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Bebiendo en la Gran Muralla (I)

  • Redacción
  • 2008-10-01 00:00:00

U n artículo en la revista de la Academia Estadounidense de Ciencias nos informaba de que en China ya «fabricaban bebidas de fermento de arroz, miel y frutos mezclados», incluido el vino, hace 9.000 años: el examen de unas jarras descubiertas en el pueblo neolítico de Jiahu así lo confirmaba (Jiahu es famoso porque allí han aparecido algunos de los instrumentos de música más antiguos y lo que podrían ser las primeras escrituras pictóricas chinas). Este y otros hallazgos arqueológicos muestran que la fermentación e ingesta de licores en China se remonta a tiempos inmemoriales. Se utilizaba el vino tanto a diario como en ocasiones especiales, con la particularidad de que su consumo siempre estuvo muy ligado a los letrados chinos. Ya en otra ocasión comentamos la importancia del licor en las vidas de los Siete Sabios del Bosque de Bambú. Sin olvidar a los literatos, poetas y caballeros de las dinastías medievales Wei, Chin y Tang, que eran grandes bebedores, como Tao Yuanming, gran poeta de la dinastía Chin cuya pasión le llevó a fabricar su propio licor y disfrutar de él en delicadas degustaciones; se dice que “sus poemas estaban empapados con licor, y había poesía en su licor”. Tiempos de cambio Tienen, pues, los chinos una larga y refinada tradición en el beber, pero también hábitos desconcertantes para nosotros. Tienen fama por tomar el tinto con hielo y bebérselo al estilo gambei (de un trago) en competiciones de brindis. Otros mezclan el vino con refrescos o lo combinan en un cóctel rosa con burbujas para animar las veladas de karaoke. “A mitad de una cena con los proveedores, los asistentes empiezan a competir para ver quién apura antes copas de vinos magníficos”, afirma el importador Don Saint Pierre Jr., de ASC Fine Wines, que suministra a los mejores hoteles de China. Sin embargo, la incorporación de China a la OMC, que hizo descender los aranceles de las importaciones, supuso un cambio que se constata en los supermercados de las ciudades chinas más grandes, cada vez más ricas, como en las costeras Shanghái, Xiamén y Shenzén, donde se pueden encontrar vinos de varios países, aunque los productos autóctonos dominen el mercado, ya que, por su precio, pocos consumidores se pueden permitir vinos extranjeros. De ahí que se decanten por vinos propios como Dynasty, Yantai Changyu y Great Wall, que incluso ofrece botellas gratuitas de limonada como promoción, mientras que una marca de vino blanco con sabor a menta de la provincia de Sichuán afirma en su etiqueta que resulta refrescante con agua helada. Y es que los vinos chinos pueden llegar a ser tan baratos como los dos litros de vino de manzana de Shandong, con un 5% de alcohol, que cuesta 11 yuanes (un euro aproximadamente).

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