Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Nueva Zelanda. En el fin del mundo

  • Redacción
  • 2012-05-01 09:00:00

Nueva Zelanda. Lo primero que se nos viene a la cabeza es Sauvignon Blanc, pero el futuro tiene otro color. El mundo del vino empieza a girar alrededor de variedades como Pinot Noir, Syrah o Albariño. Acompánenos a visitar a los viticultores de moda... y a los hobbits.


Todos los caminos llevan a Auckland. Los que llegan en vuelo internacional, si no han hecho escala en Australia, aterrizan allí, en la ciudad más grande de Nueva Zelanda, una vibrante metrópoli comercial. Auckland es más famosa por sus atascos que por su belleza, pero en ambas cosas se está trabajando. Aun así, hay tanto que ver en los alrededores que muy pocos viajeros se detienen en la ciudad. Para los aficionados al cine, están los legendarios exteriores de las zonas de vega, la patria de los hobbits, esos seres provistos de pies peludos y una buena porción de tranquilidad y ganas de fiesta. Realmente es un escenario perfecto para El Señor de los Anillos, y también un espléndido paisaje de profusa vegetación. Además, Auckland tiene algo que ofrecer a los amantes del vino, pues muy cerca de allí empezó la historia de la vinicultura neozelandesa. Pero de eso hablaremos más tarde. Primero unámonos al flujo de turistas aficionados al campo. A tan solo media hora de viaje desde Auckland se halla su destino: Matakana. Allí hay estudios de artistas, restaurantes, colinas paradisiacas… y vino. Más al Norte, en Nueva Zelanda solo se encuentra la pequeña región vinícola de Northland.
La vista sobre Matakana es idílica: suaves colinas, hierba de un jugoso verde donde pastan pacíficamente vacas y ovejas. Los primeros viñedos que se divisan al circular por la autopista State Highway 1 pertenecen a la bodega Ransom Winery. Están orientados al Norte, como debe ser en el Hemisferio Sur. Robin Ransom, su mujer Marion y su hijo Gabriel llevan la pequeña finca vinícola que, con sus 10 hectáreas, es la segunda más grande de la región. El afable y tranquilo Robin abandonó en su día el mundo de los negocios y las oficinas, como otros tantos en este país donde muchas cosas cambian en poco tiempo. Fue uno de los primeros en plantar Pinot Gris en Nueva Zelanda: “Apostamos por un estilo plenamente aromático, a la manera de Alsacia”. Un estilo off-dry, es decir, con un ápice de azúcar residual, que se ha popularizado en todo el país. Clos de Valerie es el nombre del Pinot Gris de Ransom, pero el mejor vino de la finca es el K Syrah, con doce meses de barrica, aromas de pimienta blanca e higos y un 13 por ciento de alcohol, un volumen discreto para lo habitual en los vinos del Nuevo Mundo: “Por lo general, no tenemos más concentración de alcohol. Y está bien que sea así”. Además, Robin está en pie de guerra contra las variedades de uva más aplaudidas del mundo del vino neozelandés: “¡Matakana es una zona libre de Sauvignon Blanc! Y como la mayoría de los Pinot Noir de Nueva Zelanda son bombas de fruta sin interés, aquí apenas tenemos cepas de esa variedad”. Para ser exactos, solo media hectárea, situada en Hyperion Wines, posiblemente la finca vinícola con el espíritu más independiente de la región. John Crone antes trabajaba para IBM, ahora cultiva dos hectáreas y media de viña, una especie de semijubilación, como él lo llama sonriendo. También tiene algunas vacas y alojamientos de turismo rural. Su bodega -o mejor dicho, bodeguita- está instalada en una antigua vaquería. “Los tanques aún son los de la producción de leche, igual que en otras fincas se trabaja con los remanentes de la industria cervecera. Funciona de maravilla”, afirma. Crone construyó el sistema de refrigerado con una manguera de regar. Es un auténtico manitas, en la finca lo hace todo él solo. Y es un amante de la Cabernet Sauvignon: su mejor vino está hecho con esta variedad. No todos sus vinos son convincentes, pero son más que suficiente para una agradable excursión de fin de semana. En estos momentos una pareja está sentada al sol, delante de su finca, tomándose una botellita. Así es Matakana.

Contra la crisis, enoturismo
Hace diez años no existía el enoturismo propiamente dicho, y ahora es omnipresente, desde la venta directa en las propias bodegas: la palabra mágica es cellar door, que para J.R.R. Tolkien, autor de El Señor de los Anillos, es una de las combinaciones de palabras acústicamente más bellas del idioma inglés. Y tiene razón, parece que se deshace en la boca al pronunciarla. Igual que los vinos de hechura tan complaciente de Ascensión: con mucho tino, todos ellos han recibido el nombre de un santo… porque está de moda: 12 Apostles, Vestal Virgin, Glory o Benediction. Y eso que los propietarios no son especialmente creyentes. El nombre de la finca procede del ascend to the vineyard, es decir, “subida al viñedo”. Producen 7.000 cajas al año, en su mayoría tinto. “Es mucho más divertido hacer vino tinto”, asegura el bodeguero jefe Michael Ramon, que prefiere el roble americano por sus aromas de coco y vainilla. “No me da miedo”, afirma. Pero lo primero que piden los visitantes siempre es Sauvignon Blanc, “que aquí no tiene ningún sentido, necesitaríamos noches más frescas y mayores oscilaciones de temperatura. Aquí todo es más constante y no hiela, lo cual genera menos acidez, pero claro, también menos alcohol”.
Otra excursión de un día nos lleva desde Auckland a Waiheke, llamada Island of Wine -isla del vino-. El trayecto en barco dura tres cuartos de hora. También allí apuestan por el turismo y por los tintos –algunos bastante caros– hechos con las variedades de Burdeos. Los veranos, algo más calurosos, lo hacen posible. Pero también hay Chardonnay, Syrah... ¡incluso olivares! Cable Bay, Stonyridge (su ensamblaje de variedades bordelesas Larose es una especie de icono del vino neozelandés), Destiny y Man O’War han sabido hacerse un nombre. Pero quienes busquen grandes descubrimientos mundiales lo harán en vano. No así en Kumeu River, una parte de la región vinícola Greater Auckland. La finca que lleva el nombre de la subregión es poco vistosa: una construcción plana junto a una carretera polvorienta… pero no se debe juzgar por las apariencias. Mate Brajkovich, procedente de Dalmacia (Croacia), donde ya había trabajado como vinicultor, fundó la finca en 1944. No obstante, las variedades croatas no consiguieron adaptarse climáticamente a este extremo del mundo.

Descubrir algo de categoría mundial
Brajkovich fue uno de los dálmatas, llamados dallies, que fundaron la industria de la vinicultura en este país. Empezaron produciendo jerez y oporto para los inmigrantes británicos, luego vino de mesa. Antaño, los dallies crearon las grandes fincas vinícolas en la amplia región de Auckland: Villa Maria (familia Fistonich) es, sin duda, la más conocida. En los comienzos se ayudaban mutuamente, igual que en la vieja patria. Hoy la viuda de Mate y sus cuatro hijos dirigen Kumeu River. El enólogo es Michael, que mide dos metros y fue el primer Master of Wine de Nueva Zelanda (actualmente hay diez). La familia concentra sus esfuerzos en la Chardonnay. “¿Por qué plantamos vides precisamente en Kumeu? Porque entonces el precio del suelo era asequible para nosotros.” Y Michael se ríe.
En Kumeu River hay tres vinos de pago: Coddington Estate (opulento), Hunting Hill (elegante y con casta) y Mate’s Vineyard (profundo y terroso con deje de humo). El Estate Chardonnay es sobrecogedor. “En catas ciegas con frecuencia confunden nuestros vinos con los de Borgoña, aunque son algo menos minerales y especiados”. En 1984, Michael fermentó por primera vez con levaduras naturales... y decidió no contárselo a nadie. En cuanto a la madera, apuesta por el tostado medio y medio-plus, y también por el tostado heavy para algunos vinos de Chardonnay. Tiene barricas de diez toneleros distintos, pero la mayoría son de la Tonnellerie François Frères. En la bodega, el medio elegido es un prensado de la uva entera extremadamente lento, por ello no es preciso añadir acidez, “pero tenemos que chaptalizar, porque si no lo hiciéramos, el alcohol no sería suficiente”. Michael tiene un truco para las levaduras: como pretende evitar los primeros aromas que se producen durante la maduración sobre lías, saca el sedimento de levaduras de las barricas, lo pasa por un proceso de microoxidación y, a continuación, lo devuelve al vino.
También en Matua Valley Wines, una de las grandes bodegas de Nueva Zelanda, han reflexionado mucho acerca de las lías. La finca pertenece hoy al grupo Foster’s y fue la primera en plantar Sauvignon Blanc en el país: allá en 1974, en Waimauku. Montana (hoy Brancott) llevó plantones de Waimauku a Marlborough, el lugar del verdadero big bang de la vinicultura neozelandesa. Quizá ahora Matua Valley imponga tendencia con el Chardonnay Superior. El truco consiste en aspirar las levaduras de algunas barricas y añadirlas a las mejores. “Sacrificamos ciertos vinos en favor de conseguir la mayor calidad”, explica el enólogo Nikolai St. George. También a él se debe que en las inmensas naves de bodega suene música de rock duro. La selección musical parece sentarle bien al Chardonnay. También los vinos de Sauvignon Blanc sin duda están entre lo mejor que Nueva Zelanda tiene que ofrecer, tanto en Awatere Valley, Marlborough o Wairau Valley. La Sauvignon Blanc es el pasado y el presente de la vinicultura de Nueva Zelanda. Pero los que quieran saber cómo podría ser su futuro deberán acercarse a Coopers Creek. Allí hay plantadas 17 variedades de uva, entre ellas el primer Albariño de Nueva Zelanda. También allí se han criado el primer Arneis y el primer Grüner Veltliner. La bodega se entiende como laboratorio de experimentación para novedades.

Impronunciable Gewürztraminer
A veces, una variedad de uva fracasa solo por el nombre. “Aquí nadie es capaz de pronunciar Viognier, pero Albariño sí. Y aunque hace tiempo que se cultiva la Gewürztraminer, todavía nadie lo ha pronunciado bien del todo”, explica Simon Nunn con una amplia sonrisa. Por cierto, su Albariño es fantástico, realmente es una pena que el primer año solo se produjeran 250 botellas, una cifra que aumentará, pues otros vinicultores ya la están plantando también. Podría ser el próximo gran éxito, o bien seguir siendo una variedad entre tantas otras. Pero en Cooper’s Creek es un tinto el que le roba el protagonismo a todos los demás vinos: el Hawke’s Bay Reserve Syrah aúna fruta expresiva, frescor y estilo. Y en la etiqueta pone Syrah, no Shiraz, lo cual es importante para diferenciarse de Australia. El estilo del vino se sitúa entre el Ródano y Australia. También es muy bueno el Malbec The Exile, para el que se emplean unos chips de roble muy caros: un estilo entre Francia y Argentina.
Hay otras regiones vinícolas en la Isla Norte: Waikato, Bay of Plenty, Gisborne (ideal para cepas aromáticas) o Hawke’s Bay (allí también está la fantástica subregión de 500 hectáreas Gimblett Gravels, con suelos de guijarro de río) y la diminuta Central North Island. Pero quienes sigan la senda de los hobbits, pronto terminarán en la Costa Sur, o más concretamente, en la hermosa ciudad costera de Wellington. Allí tienen su sede los estudios en los que se rodaron muchas escenas de estas películas, así como el estudio de efectos especiales Weta. A una hora de coche está la región vinícola más fresca de la Isla Norte: Wairarapa, más conocida bajo el nombre de su centro de vinicultura, Martinborough. Allí se ubican algunos de los grandes nombres de la vinicultura neozelandesa, como Ata Rangi (espléndidos Pinot Noir), Pallister (muy buenos Riesling y Pinot Noir) o Gladstone. Y un poco más apartada está la finca Johner Estate. Karl-Heinz Johner y su hijo Patrick, que dirigen juntos una finca familiar en Bischoffingen, en la región alemana de Baden, aquí vinifican Pinot Noir, Sauvignon Blanc y otras diez variedades. Patrick tiene una explicación para el hecho de que en Nueva Zelanda, a diferencia de en Australia, aún no haya vinos-icono: “Aquí la vinicultura no empezó en serio hasta mediados de los ochenta. Aún está todo demasiado en el aire”. En Martinborough, una zona antaño alabada por su Pinot Noir antes de que se descubriera Central Otago en la Isla Sur, el otoño generalmente seco y fresco favorece un periodo de maduración largo. Y los suelos pedregosos, antes considerados tierras de cultivo de menor calidad, confieren estructura a los vinos. Quizá Johner logre embotellar algún día un vino icónico. Con el dinamismo de esta pareja padre-hijo, es más que probable.
En la Isla Norte no se puede llegar más al Sur. Y al otro lado del estrecho de Cook, que divide Nueva Zelanda en dos, está Marlborough. Más de un 75 por ciento de la producción vinícola de Nueva Zelanda procede de este lugar, y en su mayor parte se trata de Sauvignon Blanc. También allí se halla la finca Hans Herzog Estate, fundada por Hans y Therese Herzog. Juntos decidieron dejar en la década de 1990 su campamento cercano a Zúrich -donde eran propietarios de viñedos y de un restaurante con estrella Michelin- para probar suerte en Nueva Zelanda, ¡con un éxito irrefutable! Este país está lleno de tales historias de emigración. Ahora nosotros vamos a rodear Marlborough para seguir nuestro camino, bordeando los Alpes del Sur, hasta la antigua colonia de buscadores de oro de Queenstown, también conocida por ser la capital de los aventureros del mundo. Allí se instaló el primer equipo de puenting, y también aseguran haber inventado la navegación con Shotover Jet.

Bendita tierra del Pinot Noir
También los vinicultores han hecho un descubrimiento aquí: Central Otago, la región neozelandesa de Pinot Noir. Entre los vinicultores se cuenta la estrella de Hollywood Sam Neill (Jurassic Park, The Piano), propietario de la finca Two Paddocks, cerca de Queenstown. Dicen que hoy le interesan más los críticos de vinos que los de cine. También en Central Otago, más exactamente en Cromwell, se halla la única finca vinícola que puede jactarse de haber formado parte de los exteriores de El Señor de los Anillos: Tarras Vineyards. Allí se rodó la huida de Arwen Undómiel (estrella de la tarde) con el hobbit Frodo Bolsón ante los Nazgûl, los Espectros del Anillo. Pero huían entre los árboles, no entre las vides. Con reserva previa se pueden hacer visitas guiadas. Como todos en Central Otago, Tarras Vineyards cree firmemente en la Pinot Noir. Y efectivamente, gracias a las enormes fluctuaciones térmicas entre el día y la noche, esta caprichosa cepa puede desarrollar aromas complejos en este lugar. Sin embargo, hay dos circunstancias francamente desfavorables: en esta región vinícola de Nueva Zelanda, la de crecimiento más rápido, los viñedos aún son extremadamente jóvenes (lo cual es un problema para cualquier Pinot que al reconocimiento mundial), y el grado de alcohol generalmente se sitúa en un 14 por ciento o más, lo cual suele ser excesivo para esta variedad.
Uno de los majuelos más conocidos de la región es Mount Difficulty Vineyards, que produce el vino favorito del actor que encarnó el papel de Aragorn, Viggo Mortensen: naturalmente, un Pinot Noir. Así demuestra su extraordinario buen gusto el Rey de Gondor. El mejor modo de disfrutar de este vino es en el restaurante de la finca, frente a unas sobrecogedoras vistas sobre el antiguo paisaje de los buscadores de oro. Seguro que a Viggo Mortensen también le gustaría el Pinot Noir Sandstorm Reserve de Wooing Tree Vineyard, llamado así porque las tormentas de arena son frecuentes en dicho viñedo y, según su copropietaria Thea Farquharson, se llegan a notar en el sabor. Gracias a los fuertes vientos, en las hileras de vides no hay humedad alguna y el peligro de enfermedades micóticas es extremadamente bajo; aunque por otra parte, el riego es imprescindible. Wooing Tree plantó sus primeras cepas en 2002 y ya su primera cosecha embotellada fue un verdadero bombazo por lo buenos que resultaron los vinos. La finca está situada en un lugar paradisiaco de Cromwell, ante el espectacular telón de fondo de la cordillera Pisa Range, a menudo cubierta de nieve. Además del Pinot, el Blanc de Noirs Blondie -rubito, en inglés- es el orgullo de la finca. “Mucha gente con pareja rubia compra este vino por cajas”, comenta Thea. Wooing Tree fue la primera finca en producir un vino semejante, y pronto le siguieron otras. Así es como ocurren las cosas en Nueva Zelanda.
Si las diferencias entre las añadas son escasas en la Isla Norte, en Central Otago son mundos diferentes: un año es brillante, el siguiente solo de nivel medio. Igual que en Borgoña. También en la bendita tierra del Pinot Noir hay que buscar mucho para encontrar vinos de categoría mundial. Pero considerando la juventud de este país vinícola, realmente es asombroso que existan. Especialmente si se tiene en cuenta que hasta 1990 solo estaba permitida la venta de vinos en los hoteles (que no en los restaurantes), y en los supermercados solo desde 1990.
Hasta 1992 Müller-Thurgau era la cepa más extendida, pero hoy se ha quedado rezagada entre las del montón y las estrellas son, en este orden: Sauvignon Blanc, Pinot Noir y Chardonnay.
La industria del vino es reciente en Nueva Zelanda, y sus viñas y cepas aún no se han asentado del todo. Cinco años suponen mucho para el desarrollo local, las cepas se hacen más viejas, los enólogos cambian, se van acumulando conocimientos y experiencia. El éxito de la Sauvignon Blanc, un acierto en su mayor parte, ha catapultado a este país en el mundo del vino y ha impulsado un enorme dinamismo: es ahora cuando se va descubriendo Nueva Zelanda como país vinícola por derecho propio. Es una gran satisfacción observar la evolución de este niño alegre, travieso e intrépido, que también aprovecha el éxito cinematográfico de El Señor de los Anillos: muchos turistas llegan al país para disfrutar de las bellezas naturales de los exteriores de rodaje y, de paso, conocer también los vinos neozelandeses. Una cosa es indiscutible: los hobbits, tan aficionados a las fiestas, jamás se privarían de disfrutar de estos vinos.


También en la bendita tierra del Pinot Noir hay que buscar mucho para encontrar vinos de categoría mundial. Pero considerando la juventud de este país vinícola, realmente es asombroso que existan.

Nuestros consejos
En nuestro viaje por Nueva Zelanda hemos vivido numerosos momentos deliciosos, pero el país es
demasiado grande y disponemos de un espacio muy limitado como para pretender ser exhaustivos.

Beber
Big Picture Wine
Auckland (Isla Norte)
Tel. +64 (0)9 373 83 89
www.bigpicturewine.com
En el mercado del pescado de Auckland, podemos ver a vinicultores y catar con ellos sus vinos en una pantalla de cine. Naturalmente, también se pueden comprar los vinos. Además, ofrecen pequeños tentempiés; una experiencia muy divertida.

Wine Tastes – New Zealand
Wine Experience
Queenstown (Isla Sur)
Tel. +64 (0)3 409 22 26
www.winetastes.co.nz
Se pueden catar más de 80 vinos a cualquier hora. Los vinos están protegidos de la oxidación por medio de un sistema especial, y las muestras las saca cada uno de la barrica. Para acompañar, antipasti italianos.

Air New Zealand
A quien vuela con Air New Zealand a bordo le ofrecen una considerable selección de buenos vinos neozelandeses. Durante el vuelo, proyectan documentales de diez minutos sobre las variedades de uva más importantes del país. Además, en un país tan pequeño con un gran número de galardones enológicos, los más relevantes son, con diferencia, los Air New Zealand Wine Awards.

UNA EXPERIENCIA ÚNICA
El espíritu de El Señor de los Anillos en estado puro: diversas empresas ofrecen a los cinéfilos la oportunidad de seguir las huellas de los hobbits.

Red Carpet Tours
Auckland (Isla Norte)
Tel. +64 (0)9 410 65 61
www.redcarpet-tours.com
El turoperador de más renombre en el país para excursiones a la Tierra Media ofrece viajes cortos a Hobbiton, pero también viajes turísticos de hasta dos semanas.
Heliworks
Queenstown (Isla Sur)
Tel. +64 (0)3 441 40 11
www.heliworks.co.nz
Vertiginosos vuelos en helicóptero a los exteriores de rodaje de El Señor de los Anillos en los alrededores de Queenstown.

Dart Stables
Glenorchy (Isla Sur)
Tel. +64 (0)3 442 56 88
www.dartstables.com
Cerca del lago Waikatipu (cerca de Queenstown) se puede ir a caballo a los exteriores de rodaje; algunos de los caballos y guías turísticos también en la película.

enoturismo


gente del vino