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Nuevas denominaciones de origen

  • Redacción
  • 2006-04-01 00:00:00

Aunque, muchas de estas comarcas llevan toda la vida elaborando vino, alcanzar la mención de Denominación de Origen es un marchamo oficial de control de calidad. Zonas que acaban de llegar a un circo donde se compite sólo por la calidad, con la tarea titánica de que sus vinos se conozcan tanto por sus orígenes como por sus marcas, variedades, enólogos y bodegueros. En tierras leonesas las posibilidades son muchas, pero la competencia es aún mayor. Pronto podrán exhibir en la etiqueta la mención de Denominación de Origen, que para muchos es algo así como una mayoría de edad. Un peldaño más en la famosa «pirámide de calidad» que va desde el vino de mesa a la cumbre de la D.O. Calificada-inexistente en esta zona-, que aquí podría ser superada con la mención de Vino de Pago. Las nuevas menciones de Arribes y Arlanza han perdido los apelativos de Duero y Ribera debido a la confusión que podría crear la analogía con la Ribera del Duero. La variedad Prieto Picudo Por el momento, no existen sinonimias con quién emparentarla, aunque se conoce su versión blanca, seguramente debido a una mutación. El nombre de Prieto Picudo le viene por tratarse de un racimo, muy prieto, y a la forma de la baya acuminada, es decir, que termina en punta o picuda. Aunque la mayoría del público, en general, asocia esta variedad con los tradicionales rosados o claretes (como todavía se siguen llamando en la zona) de alegre aguja natural, el futuro más inmediato apuesta por los tintos de alta gama, gracias, en gran medida, a la iniciativa de nuevos elaboradores que buscan para sus vinos la originalidad y personalidad que aporta este varietal. Por increíble que parezca, para muchos viticultores tradicionales el viñedo viejo no es más que un estorbo, poco productivo y nada rentable, algo que para los nuevos inversores es el más preciado tesoro. Esta variedad es sensible al oídio y a los ácaros. Necesita podas continuas e incluso tirar racimos en el envero para concentrar mejor la calidad. La baya, en buenos años, posee hasta cuatro pepitas (comparado con las dos o tres del Tempranillo o Merlot), motivo por el que el vino terminado suele dejar un atenuado amargor en boca si no se extrema el cuidado en la extracción. Se recomienda quitar pepitas, reservando unas pocas, pues de lo contrario perderíamos parte del tanino natural característico. En las bodegas más punteras, como Dehesa Rubiales, todo se cuida: selección de uva, maceración pelicular con nieve carbónica, délestage (un tipo de remontado entre 24 y 48 horas), temperaturas de fermentación que no sobrepasen los 26º C y crianza en diferentes robles (francés, húngaro y americano) de excelente calidad, apostando especialmente por los dos primeros. Para amortiguar el amargor se recurre a la técnica del bâtonnage (mecido de las lías finas para aportar sensación de grasa en boca). De las características que posee el Prieto Picudo todo son alabanzas, según relata Lolo, el enólogo de Dehesa Rubiales: acidez alta, estructura, abundante color, glicerina y un magnífico desarrollo si bien, al principio, acuse alguna reducción. Defender la tipicidad Dentro de las cinco zonas de calidad comprendidas dentro de la comunidad autónoma de Castilla y León, el Vino de Calidad (V.C.) «Tierras de León» es la que más bodegas tiene asignadas: treinta y tres. Para muchos de los antiguos bodegueros, como Pablo San José, de bodegas Vile, y antiguo presidente de la zona, este incremento de bodegas parece desmedido para la poca producción de la zona. Todavía hoy recuerda cuando la bodega, hace cuarenta años, elaboraba más de seis millones de botellas al año. La estrepitosa caída en consumo de vino ha obligado a reestructurar el edificio para adecuarse a las 800.000 botellas que elaboran en la actualidad. Todavía mantienen los graneles aunque apuestan por la línea de calidad como su consolidado vino tinto Don Suero, elaborado con un 100% de Prieto Picudo y que, recientemente, ha salido al mercado como primer reserva de la zona. Para los asiduos a este vino notarán un ligero cambio a partir del 2000, por la inclusión de maderas de roble francés. La visión de futuro de Pablo pasa por la construcción de una bodega con viñedo propio, eso sí, de Prieto Picudo. Porque, ante todo, esta variedad es un reto personal que debe ofrecer singularidad a la zona y a sus vinos. La otra gran bodega que comparte junto con Vile más del 40% de la producción en la región es Gordonzello, construida en el año 2002. Su florecimiento se debe a Urbano Seco, alcalde de Gordoncillo, quien, aprovechando la segunda concentración parcelaria en el año 95-96 y ante la continua despoblación de la zona, decidió agrupar a todas los que quisieran aportar sus fincas para plantar viñedo y recuperar, de paso, el semblante que antaño tuvo el pueblo. Se agruparon 103 socios que reunieron 300 hectáreas, dedicando 200 a nuevas plantaciones de viña, y que hoy dan trabajo a más de treinta personas. Entre las variedades tintas plantadas domina la Prieto Picudo en un 50%; el resto son Mencía, Tempranillo y la blanca Verdejo. Su enóloga, Mariló, quien trabajó durante diez años en Bodegas Fariña, goza de amplia experiencia en el oficio, aunque reclama tiempo para llegar a exprimir todo el potencial oculto de variedades como la Prieto Picudo, especialmente. Muy cerca de Gordonzello se encuentra la bodega Villacezán, perteneciente a la Familia García Luengo, que lleva elaborando desde 1920. Conocida por su rosado de aguja elaborado por la técnica del madreo (añadir racimos enteros dentro del depósito de fermentación para provocar una fermentación intracelular, del mismo modo que ocurre con los vinos de maceración carbónica) aunque este año es precisamente el primero en que no lo han elaborado. En septiembre de 2005 estrenan nueva enóloga, Raquel. Procedente de la bodega Torrederos, de la Ribera del Duero, comenta que «esta variedad es extraordinaria y nada tiene que envidiar a la Tinta País (acidez baja, pH altos, problemas a la hora de elaborar y meter en barrica)». Y continúa: “la Prieto Picudo tiene unas características organolépticas impresionantes, acidez natural de siete gramos litros, expresada en tartárico, pH de 3,20 y, desde el punto de vista microbiológico, aporta mucha tranquilidad”. Buena tecnología y rigor con la uva, pues el 80% es seleccionada a mano. Su apuesta más fuerte es la Prieto Picudo, aunque también elaboran otras variedades como la Albarín, pariente de la Albariño, de excepcional perfume. Para la fermentación del blanco y el rosado siguen manteniendo los depósitos de hormigón bajo tierra. La gran apuesta Las dos últimas bodegas que tienen depositada una enorme esperanza en la zona y, por supuesto, en la Prieto Picudo son Dehesa Rubiales, del Grupo Galiciano, y Dominio Dostares, de la bodega berciana Dominio de Tares. Esta última está todavía en desarrollo y sacará su vino, probablemente, en octubre de este año. La primera, ha sido artífice en la elaboración de un gran vino de Prieto Picudo. Elabora entre trescientas y cuatrocientas mil botellas al año, procedentes de sus 174 hectáreas plantadas entre 2000 y 2001, todas en producción, aunque esperan llegar a las 300 has. en total. Poseen 80 has. de Prieto Picudo, 50 has. de Merlot, 40 has. de Tempranillo y 4 has. de Cabernet Sauvignon como algo simbólico. Entre valles y viñas Los Vinos de Calidad «Valles de Benavente» proceden de una tierra que dibuja las ondulaciones de sus valles arropando el cauce de varios ríos con una agricultura casi de subsistencia. Porque no es fácil sobrevivir en el siglo XXI donde se premia la tecnología, la innovación y las modas por encima de la vinicultura tradicional. El cariño e ilusión es lo que sostiene a dos bodegas como la de Francisco González y la Coop. El Teso. En la primera, situada en pleno polígono industrial de Benavente, rige un negocio familiar que ayuda habitualmente Salomé, la mujer de Francisco, el propietario. «Paco» se debate entre dos negocios: el taller de neumáticos que tiene a escasos metros, y la bodega, su pasatiempo. La otra iniciativa, todavía en construcción, es la Sociedad Cooperativa El Tesoro que dirige José Furones, Alcalde de Brime de Urz y presidente de la Asociación Valles de Benavente. Tiene en su currículo el privilegio de ser el Alcalde más veterano de España, nada menos que veintiocho años de liderato. La bodega es un reto más que se plantea a sus 60 años, y se compone de quince socios, con la finalidad de involucrar a las gentes del pueblo para evitar la emigración. La variedad con la que trabaja es la Tempranillo, principalmente, y su primer vino de la añada 2005, todavía en depósito, trae buenas maneras. Por ahora elaborarán unos cien mil litros aunque en el futuro esperan llegar al millón. Entre el escaso material de elaboración destacan los depósitos Ganímedes (que aprovechan el carbónico natural para facilitar los remontados). La tradición renovada La otra cara de Benavente, más asentada, es la que ofrece el imperio de la bodega familiar Otero. Gran parte de la bodega está escavada en el suelo, encofrada metro a metro. Fue Manuel, el padre de Julio Otero, quien dirige y elabora en la bodega, el que la diseñó con un esquema de distribución digno del mejor arquitecto. En 2001 se restauró, y se conservaron los cuarenta y un depósitos de cemento que conviven hoy con los de acero inoxidable. Los depósitos de cemento son primordiales para realizar las malolácticas debido a su temperatura estable. Entre sus elaboraciones destaca el tinto aunque no puede negar que es un enamorado del rosado. A pesar de la grave crisis de consumo e imagen que padece esta noble elaboración en España, en otros países del norte de Europa se está poniendo muy de moda. En parte, esta demanda se debe a los azotes de calor producidos en 2003 que cambiaron los hábitos de consumo en los aficionados. ¡Bendito sol! Se pasó del tinto corpulento al rosado ligero y fresco. Su popularidad es tal que en Francia se ha creado en 2004 un concurso de vinos rosados. Y en Holanda, el país que más rosado bebe, se ha creado una feria en honor a esta tipología que tendrá lugar en Abril y que promociona el ICEX. El proyecto familiar de la bodega se encuentra a escasos kilómetros de Benavente en un paraje denominado Valleoscuro, como el nombre de su nueva línea de vinos. Aquí crecen 43 hectáreas de viñedo en espaldera plantadas en 1999 con la pretensión de elaborar, en un futuro, un vino de pago. Un viñedo que busca fomentar una agricultura de futuro que evite la despoblación del campo. Todavía recuerda José Furones, el alcalde, cuando el pueblo era rico en viña, vacas y cerdos. Ahora «resulta difícil encontrar hasta gatos». Una región con pedigrí Los Vinos de Calidad Tierra del Vino de Zamora es, por excelencia la tierra del vino. Desde que uno se adentra en las entrañas de Zamora, se ve seducido por multitud de carteles que hablan de «tierra» y «vino» por doquier. Esto da una imagen de lo que un día fue su motor de subsistencia: el viñedo. Ahora un puñado de bodegas trata de recuperar tan honrosa tradición con la recuperación del viejo viñedo. Más del 90% está plantado en vaso, con algunas viñas privilegiadas que burlaron a la filoxera. La variedad que domina es la Tempranillo que recibe este nombre y no el de Tinta de Toro como algunos podrían pensar por su cercanía. Aunque Toro esté muy próximo, lo cierto es que hemos encontrado claras diferencias que dotan a los vinos de Zamora de una especial elegancia. Entre las bodegas de mayor producción se encuentran Alizán y Viñas del Zenit. La bodega Alizán fue la primera que se inscribió en la Asociación V.C. Tierra del Vino de Zamora. Fundada en 1999, cuenta con 14 socios, algunos de ellos de la Ribera del Duero ya que el grupo también tiene otra bodega aquí con un vino denominado Alzau. Una bodega coqueta, bien dotada de tecnología, con una elaboración anual de 200.000 botellas procedentes de sus 25 has. de viñedo. La otra bodega, Viñas del Zenit, cuenta con un socio privilegiado, el ex director de la revista Vino y Gastronomía Víctor Rodríguez. Cuentan con una enóloga, Amy Hopkinson, de Nueva Zelanda. De entre la buena tecnología que disponía la bodega nos llamaron especialmente la atención unas bañeras cuadradas de acero inoxidable, con forma de lagar, y unas palas que simulaban el pisado humano. Solamente una vez habíamos tenido la oportunidad de verlo en Campo de Borja, de un australiano que importó esta tecnología a España. Reparto de viñas Entre dos cooperativas se reparten la gran mayoría del viñedo. Una, Viña Escuderos, que preside Emilio Lozano, cuenta con 200 hectáreas y 38 socios, la gran mayoría jóvenes. La tutela enológica la lleva, desde 2005, Eulogio Calleja, muy conocido en la Ribera del Duero. Lo mejor, aparte de sus buenas instalaciones de bodega, son sus viñedos en suelos arcillos, muy ventilados, que únicamente necesitan de un azufrado para obtener uvas sanísimas. Normalmente se vendimia diez días después que en Toro. La otra Cooperativa es El Soto, fundada en el 2001 con 42 socios. Seguramente es quien más Malvasía elabora de toda la región. Cuenta con viñedo muy viejo entre Cabañas de Sayazo y Villanueva de Campean, lugar privilegiado para el Tempranillo. Elabora 40.000 botellas aunque todavía impera el granel. El descubrimiento Quién nos iba a decir que en el pueblecito de Cabañas encontraríamos tal hallazgo. Se trata de una pequeña bodega Teso Blanco, creada hace seis años, que dirige Juan Miguel Fuentes junto a dos socios más. El oficio le viene de familia ya que es hijo de bodegueros y cuenta a todo el que quiera oir que el vino, entre otras virtudes, alarga la vida milagrosamente, como a su abuela que murió con 105 años de edad. Prueba de que para él lo fundamental es la materia prima es que trabaja con viñedos de entre 150 y 200 años de edad, obviamente, de naturaleza prefiloxérica, en un suelo excepcional. Este se caracteriza por su mayor concentración en arcilla roja, especialmente buena en verano para retener la humedad. Al Tempranillo, variedad única con la que trabaja, le confiere una elegancia privilegiada. Además, los vinos se afinan en barricas de roble francés de precios prohibitivos. En total elaboran 23.000 botellas con diferentes marcas entre las que destacamos su Dominio Sexmil del que actualmente no hay existencias como tampoco del resto de vinos. Llevan dos añadas y una duerme en barrica, aún le quedan cuatro meses para resucitar. De este sólo saldrán al mercado entre 600 y 1.000 botellas. Un vino para coleccionar. Renovarse o morir Es posible que Arribes sea de las primeras y más antiguas zonas vitivinícolas de la prestigiosa Cuenca del Duero. Sus escarpados valles, originados por el río, que cortan como un cuchillo las masas graníticas, dan cobijo a pequeños viñedos situados en los lugares más inverosímiles que podamos imaginar. Una comarca que goza de alto valor ecológico y que fue declarada en 2002 Parque Natural. Actualmente, a pesar de su riqueza natural, los viticultores del lugar están pasando una grave crisis. Y es que, llevan dos cosechas sin cobrar, sufriendo con la viña, y optando, en muchos casos, por abandonar el viñedo. En la Cooperativa Virgen de la Bandera, situada en Fermoselle, su nuevo presidente, Tomás Marcos, está dispuesto a grandes remedios. Por lo pronto, quiere cambiar su mala imagen apoyada en la cantidad, más que en a calidad. En la bodega se trabaja con una mezcla de tradición y modernidad, incluyendo la microoxigenación. Además, como negocio paralelo, la cooperativa elabora un espléndido aceite de la variedad Manzanilla. Otra cooperativa que trata de llevar la misma filosofía es la Soc. Coop. Arribes del Duero, dirigida por José Ignacio Gallego, enólogo oficial, quien a su vez también colabora como ayudante en la Coop. de Fermoselle y en Villarino. Aquí elaboran la variedad Bruñal, como en Ribera de Pelaza. Son las dos únicas localidades que apuestan por esta variedad aunque no está reconocida en los estatutos. En total habrá 25.000 kilos. Su mayor concentración está entre Aldeadávila, Pereña y Villarinos. No se permite citar a esta variedad en las etiquetas, aunque Ribera de Pelazas tuvo la picaresca de llamar a su vino Bruñal y registrarlo. Un lecho de vino A escasos kilómetros de Fermoselle se encuentra un Hotel-Bodega, de cuatro habitaciones tan sólo, que en la oscuridad puede llegar a confundirse con una pequeña abadía. Se trata de la Hacienda Unamuno, un proyecto engendrado en 1999, pensado a lo grande, donde lujo y viñas comparten el mismo suelo. Un paseo por sus 70 hectáreas, al abrigo de los árboles que lindan en la zona, te sumerge de lleno en el vino. Aquí se dan cita variedades como Tempranillo, Merlot, Malbec y Syrah siendo esta última la que mejor se está adaptando. El sistema de conducción de la vid recomendado por el prestigioso Richard Smart, amigo del Marqués de Griñón, permite un equilibrio óptimo entre cantidad y calidad. Todo este espectacular complejo está dirigido por Alma García Prieto, formada en Castilla y León, para quien «es una gran suerte trabajar con la tecnología más puntera de la zona»: depósitos de última tecnología, délestage automatizado, paletizadora, barricas francesas... Alta tecnología para mejor manejar un millón de kilos de uva. Con el viñedo propio de apenas tres años de edad elaboran unas 12.000 botellas del vino Magíster. El resto de uva se reparte entre Hacienda Zorita, como vino de calidad de Arribes, y Durius, como Vino de la Tierra. Las perspectivas de la bodega no se centran en ser, en un futuro, Vino de Pago sino en afianzar la marca, por el momento. Por su queso lo conoceréis Esta historia trata de una pareja de biólogos, Francisco José Martínez y su mujer Sara, que aterrizaron en el entrañable pueblecito Fornillos de Fermoselle. Su primera iniciativa, hace once años, fue la elaboración de un buen queso de cabra. Con el tiempo, y la influencia de Telmo Rodríguez en sus inicios como elaborador independiente, decidieron apostar por la elaboración de vino, pues el queso es estacionario y podía combinarse bien con la fecha de vendimia. Tras dos pruebas fallidas, decidieron abandonar. Pero, desde hace dos años retomaron la iniciativa, que fructificó en el nacimiento de la Setera, de idéntico nombre que el queso. Elaborado con Juan García y pequeños porcentajes de Tinta Madrid (Tempranillo) y Bruñal procedente de viñedos antiguos, el estilo del vino posee una gran personalidad que Francisco interpreta a su gusto, alejado de modas o posibles similitudes. Poseen entre 6 y 7 hectáreas de viña y, conjuntamente, compran uva a viticultores a los que asesoran en poda, para alcanzar una producción total de 12.500 botellas al año. Lo asombroso es el lugar donde se produce el milagro: una minúscula bodega, muy bien distribuida, hecha a medida y acogedora. Es el sueño inconfesable de todo aficionado al vino para el día de su jubilación. Francisco sabe que son más conocidos por el queso que por el vino, aunque espera que, en un futuro próximo, la balanza se equilibre. Un italiano-uruguayo en Arribes La vida de Julio Gallo, el hombre para todo en la bodega Ribera de Pelazas, es pura vocación y amor a la profesión. Cuenta que él siempre se dedicó al vino, allá en Uruguay, donde tuvo una bodega durante diez años que se vio obligado a abandonar por la crisis económica de Argentina. Su condición de italiano de nacimiento le permitió estudiar enología con personajes tan ilustres como los hermanos Pisano. Tras abandonar su gran pasión se dedicó a elaborar queso, dulces de leche y salsa de tomate, pero su sueño de bodeguero seguía persiguiéndole hasta que no tuvo otra salida que rendirse. Se vino a España, y estuvo cuatro meses aprendiendo del magisterio de María Isabel Mijares. Una vez «se hizo mayor», se instaló en Pereña, cerca de la bodega, y a los pocos días trajo a España a su familia. Su apuesta no es fácil aunque viene asesorado por el inquieto Pascual Herrera, quien le propuso hacer monovarietales de las dos variedades de mayor futuro, por el momento, en la zona: la Juan García y la Bruñal. Es esta última es la que goza de mayor personalidad, semillas grandes, piel muy gruesa, alta acidez, aromaticidad y cuerpo. Todavía está en proceso de estudio su elaboración (barricas de 300 litros, diversas técnicas enológicas) pero no hay duda que es un caballo ganador. De esta variedad sólo elaboran dos o tres barricas, con un precio por botella de 60 euros que hablan a las claras de su escasez. De la Juan García asegura que posee buena acidez, que no hace falta corregir, un buen color aunque con tendencia a caer. Levantar la cabeza La tradición vitícola en la comarca del Arlanza se remonta al siglo VII. Durante mucho tiempo suministró uva a Rioja y Ribera del Duero. Cuando ambas alcanzaron la calificación de D.O., los viticultores fueron cambiando la viña por el cereal. En el año 1994 un grupo de viticultores nostálgicos, tres bodegas (Sierra, Hijos de Máximo Ortiz y Monte Aman) y, sobre todo, alcaldes y aficionados crearon lo que en su momento se denominó La Comisión Gestora de la Ribera del Arlanza. En 1998 consiguieron la mención de Vino de la Tierra de la Ribera del Arlanza. Primero desapareció la palabra «Ribera» en las etiquetas, por problemas de comercilización, sobre todo en bares y restaurantes de Burgos. El hostelero, que solicitaba al distribuidor un Ribera para chateo, este le preguntaba ¿cuál, del Duero o del Arlanza? y, el hostelero, ante el desconcierto optaba por la Ribera del Duero para no complicarse la vida. Dos riberas, dos estilos En calidad algunos pueden comparar el Arlanza con la parte norte de la Ribera del Duero, es decir, Burgos y Soria. Los suelos de las dos regiones son similares, terrenos de arcilla. Pero, lo que realmente marca la diferencia es el clima, hasta tal punto que la vendimia se realiza una semana después que en la Ribera del Duero, e incluso, la maduración aquí suele ser más complicada por las lluvias de octubre. Es la zona de Castilla y León donde más tarde comienza. La altitud es otro de los factores determinantes para definir la personalidad de los vinos. A pesar de que la zona es pequeña, ofrece gran diversidad. Por ejemplo, en los alrededores de Covarrubias, donde podemos encontrar viñedos plantados a más de 1.000 metros (con 14% vol.), los vinos son más afrutados y ácidos; en Lerma destaca menos la frutosidad, pero en boca son más equilibrados y comerciales; y, por último, los vinos del curso bajo del río Arlanza se asemejan más a los de Ribera del Duero por su concentración y capa más alta. La variedad mayoritaria, que aquí se llama Tinta del País, es originaría de La Rioja como ocurre con otras zonas limítrofes, aunque no es otra cosa que Tempranillo. En Arlanza, el porcentaje de viñedo viejo es alto, un 60%, con algún rincón de viña prefiloxérica. Domina el vaso frente a la espaldera, de cultivo poco masificado. La maduración lenta, con necesidad de menos tratamientos, hacen de ella una uva ecológica. Conceptos claros Por el momento, en la zona domina el vino embotellado (con un 90%) sobre el granel. Un buen ejmplo es el de la cooperativa Arlanza Provinciana, inaugurada en 2001, que lleva varios años recogiendo premios gracias a su rosado. La Colegiada, que pertenece al grupo Femal, también posee otra bodega en Ribera del Duero, Arzuaga, y una fábrica de ropa donde confeccionan los modelos de Amaya Arzuaga: por el momento sólo elabora crianzas de buena calidad. La versión más moderna viene de una de las últimas incorporaciones, bodega Buezo V.S. y Vinos de Guarda. Se trata de una sociedad integrada por gente de Burgos y Madrid. Tiene la tecnología más vanguardista, puente grúa, depósitos troncocónicos, etc… y cuenta con una joven enóloga, Ruth Franco. La primera añada ha sido la de 2004, obtenida de sus 45 has. de viñedo. Es posiblemente la bodega más moderna de España y, a buen seguro, será el buque insignia de la futura D.O. Arlanza. Vinos de calidad «Tierras de León» En 1985, un grupo de Cooperativas y Bodegas, pertenecientes a la zona de Valdevimbre, Los Oteros y Cea, deciden formar una Asociación Profesional que agrupase a viticultores, elaboradores y embotelladores con el fin de lograr una futura Denominación de Origen para sus vinos. En 1999 se acogen a «Vino de la Tierra», y no es hasta el 21 de diciembre de 2004 cuando el título anterior les convalida para ser V.C.P.R.D. (vino de calidad protegido en región determinada). La zona, situada al sur de León, ocupa parte de la provincia de Valladolid lindando con Zamora y Palencia. La superficie de producción comprende 7.000 hectáreas de viñedo de las que sólo 2.500 están inscritas. Ha de lidiar con un clima caprichoso debido a la influencia, por un lado, de dos riberas: Esla y Cea, en que domina el clima mediterráneo en su variante fría; y, por otro lado, aunque el influjo del Atlántico y del Norte deberían favorecer temperaturas suaves y copiosas lluvias, la elevada altitud de la meseta provoca el efecto contrario. Las variedades de uva utilizadas para la elaboración son: en blancas, la Verdejo, Godello y Albarín como principales, y la Malvasía como complementaria; en tintas, Prieto Picudo (60-65%) y Mencía, junto con Tempranillo y Garnacha como complementarias. El terreno está dominado por suelos franco-arcillosos y franco-arenosos con cantos rodados, a una altitud de entre 700 y 900 metros sobre el nivel del mar. La producción total se estima en 1.200.000 botellas al año. Vino de Calidad Valles de Benavente El área geográfica de Valles de Benavente está situada al noreste de la provincia de Zamora, entre los valles de los ríos Esla, Terea y Órbigo. Comprende una superficie de 1.520 kilómetros cuadrados que lo integran un total de 62 municipios. Su clima es continental, extremado y árido, con una pluviometría baja, entre 350 y 550 mm. anuales. Los suelos que más abundan son los pardo-calizos que, de una forma general, se caracterizan por tener una textura franco-arenosa, pH entre 6 y 7, profundidad de suelo entre 50 y 80 cm, con niveles bajos de fertilidad, pero que debido a su capacidad de drenaje y aireación resultan muy aptos para el cultivo de la vid. Las variedades blancas principales son la Verdejo y Malvasía con rendimientos de 9.000 kg. por hectárea; y para tintos, la Tempranillo, Prieto Picudo y Mencía, con variedades complementarias como Garnacha y Cabernet Sauvignon, permitiéndose unos rendimientos máximos de 7.000 kg. por hectárea. En la actualidad están inscritas ocho bodegas. Vino de Calidad Tierra del Vino de Zamora Fue aprobada el 28/09/2000 como vino de la Tierra, y cinco años más tarde pasó a ser vino de calidad, pudiendo así solicitar la Denominación de Origen. La comarca se encuentra enclavada en el sureste de la provincia de Zamora. Abarca ambas márgenes del río Duero a su paso por la provincia de Zamora, y esta recorrida de norte a sur por la romana Vía de la Plata (Camino de Santiago del Sur que une Mérida con Astorga). Comprende una superficie de aproximadamente 1.800 km. cuadrados distribuidos entre un total de 56 términos municipales, de los cuales 46 pertenecen a la provincia de Zamora y 10 se encuentran en el noreste de la provincia de Salamanca. El clima es continental extremado y árido, con inviernos muy fríos y veranos secos y calurosos. Las precipitaciones son escasas, y su media no llega a los 400 mm. anuales. Los suelos en profundidad son muy arcillosos con algunas gravas y guijarros en la superficie. Las variedades de uva blancas principales son Malvasía, Moscatel y Verdejo, y las complementarias Albillo, Palomino y Godello; en tintas la principal es la Tempranillo, y como complementarias participan la Garnacha y el Cabernet Sauvignon. En la actualidad existen ocho bodegas. Vino de Calidad de Arribes Se reconoce como vino de calidad el 29 de diciembre de 2004. La región se extiende por el suroeste de Zamora y el noroeste de Salamanca en una superficie total de 4.152,71 km. cuadrados. La comarca se caracteriza por sus grandes desniveles y numerosas laderas, con cotas que pueden superar los 700 metros de altitud y otras tan solo los 130 metros sobre el nivel del mar. El clima presenta características claramente mediterráneas. Los suelos son de pH ácido, baja materia orgánica, poco profundos, textura arenosa-limosa con numerosas piedras de granito, pizarra y cuarzo, con frecuentes afloramientos rocosos. La superficie de viñedo ronda los 4.800 hectáreas (divididas a partes iguales entre Zamora y Salamanca), de las cuales, 1.114 están inscritas en los Arribes. Más del 50% del viñedo plantado con anterioridad al año 1956 está cultivado en vaso. Las variedades blancas principales son la Malvasía acompañada de Verdejo y Albillo; en tintas, las principales son la Juan García (autóctona), Rufete y Tempranillo, admitiéndose como complementaria la Garnacha. Además, existen otras variedades tintas en estudio como: la Bruñal, la Bastardillo Chico, la Mandón, la Tinta Jeromo, la Gajo Arroba, y, en blancas, la Puesta en Cruz. En la actualidad están inscritas 11 bodegas, de las cuales seis son cooperativas y cinco son privadas, agrupando un total de 735 viticultores. Vino de Calidad del Arlanza En el año 1998 adquiere la mención Vinos de la Tierra, aunque la obtención de vino de calidad del Arlanza no se aprobaría hasta el 11 de junio de 2004. La zona se ubica en la provincia de Burgos, a unos 40 kilómetros de la capital hacia el sur. Está situada a lo largo del río Arlanza y sus afluentes, con la Sierra de Covarrubias como escenario. La demarcación territorial está compuesta por 67 municipios, de los cuales 54 pertenecen a Burgos y 13 a Palencia. El clima es continental, protegido de la influencia marítima por el aislamiento que ofrecen las montañas. Las precipitaciones medias anuales están comprendidas entre los 450 y 500 mm. La altitud media ronda los 800 metros sobre el nivel del mar. Los suelos son variados, en general, profundos, con subsuelo formado por rocas blandas (margas calizas o calizas disgregadas penetrables por la raíz), y en superficie, guijarros y gravas. También podemos encontrar terrenos arenosos, silíceos, graníticos y los formados por margas calizas. La variedad de uva tinta principal es la Tinta del País (representa el 95%) y como complementarias podrán incluirse la Mencía, Garnacha o Cabernet Sauvignon; en blancas se admiten la Albillo y Viura. En la actualidad posee diez bodegas. las mejores direcciones Hoteles Hotel Santiago Avda. Maragatos, 34 Benavente (León) Tel 902 10 10 21 Confortable y coqueto. Servicio amable y diligente. Situado en una zona cercana al centro de la ciudad. Parador Hostal San Marcos Plaza de San Marcos, 7 24001 (León) Grandioso edificio histórico en el que todo impresiona al visitante, desde los salones hasta el mobiliario. Hacienda Unamuno Ctra. Zamora-Fermoselle, km. 56 49220 Fermoselle (Zamora) Tel 902 109 902 Más bien es una bodega con hotel rural. Solo cuatro habitaciones para gozar de una paz total en el viñedo. En el silencio absoluto parece como si se oyera el rumor de las estrellas. Buena comida. restaurantes Restaurante El Mirador Corral de Campanas, 5 49001 Zamora Tel 980 535 440 Cocina moderna bien mimada, y elaborada con materia prima de la zona. Especial cuidado en los vinos. Centro de Turismo Rural El Casino Isidro Cabezas, 2 Fermoselle (Zamora) Tel. 980 61 40 17 Comida sencilla y sabrosa. Platos de cuchara con gracia. Casa Gatito Avda. Panduro y Villafañe, 31 24220 Valderas (León) Aunque de nombre mimoso, el trato es sobrio. Carta sencilla para no tener que calentarse la cabeza al elegir: o Bacalao o conejo. Sin duda la mejor opción es el pescado, uno de los mejor preparados de la comarca.

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