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Vinum Asia: India Contra la corriente cultural

  • Redacción
  • 2010-09-01 00:00:00

La historia del vino en la India comenzó probablemente en la Edad Media, bajo el reinado de los emperadores Mogul, y se cultivó especialmente durante la presencia británica. En los últimos diez años, parece que el interés se ha vuelto a despertar: aumentan masivamente tanto la producción propia como las importaciones, el mercado crece anualmente alrededor de un 30 por ciento y atrae a los inversores autóctonos y extranjeros. El mayor estado productor, Maharashtra, declaró la producción de vino en 2001 como industria alimentaria, lo cual significa impuestos menores, dándole así un gran impulso a esta rama. En la mayoría de los estados federales, la producción local está bajo medidas proteccionistas: por ejemplo en Maharashtra, la importación de vino está gravada con un 28 por ciento de impuestos; en Tamil Nadu está totalmente prohibida. El clima indio es muy caluroso y no tiene invierno, por eso las cepas se podan dos veces y también hay dos cosechas, una “seca” y otra “húmeda” en la estación de las lluvias similar al monzón, pero en ésta no se recogen las uvas. Entre las principales regiones productoras se cuentan Narayangoan (cerca de Pune), Nasik (junto a Bombay (Mumbai)) y Dodballapur al norte de Bengala. Las cepas crecen sobre una meseta entre 600 y 700 metros sobre el mar, donde el calor es algo más moderado. Resulta muy curioso ver esta tierra verde cultivada en medio del desierto. Los vinos tintos se hacen sobre todo con la variedad Shiraz, porque esta uva se ha adaptado al clima y sus aromas especiados combinan bien con la comida india. También la Cabernet Sauvignon está muy presente, mientras que los vinos blancos proceden sobre todo de cepas Chenin Blanc o Sauvignon Blanc, cuyo frescor tiene mucho éxito en la calurosa India. Cultura del vino y costumbres de beber El consumo per cápita sigue siendo muy bajo, pero un país con mil millones de habitantes, en el que la mayoría de la población es menor de 25 años, naturalmente tiene un enorme potencial. Según Abhay Kewadkar, enólogo de Four Seasons, el típico bebedor de vino ronda la treintena, tiene experiencia con la cultura occidental, pertenece a la clase media alta y dispone de unos ingresos confortables. El 20 por ciento de la población bebe alcohol, porcentaje relativamente escaso para un país tan joven, pero en muchas familias indias no se consiente el consumo de alcohol por motivos religiosos y culturales. No es nada fácil poner de moda el vino, teniendo en cuenta que incluso en los lugares más modernos ¡hay toque de queda a partir de las 23.30 horas! El vino se bebe sobre todo por su prestigio, asegura Abhay Kewadkar, porque se considera más sano que los alcoholes destilados.. Perspectivas La tendencia del mercado del vino en la India es incierta. La juventud de la población supone un gran potencial, pero hay que dar tiempo a las transformaciones culturales necesarias para anclar el vino en las costumbres. En la exportación, los vinos indios aún no están en situación competitiva con los vinos bien hechos y asequibles de Australia o Chile; pero posiblemente la India no tarde más de una década en ponerse a la altura. Consejos para enoturistas El gran reto en la India es transportar y conservar adecuadamente el vino. Es difícil mantener ininterrumpida la cadena del frío y las tiendas especializadas por lo general ofrecen sus vinos a temperatura ambiente, es decir, ¡entre 30 y 40 grados! El precio de una botella de vino aceptable se sitúa alrededor de las 600 rupias (9 euros) en el comercio, y entre 1.500 y 5.000 rupias en los restaurantes de categoría. Como turista, se puede disfrutar del vino sobre todo en los hoteles de lujo como el Oberoi (en Bombay, Calcuta y Nueva Delhi). En Nueva Delhi también se encuentran restaurantes con cartas de vinos interesantes en el distrito de negocios Connaught Place y en el Habitacle Complex en la calle Lodi Road. En Bombay, el Gobierno expide licencias más favorecedoras a los bares que sólo sirven vino pero no otras bebidas alcohólicas, así que quizá pronto se abran más bares de vinos. Los pioneros son la sala de cata Tasting Room de la finca Sula y el Ivy de Indage. Como alternativa, ¿por qué no elegir el decorado de cuento de hadas del hotel de lujo Taj Lake Palace para disfrutar de una copa de vino, en medio del lago Pichola en Udaipur, en el estado federal de Rajasthán? La carta incluye vinos indios e internacionales. Entre las fincas vinícolas, está abierta a los visitantes Sula en Nasik, a 180 kilómetros de Bombay. Y también se puede pernoctar en la finca, en caso de haber olvidado escupir el vino degustado... Tailandia Vinos para una cocina de pescado fresco Al visitar Tailandia, pronto se percibe el enorme respeto que la población siente por su rey, Rama IX. Es cierto que el rey ha hecho mucho por el país, tanto política como culturalmente. Entre otras cosas, colaboró en liberar a Tailandia del triángulo del opio: convirtiendo en regadío nuevos terrenos, facilitó que los agricultores se concentraran en otros productos como el café o los tomates. En los años setenta mandó llevar a cabo la plantación de un viñedo experimental con 400 variedades de cepa occidentales. A principios de los noventa, la producción de vino fue oficialmente permitida por el Gobierno; Château de Loei, en la provincia septentrional de Loei, fue la primera bodega. Tailandia es uno de los países del “nuevo paralelo”: las uvas crecen en la franja del paralelo 15. Hay tres regiones vinícolas principales: las provincias Phichit y Loei (a una altura de 300 a 600 metros) en el Norte, Khao Yai (300 a 500 metros) al este de Bangkok y el delta del Chao Phraya en la costa occidental. La mayoría de los suelos contienen lodo. Debido al clima caluroso y húmedo se producen dos cosechas al año, una durante la estación seca en febrero y otra de menor calidad durante la estación de las lluvias en septiembre. Tailandia registra un elevado consumo de alcohol; el Ministerio de Sanidad ya ha promovido varias campañas para reducirlo. Tras visitar GranMonte, acampé junto al cercano Parque Nacional de Khao Yai y me topé con un grupo de tailandeses que me ofrecieron compartir su tienda con ellos. Habían venido expresamente a pasar la noche en el Parque Nacional para tocar la guitarra, cantar y beber. A la mañana siguiente volvían temprano a Bangkok. Pero el vino es lento en introducirse en los hábitos de consumo de los tailandeses, asegura Morgan Williams, de GranMonte. En parte, debido a los elevados impuestos (un 160 por ciento) con los que está gravado el vino, declarado artículo de lujo. “Los vinos tailandeses están construidos para armonizar con los complejos aromas de nuestra cocina”, dicen en la bodega Siam Winery. Wine for spicy food es el lema que reza en el corcho de su Monsoon Valley. La cocina tailandesa se basa en ingredientes sencillos de gran calidad: pescados y mariscos frescos, hierbas aromáticas, especias, verduras, frutas tropicales. Los vinos blancos para acompañarla han de ser marcadamente frutales, con más bien poca acidez y un deje de abocado; los tintos, frutales, suaves y relativamente ligeros. Perspectivas Los vinos tailandeses mejoran, aunque no estén a la altura de la mundialmente famosa cocina tailandesa. Es de esperar que el vino llegue a considerarse como bebida habitual diaria en lugar de artículo de lujo, algo que con seguridad favorecería a su calidad. Consejos para enoturistas Puede que el mejor bar de Bangkok sea el Bacchus, cerca de Ploenchit Road. Tiene cuatro pisos, desde la zona de restaurante, pasando por un salón, hasta los espacios VIP para el relax. Es uno de los mejores ejemplos de la magnífica hospitalidad tailandesa. Su impresionante carta de vinos incluye 400 entradas, desde el tailandés GranMonte hasta Pétrus. Otra buena opción es el bar-restaurante Vertigo, sobre el tejado del Banyan Tree Hotel, que ofrece una espectacular vista panorámica sobre la ciudad y el río Chao Phraya. Un poco caro para Tailandia, pero las vistas, el servicio, el ambiente y las bebidas lo valen. Para visitar, recomiendo la bodega Siam Winery, rodeada por bellísimas colinas con sus curiosos viñedos flotantes en el delta del Chao Phraya; el mejor momento es durante la vendimia. Y el Parque Nacional de Khao Yai está a tan sólo unos kilómetros de distancia.

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