).
Tel. 977 83 01 92. D.O.: Priorat. Precio: 5.550 Ptas. Tipo: Tinto crianza.
Variedades: Garnacha, Garnacha peluda, Cariñena y Cabernet Sauvignon.
Crianza: 12 meses en roble francés y americano. Fecha de entrada: 16/2/2001
Consumo óptimo aprox: 9 años a 17/19º C. Puntuación: 9/10

1ª Cata: Desde su precioso color picota con fondo rubí, este vino anuncia juventud expresada en fruta madura. Pero como un buen priorat, saca la rara nota pizarrosa o mineral reservada casi en exclusiva a los tintos tarraconenses. Los aromas aportados por una buena madera, tostados, especias, algo de resinas nobles, ponen la justa resonancia en su incipiente buqué. No resulta duro en boca a pesar de su fortaleza; su bien trabajado tanino se extiende como un suave colchón por el paladar, y su equilibrio sápido hace que discurra homogéneo, sin estridencias.

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