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Godello de Valdeorras. Inconfundible impronta mineral

  • Redacción
  • 2012-05-01 09:00:00

No es la más popular, ni la más extendida, ni la más francamente explosiva, pero entre las variedades de uva gallegas, la Godello es la joya que más valoran los entendidos, tanto los catadores como los propios elaboradorares que, de un tiempo a esta parte, van aprendiendo a pulirla y a eternizarla como un diamante.

La Godello siempre estuvo ahí, pero confundida en viñedos en que se mezclaban las variedades, y delicada y melindrosa frente al frío y la humedad. Lo cierto es que los viticultores fueron optando por otras más resistentes o productivas. Pero como la famosa aldea gala de Astérix, también aquí hubo alguien que resistió. En el valle del río Sil, el paisaje negro de pizarra que dibuja El Barco y toda Valdeorras, cerrado por túneles legendarios y montes donde se encuentra la única estación de esquí gallega, Manzaneda. Se puede contemplar justo al frente desde una viña a 550 metros de altura donde solo trepan en todoterreno los vigilantes del tendido eléctrico y el equipo de la bodega, de Valdesil. En 1885, José Ramón Gayoso, natural de la aldea de Portela, plantó en este valle recóndito el primer viñedo de una sola variedad, y elegió aquella en la que adivinaba mayor potencial: la Godello.
Y ahí están aquellas viñas de la familia Prada-Gayoso,en su momento óptimo, cuando unas han cumplido 30 años, otras medio siglo. Un puzle de once pequeñas piezas, de minifundio, plantadas en pizarra con distinta inclinación, orientación y altura, mimadas en el proceso de vegetación, vendimiadas a mano en pendientes impracticables y elaboradas por separado para componer un vino inimitable: Pezas da Portela Godello, que se hace sin prisa, con una lenta maceración, prensado a mano, fermentación sobre lías, medio año de crianza con ellas y uno de guarda antes de salir a la calle.
Su pareja, Valdesil Godello, procede de viñedos algo mayores y de suelo más profundo en Villamartín de Valdeorras. Fermenta lentamente, durante dos meses, se guarda otros cinco y, cuando sale, está preparado para mejorar en botella hasta más de 10 años. Igual que el Pezas da Portela Godello. Y un conocedor mercado de 27 países así lo aprecia.
Son vinos complejos, untuosos, plenos, con aromas que combinan delicadamente mineralidad y flores, pero con leves toques de hierba y medida acidez, de modo que resultan refrescantes. Vinos que se avienen a la crianza en madera y toman de ella lo mejor, que combinan con bocados de lujo: percebes, salmón, foie, caviar, pescados salvajes al horno o la sal, carnes blancas, jamón ibérico... Pero que no necesitan ni eso, que son copas ideales a cualquier hora y a deshora para gozar y meditar.

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