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Rioja Alavesa, los caminos del vino

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  • Sara Cucala
  • 2014-03-28 10:41:25

La Ruta del Vino de la Rioja Alavesa nació por la necesidad de dar a conocer la realidad de esta pequeña zona, apenas a una hora de la capital alavesa. Era necesario alzar la voz, contar quiénes eran y por qué estaban ahí, con sus rostros cuartados por el sol, con sus vides retorciéndose de placer al borde de la carretera, con sus botellas apiladas en cuevas misteriosas. Estas son algunas de las voces de esta tierra.

Hay tres riojas en Rioja. La que rodea la capital del vino, Logroño, con sus vides legendarias y sus vinos con solera; la Rioja de las zonas altas, vigilada por la perfumada Haro; y esa Rioja de capricho, espiral continua de un paisaje de uva hipnotizadora y mágica como es la zona alavesa. De la misma manera, hay tres rutas para descubrirla y mil posibilidades de explorarla.

Brújula en mano… nos vamos al sur de Euskadi, al margen de la Ribera del Ebro, a ese trocito de Rioja protegida por la Sierra de Cantabria que llaman y conocemos como Rioja Alavesa. Aquí comienza una ruta de vino, cultura, gastronomía y arte que pronto nos descubre con sorpresa que hay también tres riojas alavesas en la propia Rioja Alavesa: la de pequeñas parcelas de vides expuestas a un cielo de temporada, la de tenues montañas en busca del paraíso y también esa Rioja Alavesa misteriosa, de caminos subterráneos, lúgubres que parecen explorar los infiernos.

Deja el invierno las cepas despeluchadas, troncos al aire gélido esperando la pronta primavera, y cuando esta llega, comienzan a florecer las primeras hojas de la vid… el campo alavés se tiñe de verde y con él esa alegría que da el sol cambiante en lluvia. La carretera de Rioja Alavesa es un placentero zigzagueo que rodea con mimo las miniparcelas de bodegas de familia; pueblos con miles de años de historia y montañitas que frenan los malos aires del dios Eolo. Hay un microclima dentro de esta tierra, lo que convierte el verano en un sosegado tiempo y el otoño la transforma en una de las más deliciosas postales de temporada.

Aquí se respira vino. Se bebe vino. Se ama el vino. Se siente el vino. No se podría entender la historia de esta tierra sin saborear ese trago divino, sin conocer a quiénes han hecho y hacen que esta tierra sea así.

 

Entre vinos

Veintitrés son los pueblos que componen Rioja Alavesa. Doce mil sus habitantes. Hay cerca de 400 bodegas, lo que supone más de cien millones de botellas de vino al año. Jugo divino que se extrae de las cepas que crecen en las 13.500 hectáreas de viñedo que forman esta tierra de suelos de arcilla y cal. Aquí crece la Tempranillo (80%), pero también la Viura, la Garnacha, la Mazuelo, la Graciano, la Garnacha Blanca, la Malvasía y ahora también la Tempranillo Blanca…

Si hubiera que comenzar una ruta por Rioja Alavesa, sin duda, habría que hacerlo desde su capital, por Laguardia: es una belleza empedrada, calzada en un sutil altozano, protegida por las vetustas murallas. La estructura de sus edificios medievales, bien restaurados y cuidados, rincones mágicos como la Casa Palacio del Fabulista Samaniego, el pórtico de Santa María o el conjunto lagunar… pero es aquí donde comprenderemos qué se cuece en esta tierra cuando descubramos que todo el suelo de este pequeño pueblo se encuentra horadado por bodegas y calados. Quien tiene una casa, tiene una cueva, quien tiene una cueva, tiene vino… ¡Así es la tierra!

Es en Laguardia donde nos encontramos también el punto neurálgico desde donde podría comenzar la Ruta del Vino por Rioja Alavesa: el Centro Temático del vino Villa Lucía. Hay quien busca en este caserón el rincón ideal para su boda, hay quien se refugia de un día de lluvia para festejar un encuentro y también están quienes simplemente apuestan por comprender dónde está y cómo es esta tierra sumergiéndose en el museo del vino que alberga este edificio. Por ser este el corazón de esta tierra de vid, decimos comenzar aquí este reportaje invitando a algunas de las voces que componen el mapa de bodegas y vinos de esta zona a que fueran ellos mismos los que emprendieran el viaje por su tierra. ¿Cómo se podría entender esta ruta si no se entendiera a quienes la han trazado?

 
Las caras de Rioja Alavesa

Se podrían hacer miles de viajes en una tierra tan pequeña. Visitar casi las 400 bodegas activas y perderse por esos paisajes de vid y olivo que dibujan la belleza de este rinconcito riojano. Sin embargo, en estas páginas hemos elegido catorce referencias, voces diferentes que bien dan reflejo de lo que vamos a encontrar constantemente: tradición e innovación; cultura e historia; familia y futuro.

Cuando hace 150 años la familia Faustino comenzó a cultivar vid no se podría imaginar que en pleno siglo XXI uno de sus Grandes Reservas emblemáticos iba ser considerado como uno de los 50 mejores del mundo (según Decanter). Jose María Moreda, responsable de I+D de la bodega, recuerda que este vino es el reflejo de una historia familiar, cuatro generaciones haciendo vino. Por eso, cuando a Moreda se le pregunta sobre su lugar preferido de la bodega, aquel al que invitaría a cualquier viajero, responde: “El silencio del botellero, donde se respira historia, donde uno se reencuentra con la razón de ser de la familia”. Hay que saborear este emblema familiar para comprender a qué sabe la tradición y la excelencia riojana.

No se entenderían los vinos de la Rioja Alavesa si no se comprendiera el paisaje que lo forma. Por eso, cuando Alejandro Simó de Bodegas Luis Alegre abre una botella de su Parcela Nº5 2009, comprendes que aun siendo un vino tan de la tierra, 100% Tempranillo, es diferente: “Las cepas crecen junto al Parque Natural Laguna de Laguardia, por eso notamos una cierta salinidad en el vino, que le da un carácter especial. Es fino… diferente”. Un vino de tierra cien por cien con una etiqueta que también viaja a otros mundos, a otras pasiones: “Me apasiona África, por eso este vino al que en bodega le tenemos tanto cariño lleva esowws colores tan característicos de ese continente que me fascina”.

Pasión, sueños, viajes… Palabras que salen de las bocas de cada bodeguero. Gonzalo Ortiz de Bodegas Valdemar de Oyón, no sale de laboratorio, el lugar donde curiosea, prueba y da forma a los vinos; sin embargo, cuando elige el vino más característico de su bodega, se queda con “un buque insignia”, Conde de Valdemar Crianza 2009.

Con vistas al pueblo de Laguardia se encuentra Bodegas Palacio. Y junto a la bodega, también el enoturismo. Fueron los primeros en hacer de la antigua bodega familiar un acogedor hotelito cuyas habitaciones llevan nombres de variedades de uva y desde cuyas ventanas se otean los campos de vid. Su historia se narra desde 1894 con tinta de uva. De su tradición y su conocimiento salen varios de los grandes vinos de esta tierra. A este viaje al corazón de Rioja Alavesa llevó su enólogo, Roberto Rodríguez Martínez, uno de los primeros vinos de autor que se han elaborado en Rioja, el Cosme Palacio Crianza 2011.

¿De dónde sale el nombre de un vino? ¿En qué se inspira un bodeguero para bautizar una nueva añada? El ejemplo de Juan Pablo de Simón, presidente de Bodegas de la Marquesa - Valserrano, podría ser el de cualquier otra familia de bodegueros de esta tierra. Si uno hace parada en esta bodega con algo más de 70 hectáreas de viñedo, seguramente uno de los vinos que probará será su Nico 2010 y, lo dicho, detrás se encuentra una tierna historia: “Es una de nuestras novedades, se llama así en honor a mi primer nieto, Nicolás, que nació en 2010 cuando surgió este Tempranillo con algo de Graciano y un poco de Mazuelo. Le tenemos mucho cariño”.

Familia, recuerdos, enseñanzas aprendidas… el joven Eduardo Eguren, quinta generación de bodegueros, lleva la lección muy bien aprendida de su padre, Marcos Eguren. “Si hay un rincón de nuestra bodega donde nos encanta llevar a la gente que nos visita es al pequeño jardín rodeado de viña que llamamos La Nieta. Es como una pequeñita Borgoña en medio de Rioja Alavesa. Nuestra joya familiar”. El escenario es perfecto para degustar su mimado Tempranillo Envejecido durante 18 meses en barricas nuevas de roble francés: La Nieta 2011. “La primera añada de este vino fue en 2004 y lo elaboramos en la bodega de Páganos”.

Un torbellino de vida, una explosión de vitalidad… Quien conozca a Florentino, de Luberri Familia Monje Amestoy (en la foto, sobre un tractor), comprenderá por qué hace uno de los mejores maceración carbónica de Rioja Alavesa. Este viaje por Rioja Alavesa lo emprendió con un Biga de Luberri Crianza, 100% Tempranillo: “Me gusta la fruta con la madera justa. Me gusta que un vino sea amable, equilibrado”. Apasionado como pocos, le gusta disfrutar de sus vinos en el lugar más emblemático de su bodega, “en el txoko. Este es el lugar donde está la familia, donde nos reunimos, donde se vive de verdad el sentir de esta tierra”.

Cuando se emprende un viaje por Rioja Alavesa a buen seguro que en más de una ocasión encontrarás a esta gente del vino entre sus viñas, contemplando la vid, saboreando los primeros frutos de las cepas. Al menos así lo confiesa José Miguel Zubia, de Bodegas Luis Cañas: “Para nosotros nuestro rincón favorito está en la parte de atrás de la bodega, donde se encuentran las viñas”. Es allí donde crece la Tempranillo de la que sale el Reserva 2008 Selección de la Familia: “Tiene algo de Cabernet, lo que lo hace un vino que enamora, que engancha a todo el mundo, que gusta” Es una bodega familiar donde no les gusta perderse nada de lo que sucede en el campo, por ello, en un futuro podremos ver una sala de cata acristalada desde donde se podrán otear las viñas de la casa.

Tiene Rioja Alavesa ese equilibrio divino entre lo moderno y lo tradicional; entre lo de antes y lo de ahora… y esto se refleja en sus vinos. Buena prueba de inquietud, aprendizaje y firma de autor es el maceración carbónica que elabora los años buenos Pablo Martínez de Bodegas Aladro. “Es un proyecto pequeño, un vino joven, Tempranillo que elaboro con las uvas de mis 7 hectáreas” Apenas 40.000 botellas repletas de ilusión. Ilusión también la que transmite la familia de Bodegas Ostatu cuando muestra su Selección 2009 elaborado con las viñas más viejas de la finca y comprendes que, sin el pasado, el presente no tendría ningún sentido: “La familia tenía viñedo desde el siglo XVI –nos cuenta Mariasun-. Nuestro abuelo vendía a granel, como casi todos los de estas tierras. Mi padre fue el que comenzó a embotellar y comercializar el vino de otra manera. Ahora nosotros, mis hermanos y yo, tenemos la mirada puesta -sin olvidar nuestra herencia- en apostar por la viticultura ecológica”.

Una vez más el entorno familiar es importante para comprender el porqué de la historia del vino. Cuando uno entra en el gran complejo en honor a Baco que han montando la familia Eguren Ugarte comprende que en esta tierra han sabido renovarse, transformarse y rodear al vino del placer y lujo que se merece. Crearon un hotel para dormir entre viñas; una bodega donde elaborar sus diferentes referencias, muchas de ellas ya premiadas en catas nacionales e internacionales; un restaurante, Martín Cendoya, donde el producto de la tierra y de temporada manda; una zona de convenciones y hasta una capilla para los que quieran enlazarse bajo la atenta mirada de Baco. Asunción Eguren, quien lleva parte del peso de este bonito complejo, mano derecha de su personalísimo padre, Victorino Eguren Mendoza, alma de esta bodega, no cesa de decir que “todo en esta casa está rodeado de la historia de mi padre y de mi tío, que fueron los que hicieron posibles estos vinos y este concepto de transmitir nuestra cultura”.

 

El vino cotidiano

Hacer de los vinos de esta tierra una apuesta segura, un manual de educación de los paladares caseros posiblemente haya sido el objetivo de Bodegas El Coto. Sus vinos ocupan las estanterías de la gran mayoría de las vinotecas del país, vinos de tierra para disfrutar. A este viaje de caras y vinos de Rioja Alavesa llegó su director de Enología, César Fernández San José (en la primera foto de la parte inferior de esta página), con Coto Mayor 2010: “Fue una excelente añada, quizá histórica en esta tierra, para nosotros esta referencia es un una seña de identidad”.

Identidad la que tiene Contino 2009, del Grupo CVNE. Cuando en 1979 el padre de Jesús Madrazo (en la foto, con un teléfono) comenzó a cultivar, rescató una uva la Graciano bajo la atenta mirada de otros viticultores de la zona. Entonces se cultivó como variedad, pero nunca se pensó que de una uva tan personal como esta se podría hacer uno de los grandes monovarietales de este país. Cuando el turismo entra en esta bodega con historia, a Jesús le gusta llevárselo al jardín rodeado por el río Ebro con todas las viñas alrededor: “Muchas veces pienso que vendo más vino cuando estoy en este jardín que en cualquier otro lugar del mundo. Es mágico”.

Mágico también es el lugar elegido por Bodegas Viña Salceda para abrir un Salceda 2009 y dejar que la tarde caiga entre las viñas: “Nada como estar sentado en el comedor con vistas al río y al viñedo de la bodega, es un lugar plácido, acogedor y muy especial”, comenta Nuria Lagunilla (en la foto, con un calendario), del equipo de Viña Salceda, “no se entendería nada de lo que hacemos si no valoráramos por encima de todas las cosas el viñedo”.

Aprender, entender, escuchar… por y para el vino… Fernando Remírez de Ganuza, de Bodegas Remírez de Ganuza, lo tiene clarísimo: “El vino nos exige estar constantemente aprendiendo, la idea es hacerlo cada vez mejor”. La calidad de la uva, la manera de mimarla, tratarla, cuidarla, la forma de elaboración y la paciencia en barrica son algunos de los secretos de Fernando y la razón por la que alguno de sus Grandes Reservas, como el 2004, hayan sido reconocidos con los cien puntos Parker: “Ese gran reserva estuvo 53 meses en barrica; así, hemos aprendido que cuando dejamos estos vinos entre tres y cuatro años el resultado es un vino mucho más joven y fresco”.

Grandes Reservas de tradición y modernidad, de mimo, de cepas añejas y técnicas modernas. Así también diseña Paco Hurtado alguna de esas joyas de Marqués de Riscal, como su Gran Reserva 2005: “Decidimos elaborar nuestro vino Gran Reserva seleccionando uvas de viñas viejas, de más de 50 años, de una de nuestras viñas, La Collada; así conseguimos elaborar un vino de gran intensidad aromática, complejo, con notas de pimienta negra, balsámico y con ligeros tostados que recuerdan a finas maderas”.
Así son las voces de Rioja Alavesa. Así es el eco entre viñas. Ahora solo hay que dejarse llevar por la melodía y perderse y encontrarse en este paraje de vid. La experiencia, sin duda, será escrita con tinta de Tempranillo. Bon Boyage!

 

 


 

El oro líquido

El viaje por esta tierra es una sorpresa constante. Sorprende que en menos de cinco kilómetros de carretera cambie el paisaje de llanura de vid a montaña de foresta; sorprende que las bodegas solariegas y los pueblos medievales se codeen con las estructuras vanguardistas de los nuevos templos del vino en España; y también sorprende que en algún rincón de este paraje de viña aparezcan laderas de olivos de los que brota la aceituna autóctona de la zona, ahora en plena campaña de rescate: la Arroniz. Los platos de temporada de Rioja Alavesa se bañan en este aceite aromático, sutilmente afrutado, ligeramente amargo y picante… Sin duda, el otro oro líquido de esta tierra, como quedó demostrado en la Feria del Aceite de Oliva de Rioja Alavesa, que tuvo lugar el pasado mes de marzo en las localidades de Oyón, Lanciego y Moreda de Álava y contó con numerosas actividades gastronómicas y lúdicas.

 

 


 

Templos de diseño

Las viñas rodean los pueblos de piedra, altivos en los tenues montes. El Ebro riega la ruda tierra. El aire agita las leyendas, la historia de Rioja Alavesa y, entre tanta solera, rompe con armonía el diseño, la vanguardia, la nueva mirada de los grandes y fantásticos nuevos templos del vino que bien merecen una visita.

Bodegas Ysios, del Grupo Pernod Ricard Domecq, despliega su techumbre de mariposa junto al pueblo de Laguardia. La obra es de Santiago Calatrava (2001), un templito del vino en el que Luis Zudaire (dentro de una maleta en la foto de la página anterior), enólogo, y el resto del equipo elaboran joyas como su Reserva 2007: “Pretendemos que en una bodega tan bella -dice Luis- no perdamos la esencia de los vinos de esta tierra. Así surgen nuestros vinos, entre la historia y la tradición, y la modernidad, lo nuevo”.

La bella bodega de Viña Real en lo alto del Cerro de la Mesa. Un edificio de hormigón, madera y acero inoxidable, con aires de noble moderno. Es sin duda un reflejo de esa modernidad y tradición que tanto nos recuerda esta tierra. La obra es del arquitecto francés Philippe Mazieres.

En Samaniego, Bodegas Baigorri es un paraíso de cristal, una bodega voyeur que no cesa de mirar a la tierra, las viñas, las uvas con las que se hacen sus mejores vinos. Es un especio delicioso creado en armonía con la naturaleza ideado por el arquitecto Iñaki Aspiazu Iza.

En la localidad de Elciego se encuentra Bodega Antión, inaugurada en 2008, obra del arquitecto navarro Jesús Marino Pascual. Una estructura en cubo que recuerda a una cepa, creada con los colores de la piedra arenisca de la zona, todo ello rodeado por sus 100 hectáreas de viñedo.

Y también en Elciego se encuentra el gran templo de Marqués de Riscal obra de Frank O. Gehry (gran foto en las páginas 4 y 5 de esta revista). Entrar en esta particular ciudad del vino es hacerlo en la bodega más antigua de La Rioja (1858), poder dormir en un hotel de cinco estrellas o darse un baño en jugo de uva en su spa.

 


 

Comer y dormir en Rioja Alavesa

Una escapada perfecta para el que busque tradición y vanguardia, ocio y cultura, buena gastronomía y excelente vino. Échale un ojo a la web y apúntate a la Ruta del Vino de Rioja Alavesa
Tienes un montón de establecimientos donde dormir, pero te recomendamos:

Hotel Cosme Palacio
Ctra. Elciego s/n
01300 Laguardia
Tel. 945 621 195
www.cosmepalacio.com
Un agradable y confortable hotel en el interior de lo que fue la antigua bodega de la familia Cosme Palacio, construida en la segunda mitad del siglo XIX, en piedra de sillería y mampostería representativas de la arquitectura riojana de aquella época, fue rehabilitada en 1990 para convertirla en lo que hoy es un rincón del descanso al estilo de un relais château francés. Junto al hotel se encuentra la bodega, y en su restaurante, cocina tradicional de la tierra armonizada, evidentemente, con los vinos de su bodega.

Hotel de Autor Eguren Ugarte
Carretera A-124, Km. 61
01309 Páganos
www.egurenugarte.com
En el pueblo de Páganos (Laguardia), es un lugar único en el que disfrutar del singular placer que supone descansar entre barricas y viñedos. La bodega cuenta con el Restaurante Martín Cendoya, en el que se maridan exquisitos vinos con la mejor comida elaborada con productos de La Rioja.

Hotel Villa de Laguardia
P. San Raimundo Hiribidea, 15
01300 Laguardia
Tel. 945 600 560
www.hotelvilladelaguardia.com
En los fogones de su restaurante, El Medoc Alavés, se cuece tradición y en la mesa se exponen platos con gran atención por la presentación. En las zonas denominadas Porche, Txoko y Terraza, la carta del Bistró El Villa ofrece una amplia variedad de platos de sabor a Rioja Alavesa y tiene una interesante carta de vinos con más de 200 referencias.

Hospedería Los Parajes
Calle Mayor, 46-48
01300 Laguardia
Tel. 945 621 130
www.hospederialosparajes.com
Dentro del hotel encontramos dos restaurantes: Las Duelas, de cocina tradicional, y Los Parajes, más moderna pero con raíz a la tierra. La decoración reclamará tu atención y tomarte el último vino en su bodega subterránea, también. 

Hotel Viura
Calle Mayor, s/n
01307 Villabuena de Álava
Tel. 945 609 000
www.hotelviura.com
Menús basados en la cocina riojana y vasca, elaborados con productos frescos y naturales. Atención también a sus cartas de vinos.

 


 

No te pierdas...

Centro Temático del Vino Villa Lucía
Crta. Logroño, s/n
01300 Laguardia
Tel. 945 600 032
www.villa-lucia.com
Se encuentra en la antigua finca de recreo del fabulista Samaniego y está rodeado por un jardín botánico con especies autóctonas y foráneas.
 Aquí encontrarás la historia de esta tierra a través de un cuidado y muy interesante museo del vino repleto de nuevas tecnologías. La visita al museo incluye una experiencia única: el viaje a través de un vídeo en 4D que nos dará la primera imagen de esta fantástica tierra (ojo, ponte una chaqueta porque la experiencia te hará pasar algún momento de fresquete) . Puedes preguntar por sus cursos de cata, suelen hacerlos todos los sábados del año.

Bodegas Casa Primicia
Páganos, 78
01300 Laguardia
Tel. 945 621 266 / 945 600 296
www.casaprimicia.com
Para entender cómo está construida Laguardia, hay que adentrarse en las profundidades de Casa Primicia, el edificio más antiguo de la villa de Laguardia. Fue en este lugar donde allá por el Medievo cuando la Iglesia cobraba los diezmos y primicias, impuesto que obligaba a los siervos a pagar una décima parte de la cosecha y los primeros frutos, y la convirtió en la primera bodega de la comarca de Rioja Alavesa (siglo XV). La visita a Casa Primicia es un paseo por el tiempo a través del vino.

Laguardia
Oficina de Turismo de Laguardia /Biasteri
01300 Laguardia
Tel. 945 600 845
www.laguardia-alava.com
Fundada en el siglo X como defensa del Reino de Navarra, está situada en un altozano y conserva casi intacto su trazado medieval. En sus extremos se hallan las iglesias fortificadas de San Juan Bautista y la de Santa María de los Reyes, con un pórtico excepcional que conserva en excelente estado su policromía. En sus proximidades se observa la Torre Abacial, antiguo castillo desmantelado de sus almenas y habilitado como campanario.
Paseando por sus calles o por el Collado llegamos a la plaza de San Juan, donde se encuentra la Casa Palacio del fabulista Samaniego, natal del la villa, edificada en sillería y con una bella portada neoclásica. Hoy en día alberga la Oficina de Turismo.
Prácticamente todas las casas tienen su propia bodega -a la que se accede desde los soportales-, lo que hace que el subsuelo de la Villa se encuentre totalmente perforado. En Laguardia se conservan numerosas tradiciones cívico-religiosas. Las fiestas de San Juan y San Pedro en junio tienen una magia especial.

Enoteca Entreviñas y Olivos
Cuatro Cantones, 12, bajo
01300 Laguardia
Tel. 945 600 911
www.entrevinasyolivos.com
¿Qué sería de un viaje por la Rioja Alavesa sin una parada en una enoteca con historia? Por eso te recomendamos una paradita con pincho y vino en esta casa de principios del siglo XVIII donde antiguamente se elaboraba vino. No te pierdas cada fin de semana el maridaje especial pintxo-vino para disfrutar de los productos de temporada y los mejores vinos. Puedes concertar una visita guiada a la casa, que finaliza con un vino en su bodega.

 


 

¡A tu aire!

La zona es fantástica para recorrértela en coche o incluso, los más deportistas, pueden hacer rutas en bici o de senderismo.
El paisaje es una delicia para fotografiar en cualquier punto y las bodegas, que se salpican a cada paso, son parada indiscutible para entender dónde te encuentras. Por eso, una de las mejores formas de conocer esta zona es ¡a tu aire!
Eso sí, hay lugares que no te puedes perder. Si no es en tu primer viaje… ¡¡¡en el segundo!!!

Dolmen de la Hechicera en Elvillar
Las carreteras de la Rioja Alavesa están perfectamente señalizadas. Habrá un momento en que encontraréis un letrero que diga “Dolmen de La Chabola de la Hechicera”. ¡No os lo perdáis! Se trata de una construcción megalítica que servía como panteón colectivo y que, según la leyenda, lo habitó una bruja de una antigua raza de personajes mitológicos al modo de los gentiles de otros lugares del País Vasco.

Labastida
Fue recinto amurallado del Reino de Navarra hasta el año 1200, cuando pasó a formar parte de la Corona de Castilla. Aún hoy se puede entrar por el arco de Larrazuria o por el del Olmo a su casco medieval. En él se pueden encontrar numerosas casas señoriales, palacetes, amplios umbrales, edificios religiosos de bella estampa y el mayor número de casas solariegas blasonadas de piedra de sillería de Rioja Alavesa. En la calle Mayor encontraréis la casa de Manuel Quintano, el
introductor en España en el siglo XVIII de las técnicas enológicas bordelesas. Y de gran belleza es la ermita del santo Cristo, que aún conserva su aspecto de fortaleza, magnífica atalaya desde la que se contempla una amplia panorámica de la comarca. La iglesia de la Asunción acoge un antiguo órgano construido en 1670 y en la Plaza de la Paz, junto a la
Casa Consistorial -de estilo barroco tardío- se encuentra la Casa Palacio de los Salazar, actualmente Casa de Cultura.

Samaniego
Precioso lugar de callecitas empedradas y casas de piedra muy bien conservadas. Se respira historia y tradición, así que nada como dejar el coche y pasear con calma por este pueblo porque nos llevará de viaje a tiempo pasados.

Elciego
Tiene un encanto especial. Quizá es aquí donde nos demos cuenta de la dualidad que caracteriza a Rioja Alavesa: modernidad y tradición. Elciego es un encantador pueblo que ya desde la carretera nos saluda con sus dos torres desiguales de estilo gótico-renacentista que dan personalidad a su iglesia de San Andrés. Cuando dejas el coche en la parte de abajo y comienzas a caminar, acabas, irremediablemente, en la plaza Mayor, donde se encuentran el Ayuntamiento, con un admirable escudo imperial en su fachada, y la ermita de Nuestra Señora de la Plaza, con planta ochavada del siglo XVIII. En las afueras del pueblo nos encontraremos con las ermitas de San Vicente y San Roque y, al borde de la carretera que va a Baños de Ebro, la de la Santa Cruz, que llama la atención por sus características estructurales que la asemejan a las construcciones prerrománicas.
Hasta aquí la tradición. Pero es inevitable no quedarse hipnotizado con la famosa obra del Nobel de Arquitectura Frank O. Gehry, las Bodegas Marqués de Riscal.
Sin duda una de las joyas de vanguardia de la zona.

Villabuena de Álava
Muchos son los cicloturistas que emprenden viaje entre viñas a ritmo de pedaleo. Es una delicia de pueblo medievel con sus edificios civiles como la Casa del Marqués de Solana o la Casa del Indiano, que muestra un relieve de Santiago Matamoros. La iglesia del pueblo es de los siglos XVI y XVII y fue construida en honor a San Andrés. Merece la pena una paradita y respirar en su plaza, auténtico lugar de encuentro al caer el sol.

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