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De leyenda: Krug Clos du Mesnil

  • Redacción
  • 2008-02-01 00:00:00

Una uva, un clos, un vino En una región donde la regla general es el ensamblaje de vinos base de distintas procedencias, la familia Krug se cuenta entre las pioneras del retorno al terruño. Con el Clos du Mesnil, procedente de la pequeña parcela del mismo nombre de tan sólo 1,85 hectáreas, ilustra desde 1979 de la mejor manera el carácter especial de los vinos de un solo viñedo. Texto: Barbara Schroeder Clos du Mesnil podría servir de modelo para los vinos de terruño de la Champagne; sin un GPS o bien un cartero local que se ofrezca como guía, es prácticamente imposible dar con él. Debido al desarrollo urbanístico de los últimos siglos, esta diminuta viña de Mesnil-sur-Ogier, en el corazón de la Côte des Blancs, ha quedado situada en medio del casco urbano y se oculta modestamente tras muros seculares. Según reza una placa conmemorativa, esta finca fue delimitada y rodeada por un muro en 1698, el mismo año en que se terminó de construir el palacio de Versalles. Pero Clos du Mesnil tardó más tiempo que Versalles en hacerse famoso. Hasta 1750 perteneció al convento de benedictinos de Mesnil. En aquel tiempo, las uvas o los vinos jóvenes se vendían o se perdían como parte sin nombre de algún ensamblaje. Y así siguió siendo hasta 1971. No salió de la sombra de sus gruesos muros hasta que los hermanos Krug, en su búsqueda de nuevas viñas de Chardonnay por la zona de la Côte des Blancs, hicieron un alto también en Mesnil. Rémi Krug recuerda que “fue como cuando uno visita una casa que está en venta, y enseguida sabe que va a querer pasar allí el resto de su vida”. No dudaron mucho, adquirieron Clos du Mesnil, volvieron a plantar el viñedo en varias etapas y rehabilitaron también el edificio de la finca. Así las uvas se podían prensar y fermentar in situ, naturalmente con el buen hacer de la casa Krug y en las barricas de roble de 205 litros características de la Champagne. En enero, cuando había finalizado la maduración en barrica en la bodega subterránea del edificio de la finca Clos du Mesnil, las barricas se llevaban a Reims a la casa madre. Cuanto más tiempo estuvo la familia Krug observando la evolución de su primera añada elaborada en solitario (1979), más claro iba viendo que lo que descansaba en su bodega era un elixir muy especial. Poseía todas las condiciones para un gran mono-cru. Inmediatamente después de la primera cata de los vinos jóvenes, los hermanos decidieron aislar el vino del resto de la producción y romper la regla de la casa, según la cual todos los champañas se vinifican como ensamblajes. Es el único vino de esta casa que no se compone de uvas de varias procedencias sino de un solo viñedo, una variedad de uva y una añada. “¿Una jerarquía entre las añadas? No, no la hay”, dice Olivier Krug. “Año tras año buscamos la excelencia en todos nuestros vinos. Si algún día no lo lográramos, tampoco habría un Krug Clos du Mesnil.” La casa de Champagne Krug Los fundamentos del legendario arte del ensamblaje de los Krug los sentó Johann-Josef Krug. Nacido en Maguncia en 1800, aprendió la técnica de la vinificación en la casa Jacquesson & Fils, antes de fundar en 1843 su propia empresa, Krug & Cie. Desde entonces, cada generación ha transmitido a la siguiente la destreza para el ensamblaje, y por medio de una selección estricta, rigurosa y precisa, ha mantenido durante décadas el inconfundible estilo Krug. La fórmula no está escrita en ningún lugar, se hereda de generación en generación a través de la práctica y el trabajo en constante cooperación. Por ello, los vinos de Champagne de Krug son muy especiales: los estetas del Champagne y los “Krugistas” los han elevado al más alto nivel de la calidad absoluta. A partir de 1970, Krug se decidió a comprar viñedos propios para lograr una mayor independencia en su producción de Champagne. El consorcio Rémi-Cointreau se convirtió en socio de la casa, aportando la inyección de capital. Las 19 hectáreas de viñedos propios cubren hoy un tercio del volumen de uva que se precisa y constituyen el fundamento de hasta 90 vinos base diferentes con los que se ensamblan estos champañas llenos de carácter. Una gran parte se destina a la célebre Grande Cuvée, que absorbe un 80 por ciento de la producción. Desde 1999, Krug pertenece al consorcio de productos de lujo LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy). Pero la posición clave en la empresa aún está ocupada por un miembro de la familia fundadora. Desde 2007, es Olivier Krug. En 1989 se preparó para su tarea, y trabajó primeramente al lado de su abuelo, luego con su padre, Henri, y su tío, Rémi. El viñedo La legendaria base cretácea de la Champagne en Clos du Mesnil tan sólo está cubierta de una delgada capa de humus. Una situación protegida y rodeada de muros en medio de la pequeña localidad, su suelo árido y la orientación hacia el sureste son condiciones cualitativas como de libro de texto. Desde su adquisición en 1971 por la familia Krug, la plantación del viñedo se acerca cada año más a su superficie máxima de 1,85 hectáreas. La nueva plantación con cepas Chardonnay se ha llevado a cabo en varias etapas, ya que según la opinión de los Krug, un Champagne adquiere más carácter si las cepas son de diferentes edades. Vinificación Las uvas Chardonnay se vendimian a mano y fermentan en barricas de roble de 205 litros. Para sus vinos de Champagne, la casa sólo emplea el mosto de la primera prensada, la llamada cuvée o bien tête de cuvée. La fermentación en barrica permite una interacción natural del vino con el oxígeno y un desarrollo lento, lo cual otorga a los Champagne de Krug longevidad y una buena capacidad de guarda. Para que el sabor de la madera no perjudique al vino de ningún modo, las barricas nuevas se “envinan” previamente. El laborioso procedimiento de fermentación en barrica genera una amplia paleta de vinos con diferentes personalidades, que al final, según su calidad, se emplean para el Krug Clos du Mesnil, o bien para mezclas para la Grande Cuvée o el Champagne de añada Millésimé. Quien toma la decisión es el comité de cata, compuesto por los miembros de la familia y tres enólogos de la casa. Tres meses después de la vendimia, los vinos base se transportan a Reims para la elaboración del Champagne propiamente dicha. Antes de salir al mercado, los Champagne de Krug se guardan un tiempo francamente largo: un Clos du Mesnil, por ejemplo, hasta doce años. Añadas Los Champagne de Krug son extraordinariamente longevos y pueden madurar varios años más después de su adquisición. Desde 1979, el Krug Clos du Mesnil se trata como un Champagne de prestigio y, como tal, se vende a un precio de entre 500 y 600 euros. Hasta la fecha han salido al mercado doce añadas (1979 hasta 1982, 1985 y 1986, 1988 hasta 1990, 1992, 1995 y 1996). Las aproximadamente 9.000 a 12.000 botellas que se producen –según la cosecha– más que venderse, se asignan.

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