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Vinho Verde: Novedades en el oeste

  • Redacción
  • 2008-09-01 00:00:00

La nueva generación de vinicultores del Minho en el norte de Portugal ha logrado un malabarismo inaudito: le ha conferido más elegancia a su vinho verde sin mermar en nada su particular carácter. Si este alegre vino blanco no existiera, había que inventarlo cuanto antes. ¿Qué podría saber mejor que un vinho verde libre y despreocupado, ligeramente burbujeante, refrescante y frutal? Pero hasta hace pocas décadas, se elaboraba sobre todo para uso doméstico, como vino regional honesto y rectilíneo, acompañante perfecto para los mariscos frescos y para los guisos fuertes del Hay momentos en la vida en los que todo parece encajar. Por ejemplo, una tarde noche de verano normal y corriente, no demasiado cálida, en la Costa Verde. El decorado está formado por una pequeña ciudad de pescadores con su puerto, cuyo nombre suena, cuando lo pronuncia un portugués, como el comienzo de una hermosa canción: Viana do Castelo. Pronto se pondrá el sol, sus rayos aún juegan sobre las fachadas blancas de las soberbias casas burguesas, cuyas puertas y ventanas están enmarcadas con noble piedra de granito, como todas las de la región del Minho. Podemos oler el aire salado del mar cercano. Las gaviotas graznan, una bicicleta avanza a trompicones sobre los adoquines de la Praça da República abriéndose paso con las toses reumáticas de su timbre oxidado. Al pasear por el casco histórico y bajando hasta el río Lima, que aquí desemboca en el Atlántico, resulta evidente cuánto bienestar debió de traer a esta pequeña ciudad la navegación, los astilleros y la pesca del bacalao. Pasaremos la noche en el Hotel Margarida da Praça, donde también cenaremos. Con ello, aceptamos explícitamente el menú, que naturalmente incluye bacalhau al estilo de la casa. Dicen que en Portugal hay al menos 365 recetas para preparar el bacalao, una por cada día del año. Me pregunto si no serán más de mil: cada día una distinta para el desayuno, otra para el almuerzo y otra para la cena. Todas las recetas tienen algo en común: las raciones son respetables y cada anfitrión insiste en que nos acabemos el plato hasta la última fibra salada. Pero no importa, porque también aquí el patrón, sin preguntar, nos ha puesto en la mesa una botella de vinho verde muy frío, con lo que no habrá que preocuparse por la digestión. Sí, aquí, en tierras del Minho todo encaja, pero de un modo discreto. El mar azul, la tierra verde, las casas blancas y el brillante vino amarillo verdoso. Paisaje para románticos Verde es el color del Minho. “Si la vida es un sueño, quiero soñarlo inacabado”: esta cita de Miguel de Unamuno la encontramos en un libro ilustrado acerca del parque de Quinta da Aveleda, finca situada en la parte sur de la zona vinícola de Paredes, cerca de Oporto. Los románticos prefieren pasear por este parque encantado por la mañana. Cuando a las nueve se abren las puertas de la Quinta a los visitantes, una delicada niebla matutina aún cubre los árboles, fuentes y senderos. Concebido originariamente como parque de inspiración francesa, la naturaleza hace tiempo que ha tomado el cetro de mando. Y el hombre la ha dejado hacer. Ya sólo la omnipresencia del musgo merece ser mencionada. Lo encontramos sobre nudosas cepas y viejos escalones de piedra, en los pilones de las fuentes, incluso en las barandillas de madera de los puentes que cruzan los pequeños estanques. A veces parece suave y mullido, otras carnoso y denso. El musgo, sobre todo cuando está acompañado de hiedra y helechos, es como un filtro suavizante que lo difumina todo y desdibuja los contornos, incluso los siglos, con todas las personas que vivieron en esta Quinta y pasearon por este parque. En la biblioteca de la casa señorial, sobre un escritorio antiguo, hay un cuaderno abierto en el que alguien, hace ya muchos años, dibujó con suave trazo de pluma y meticulosidad científica todas las flores y hierbas del parque. Una empresa inabarcable en toda una vida, en esta tierra fértil. Paraísos entre las urbanizaciones Los domingos por la mañana pasean las familias por las colinas hasta la abadía benedictina cercana al pueblecito de André de Rendufe, que antiguamente ofrecía cobijo a los peregrinos del Camino de Santiago. Hace ya tiempo que en este lugar ya no viven monjes, pero en la iglesia todavía se celebran misas. Los cánticos de los fieles resuenan como oleadas claras sobre las 50 hectáreas, nada menos, de bien cuidada viña que hay junto a la iglesia. Al vinicultor José Alberto Gomes Pedrosa, eso le gusta. Con la añada del año 2000, su familia ha embotellado aquí por primera vez un Loureiro varietal que hoy se encuentra entre los mejores de la región. Quizá el canto de los fieles anime a las cepas a producir uvas especialmente consistentes. Para no perderse los lugares paradisiacos como la Quinta de Aveleda o el Mosteiro de Rendufe, hay que tener los ojos bien abiertos. Porque la región del Minho está tan densamente poblada que muchos lugares idílicos y fincas señoriales amenazan con pasar desapercibidas en la aglomeración de calles y urbanizaciones. Tampoco los alrededores de la iglesia de Marco de Canavezas son especialmente bonitos. Aun así, los dos cubos blancos como la nieve construidos por el arquitecto estrella portugués Alvaro Siza Vieira destacan, majestuosos y audaces, del entorno nerviosamente abarrotado de edificios. En su interior, el espacio crea una espiritualidad inundada de luz que parece volverse suave; para muchos este edificio es único en el mundo en cuanto a la arquitectura religiosa. A unos pocos cientos de metros de la iglesia, un antiquísimo espigueiro reina en el jardín de una vieja casa de campo. Este divertido hórreo de granito con ranuras laterales de aireación, que reposa sobre delgadas columnas para evitar que los ratones y las gallinas se coman las provisiones allí almacenadas, lleva dos sencillas cruces de piedra en el frontón. En el Minho, las épocas se entremezclan incluso en temas tan sensibles como la religión. La vinicultura, siempre presente Las playas atlánticas de Caminha y Vila Praia de Ancora, el encanto de ciudades medievales como Amarante, Guimarães o Braga... La región del Minho ofrece al visitante multitud de fantásticas posibilidades lejos de los caminos trillados por el turismo. Y la vinicultura siempre está presente. Aunque sea en un marco mínimo, unas pocas vides en el jardín de una casa unifamiliar junto al espacio destinado a aparcar el coche. En el Minho uno se vuelve consciente de que, en realidad, ningún pedacito de tierra es demasiado pequeño para plantar vino, aunque sólo sean diez cepas. El hecho de que estas gentes lo sigan haciendo demuestra el valor que se otorga aquí al zumo de la vid. Es una de las cosas que hacen que la vida merezca la pena. agradable en un mundo del vino en el que cada vez más productores y regiones compiten por el máximo volumen de alcohol y abocado frutal. Investigaron con rigor científico el potencial de un número casi inabarcable de estas variedades autóctonas y finalmente se concentraron en las que hallaron mejores: Alvarinho, Loureiro, Arinto, Trajadura y Avesso. Con ello, confirieron al nuevo vinho verde un estilo más contemporáneo y frutal, y más elegancia, sin mermar en nada su personalidad. Guirnaldas de vides a gran altura Esta transformación es especialmente patente en los viñedos. Hace apenas un cuarto de siglo, allí las uvas maduraban en guirnaldas de sarmientos que, como la hiedra, trepaban por los troncos e incluso se lanzaban de árbol en árbol a impresionantes alturas. Los lugareños llamaban enforcado a este sistema arcaico que sólo permitía vendimiar con largas escaleras de mano. Más tarde las cepas se cultivaban cada vez más sobre pérgolas construidas con postes de granito de hasta cuatro metros de alto y travesaños cruzados de madera de castaño. En el antiguo cultivo mixto característico de las familias que se autoabastecían, estos dos sistemas gozaban de gran popularidad, pues permitían aprovechar cada metro de tierra en esta zona tan poblada del Minho. Los árboles eran importantes como materia prima y para dar sombra, y al mismo tiempo servían de soporte a la vid. Y bajo las pérgolas se podían plantar también patatas y verduras. Actualmente, en el Minho el número de agricultores para los que el vino sólo es un ingreso adicional desciende a la misma velocidad a la que aumenta el número de bodegas bien equipadas. Éstas plantan viñedos nuevos siguiendo el modelo francés, en espalderas modernas. Puede que así el romanticismo del paisaje se vea un tanto disminuido. Pero, a fin de cuentas, las uvas crecen con más sustancia y, por consiguiente, producen vinos más elegantes y de frutalidad más delicada. Es posible que algún que otro vinicultor lamente la desaparición de los viejos tiempos, cuando el vinho verde era un vino destacado, de acidez marcada, con carbónico natural, condicionado por la reducción biológica de los ácidos en la botella, un vino con apenas un diez por ciento de volumen de alcohol, del que se podían consumir cantidades ingentes sin emborracharse. “Sí, es cierto. Aquí, en el norte de Portugal, apreciábamos –y apreciamos– a este compañero primitivo y campechano. Pero seamos sinceros: tampoco conocíamos otra cosa. En Portugal, aún hoy se bebe casi exclusivamente vino portugués. Y en el pasado, no digamos. Pero también aquí ha descendido considerablemente el consumo per cápita. Tuvimos que empezar a buscar nuevos mercados”, explica Manuel Pinheiro, Presidente de la Comisión de Vinicultura de la Región del Vinho Verde. “Los vinos blancos que estaban teniendo éxito en el mercado internacional cada vez tenían más alcohol y eran más opulentos. No podíamos competir en esa carrera. Pero es que tampoco nos divertía. El vino es para beberlo. Finalmente, muchos parecían estar cada vez más hartos de esta evolución. Y se planteó la siguiente cuestión: ¿Y si el supuesto inconveniente del vinho verde resultara ser una ventaja?” Así pues, el vinho verde tradicional era como un diamante en bruto que sólo había que pulir un poco para introducirlo en el mercado de exportación. Y las últimas añadas demuestran hasta qué punto se ha logrado. Actualmente el vinho verde de calidad es un vino blanco seco con sutiles aromas de flores, hierbas y frutas de mesa frescas. Con unos diez, once o doce grados de alcohol y una acidez de más de seis gramos, aún resulta fresco y agradable. Puede tener poco o mucho carbónico, poco o perceptible abocado, pero siempre domina su carácter básico fresco, agradable, frutal y campechano. Sobre la pista del terruño En el mundo del vino no hay nada más emocionante que seguir la evolución de una región vinícola, ver cómo se va perfilando cuando los vinicultores de repente se contagian mutuamente en su esfuerzo por lograr la mejor calidad posible. Esto es precisamente lo que está experimentando la región del vinho verde. Cuanta más experiencia adquieren los vinicultores, cuanto más decidida y meticulosamente trabajan, más se reafirman los aspectos y características regionales. Así, al catar los vinos base, percibíamos con más claridad las diferencias en el sabor de región en región. Los vinos que maduran en la zona de influencia de la fresca brisa de la costa resultan más minerales y rectilíneos que los que nacen en las regiones del interior, más cálidas. Y los varietales de Alvarinho de la subregión de Monção, junto al río Minho, que forma la frontera con España, poseen una especial finura y delicadas notas de melocotón, albaricoque y cítricos. Los alvarinhos portugueses han mejorado cualitativamente tanto en los últimos años que pueden medirse sin ningún problema con los vinos de sus compañeros vinicultores españoles, que al norte del río fronterizo (en la región vinícola de Rías Baixas) hace ya tiempo han logrado el éxito con su albariño. En el corazón de la región del vinho verde, los vinicultores confían sobre todo en las cualidades de la variedad Loureiro, que produce vinos varietales con mucho brillo y finura. Otra revolución:los vinos espumosos En el Minho se anuncia una nueva revolución: los vinhos espumosos. “Desde antaño, la característica fundamental de los vinhos verdes es la acidez marcada. Por eso, nuestra región está prácticamente predestinada a producir espumosos de calidad según el sistema clásico de la fermentación en botella”, asegura Manuel Pinheiro, Presidente de la Comisión de Vinicultura de la Región del Vinho Verde. Las especialidades de vinos espumosos que ya han salido al mercado confirman esta afirmación con su carácter crujiente y rectilíneo. Lo mismo puede decirse de los aún más raros espumosos de añada y de las especialidades Brut Zero, vinos secos como la mojama que entusiasman cada vez más a los amantes de los vinos burbujeantes. En los años venideros, la oferta de vinos espumosos se multiplicará y constituirá progresivamente una competencia seria para otros productos del ramo. A pesar del ambiente de cambio, el vinho verde sigue siendo un vino con mucho color local, lo que quedó demostrado durante nuestra visita a una pequeña localidad pesquera en la Costa Verde. Mientras la mesa del único restaurante se llenaba de pescados y mariscos, con langostas recién pescadas, gambas y berberechos, el patrón en persona elegía el vino adecuado... sin preguntarnos siquiera. Naturalmente, un vinho verde de la última añada. ¿El nombre del vino? ¿El del productor? ¡A quién le importa! El vino era un representante muy digno de su especie, tan fresco como el rocío y tan crujiente como los mariscos que teníamos en el plato, agradable de beber y discreto. Como ha sido siempre, sólo que un poquito mejor. El vinho verde de calidad es un vino blanco con una sutil aromática. Vinho verde: un abanico de estilos Clásico Antes el vinho verde realizaba la reducción biológica de ácidos (fermentación maloláctica) en la botella. Esta reacción desprende gas carbónico natural como producto derivado. Hoy las bodegas terminan de elaborar el vino en el tonel hasta que se vuelve estable y, antes de embotellarlo, le añaden una pizca de carbónico. El vinho verde clásico aún presenta una acidez marcada (generalmente entre siete y nueve gramos). Se suele redondear con algunos gramos de azúcar residual. El contenido de alcohol se sitúa aproximadamente en diez grados. Un vinho verde clásico es una cuvée de diferentes variedades. Moderno Los vinhos verdes del nuevo estilo están elaborados habitualmente en seco, contienen poco o ningún carbónico (casi siempre natural) y están estabilizados cuando se embotellan. El contenido de alcohol suele estar entre 11 y 12,5 grados, y la acidez, entre seis y siete gramos por litro. Suelen ser cuvées de las mejores variedades desde el punto de vista de la calidad, como Alvarinho, Loureiro, Arinto, Avesso o Trajadura. Varietal Los vinhos verdes varietales suelen ser selecciones superiores de un productor. Las variedades que se elaboran con más frecuencia en varietal son Alvarinho, Loureiro y Arinto. El contenido de alcohol se mueve entre 11,5 y 13,5 grados, y los niveles de acidez entre seis y siete gramos por litro. Seducen por su equilibrio y su sutil frutalidad primaria. Espumoso Los vinhos espumosos son la nueva especialidad de la región. Las correspondientes reglamentaciones de Denominación de Origen existen sólo desde 1999. Las especialidades espumosas se producen siguiendo el método clásico de fermentación en botella y se presentan enormemente crujientes, rectilíneas y frescas. Dulce Aunque todavía no existen reglamentaciones para la producción de vinho verde dulce, algunos vinicultores aislados están experimentando con vendimias tardías dulces nobles de la variedad Avesso, por ejemplo. Los resultados son alentadores. Rosado De entre todas las variedades es la Espadeiro la que mejor se adecua a la producción de vinos rosados. Con aromas de frutillos rojos y una clara estructura, se producen unos vinos clásicos agradables con un moderado contenido de alcohol. Tinto Sí, también hay vinho verde tinto: los tintos se consumen sobre todo en la misma región del Minho. Un vinho verde tinto clásico se fermenta con los hollejos, raspones y pepitas, y se embotella sin haber realizado la fermentación maloláctica. Así surgen vinos de color violeta oscuro con gran contenido de taninos y acidez. Son muy apreciados por los lugareños para acompañar los sabrosos guisos tradicionales. En las casas señoriales Colinas apacibles en mil tonalidades de verde, blanqueadas casas señoriales, soberbias iglesias y divertidos hórreos para el grano: en este manto parcheado y densamente poblado que es la región del Minho se aprovecha cada metro cuadrado, a menudo para criar vinho verde. Vivir como un hidalgo rústico Muchas antiguas casas señoriales y residencias rurales de la región del Minho se han reconvertido en hoteles. O al menos los propietarios ofrecen al visitante habitaciones como alojamiento con todo confort. A continuación, una pequeña selección: Pousada de Nossa Senhora da Oliveira P-4801 Guimarães Tel. +351 253 51 41 57 Fax +351 253 51 42 04 Antigua casa señorial urbana clásica situada en el centro histórico de Guimarães, ciudad popularmente considerada como la “cuna de la nación portuguesa”. Casa de Pascoães São João Gatão P-4600-632 Amarante Tel. +351 255 42 25 95 Finca rural clásica en medio de las viñas, cerca de la pequeña ciudad del vinho verde Amarante, con su famoso puente de granito de tres arcos sobre el río Tâmego. Cuatro habitaciones decoradas con buen gusto al estilo clásico de una casa de campo. Paço de Calheiros P-4990-575 Ponte de Lima Tel. +351 258 94 71 64 Fax +351 258 94 72 94 www.pacodecalheiros.com Residencia nobiliaria del siglo XVII suntuosamente cuidada con 15 habitaciones, todas amuebladas con antigüedades. Espléndidas vistas sobre el valle del Lima con sus viñedos. Hermoso salón. El parque invita a pasear. También dispone de piscina. Hotel y Restaurante Margarida da Praça Largo 5 de Outubro 58 P-4900-515 Viana do Castelo Tel. +351 258 80 96 30 Fax +351 258 80 96 39 www.margaridadapraca.com Histórica casa señorial en el centro de la ciudad. Habitaciones cómodas recientemente remodeladas. Buen restaurante. Bien situada entre la costa del Atlántico y la zona vinícola. Hotel Monte Prado Monte Prado Melgaço P-4960-320 Prado Tel. +351 251 40 01 30 Fax +351 251 40 01 49 www.hotelmonteprado.pt Moderno y sencillo hotel de diseño en un intacto paisaje fluvial salvaje a gran altura sobre el Minho. En la piscina se oye el rumor del río. Buena selección de vinos. Adecuado también para estancias de balneario. Solar de Serrade Mazedo P-4950 Monção Tel. +351 251 65 40 08 Fax +351 251 65 40 41 www.solardeserrade.pt Edificio maravillosamente restaurado en medio de un parque. Excelentes vinos de producción propia y habitaciones decoradas con estilo. Comidas sólo por encargo.

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