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Enoturismo por España: diversión sostenible y segura

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  • Diana Fuego
  • 2020-07-20 00:00:00

Hoteles rurales entre viñas, incitantes armonías, Rutas del Vino de belleza salvaje, pintorescas bodegas, magnéticos territorios vinícolas por descubrir... Es el momento de apostar por uno de los enodestinos más atractivos del mundo. 


Pasamos meses asomándonos al mundo desde nuestras ventana s, fantaseando con lo que haríamos cuando el coronavirus nos diera una tregua: respirar en plena naturaleza, brindar una y otra vez, disfrutar de la vida con otra cadencia... El enoturismo invita a cumplir todas esas fantasías, y se ha convertido en una de las opciones más seguras y tentadoras para las escapadas veraniegas: territorios rurales de belleza salvaje, bodegas con mucha historia, pintorescos rincones por descubrir, incitantes armonías, originales actividades entre viñas...
Las bodegas españolas recuperan poco a poco su ritmo habitual, como lo hacen todos los agentes que forman parte de las Rutas del Vino de España (museos, alojamientos, restaurantes, etc.), ya preparados para recibir a sus visitantes Con los brazos abiertos –así se llama la campaña que han lanzado en redes sociales para dar la bienvenida a los turistas–. Este tipo de turismo slow, "sin aglomeraciones, tranquilo y seguro", como apunta Rosa Melchor –presidenta de ACEVIN– se va consolidando cada vez más, según constata el último informe del Observatorio Turístico de ACEVIN: en 2019 aumentó el volumen de visitantes hasta los 3.076.334, un 3,9% más que el año anterior; y el impacto económico superó los 85 millones de euros solo en visitas a bodegas y museos. Estos datos tan positivos refuerzan el papel del enoturismo como dinamizador de los territorios rurales, con una riqueza natural, patrimonial, cultural, histórica, gastronómica y enológica inmensa. Apostar por el enoturismo de nuestro país significa apostar por el lado más sostenible, por las raíces, por lo auténtico. Y este es el momento.

Naturaleza y buena mesa
Porque España, con sus 969.000 hectáreas de viñedo, es uno de los destinos enoturísticos más atractivos del mundo. La variedad de uvas autóctonas (cerca de 150, según datos de la FEV), paisajes y climas (tortuosas zonas de montaña, mares revoltosos, fértiles vegas, redondeadas costas, misteriosos bosques, áridas llanuras donde reina la estoica vid...) es excepcional; y sus propuestas enogastronómicas, insuperables.
El extraordinario número de denominaciones de origen protegidas e indicaciones geográficas protegidas que hay en nuestro país no solo asegura la calidad y diversidad de sus vinos, también ampara exquisitos aceites, quesos y mantequillas, jamones, carnes, legumbres, frutas, verduras y hortalizas, embutidos, arroces y cereales, productos de panadería y pastelería... que construyen con mimo artesano la esencia de cada territorio, desde los Pirineos hasta el valle del Guadalquivir, de la cornisa cantábrica al Mediterráneo. Todos estos sabores nos cuentan historias fascinantes que se entienden mucho mejor desde el lugar en el que se forjaron.   

31 Rutas para perderse
Y las 31 Rutas del Vino de España, que atraviesan prácticamente todas las zonas vinícolas del país, son el destino perfecto para dejarse llevar por ellas: Rías Baixas y sus sublimes mariscos, el Marco de Jerez y los pescaítos de la Bahía de Cádiz, La Mancha y sus maravillosos quesos, Alicante y sus espléndidos arroces, Navarra y sus suculentas verduras... Pero el enoturismo va mucho más allá de la gastronomía: narra la historia de cada región a través de las bellas cicatrices de la Historia. Desde el espectacular yacimiento minero romano de Las Médulas en El Bierzo a la Mezquita-Catedral de Córdoba en Montilla-Moriles; de los castillos y fortalezas que salpican los alrededores de Rueda a las huellas de dinosaurios de Rioja Oriental; de los monasterios de la Ribera del Duero al Parque Cultural del Río Vero en el Somontano... en cada ruta hay auténticos tesoros aguardando ser visitados. Además, las bodegas proponen actividades tan originales como sobrevolar viñedos en globo, hacer excursiones a caballo (¡incluso en helicóptero!) entre viñas, tratamientos relajantes de vinoterapia, catas en barco, conciertos en bodegas, cenas con sesión de astronomía, vendimias en familia... Y pocas sensaciones son comparables a despertar en un silencioso monasterio, o en un exclusivo hotel rural donde el desayuno se sirve junto al viñedo. Penedès, Cariñena, Manchuela, Ribera del Guadiana, Toro, Yecla, Arlanza, Sierra de Francia... las opciones para perderse son casi infinitas. Y tenemos todo un verano por delante para explorarlas.

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