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Segundas marcas: el vino menor se hace mayor

  • Redacción
  • 1998-06-01 00:00:00

No tiene España tradición de “Segundas Marcas”, esa oportunidad enológica que las mejores bodegas del mundo ofrecen al consumidor que no quiere arriesgar su patrimonio con la adquisición de alguno de los vinos míticos.

La idea nace en Francia, cuando los grandes “châteaux” bordeleses se enfrentan a cosechas no muy buenas, lo que allí es bastante habitual. Entonces, para preservar la calidad de su y 1er Grand Cru Classé, seleccionan sus mejores parcelas para la primera marca, y deciden embotellar el resto con otro nombre. Así ocurre con Château Mouton-Rotschild y su Mouton-Cadet, con Château Margaux y su Le Pavillón Rouge, o con Château Latour y Les Forts de Latour. Este proceso de elaboración de un vino ligeramente inferior, pero avalado por la calidad de su hermano mayor y la solvencia de la bodega, solo es posible cuando se parte del concepto de “terroir”. Es decir, cuando la segunda marca es eso, un vino de las mismas viñas que el de la primera marca, pero elaborado con las uvas que no alcanzan los criterios de perfección exigidos. De ahí la dificultad de encontrar entre nosotros auténticas Segundas Marcas, salvo el caso ejemplar de Vega Sicilia con su Único y el Tinto Valbuena. En la mayoría de los casos, se trata de líneas de vinos distintas, cuando no de la clasificación por tiempo de crianza en barrica, como ocurre en Rioja y en la mayoría de las zonas vitivinícolas de España, donde la tendencia ha sido la de homogeneizar el vino para que no haya cambios de un año a otro. De ahí las aberraciones en torno a conceptos como “tipicidad” y su enfrentamiento interesado con el verdadero valor de un vino que es su personalidad. Desde esta perspectiva igualitaria sólo es posible la mediocridad, ya que resulta impensable que todos los vinos de una bodega puedan ser excelentes. No digamos si, como es habitual, se mezclan vinos de distintas zonas de una misma DO. Y lo más sorprendente es que en la mayoría de los casos, la Primera Marca nace bastantes años después de la segunda, como ha ocurrido con los vinos de Torres, Gran Coronas y Gran Sangre de Toro. De ahí que la presencia de Segundas Marcas en nuestro país sea más bien pobre. Hemos seleccionado 10 casos que coinciden con lo mejorcito de nuestra enología, encabezados, cómo no, por Vega Sicilia, paradigma del “château” español. Tras la estela de esta magnífica y ejemplar bodega, sólo en Priorato han apostado decididamente por el vino de terruño o “Pago”, definido por el Reglamento como el vino elaborado solamente con la uva de un viñedo determinado. Queda mucho por hacer en este sentido en Ribera de Duero, o en Rioja donde espero que el ejemplo cunda, y que los pocos riojanos que hoy elaboran verdaderas Segundas Marcas sean cada vez más. O que en Cataluña se extienda la idea, como ya lo hace en Galicia. Porque sólo un país con buenas Segundas Marcas puede situarse entre los primeros.


Un tándem clásico
Vega Sicilia 81/Valbuena 93

Es el más clásico ejemplo de esta política tan francesa de separar los productos que la casa considera lo mejor de su bodega y lo “sobrante”". Incluso años atrás, todavía hacía más divisiones con aquel Valbuena 3er año. En los últimos tiempos, los dos vinos van por caminos diferentes. El Vega Sicilia, de verdad “único” y distinto a los vinos de Ribera, es un vino donde prima su complejo buqué, los aromas donados por largos años de crianza. En él sobresalen los recuerdos especiados, de caja de puros (cedro y tabaco) y la fruta compotada. Gusta en boca la estructura y el equilibrio aterciopelado, unido a la potencia final. El Valbuena en cambio, ha evolucionado en los últimos años hacia los vinos ribereños, cuyo modelo ha triunfado en los mercados nacionales e internacionales. Con mayor presencia de la fruta y en boca más carnosidad y expresión tánica.
Precio: Vega Sicilia, 16.970 Ptas. Valbuena, 7.000 Ptas.

El efecto búmerang
Valsotillo Reserva 94/Mesoneros de Castilla 97

Con esta marca ha ocurrido lo que podríamos denominar “efecto búmerang”. En los comienzos de esta casa, la primera marca fue el “Mesoneros”, y se guardaba el segundo nombre para los grandes reservas, vinos muy escogidos que solo salían al mercado con las grandes cosechas. Con el paso del tiempo, el Valsotillo se ha ganado el privilegio de representar a la casa en su primera marca en crianzas, reservas y grandes reservas, mientras que solo bautizan con el nombre de Mesoneros de Castilla a sus vinos más jóvenes. El Valsotillo 94 es un vino con un excelente cuerpo, buena carnosidad basada en unos taninos maduros y perfumados que dejan el paladar gratamente conquistado. El Mesoneros es de gran frutosidad, apoyada en una Tinto fino muy expresiva. Un ejemplo ideal de vino joven de la Ribera. Teniendo en cuenta cómo se cotizan los de la zona en la actualidad, su relación calidad/precio es magnífica.
Precio: Valsotillo Reserva, 2.600 Ptas. Mesoneros de Castilla, 650 Ptas.

Nuevos aires riojanos
Viña Lanciano 94/Lan Reserva 94

Es lo nuevo de la bodega. En los dos vinos se pronuncian más y mejor las maderas nuevas, adquiridas desde aquellas fechas por la bodega hasta terminar la renovación completa en estos momentos. Un esfuerzo mayúsculo que tiene su recompensa. Sin embargo, el Viña Lanciano se escapa, es vino moderno, pleno de armonía aromática entre la fruta de una gran Tempranillo y la madera perfectamente dosificada. El reserva de Lan no se integra plenamente en este modelo, guarda un poco de su clasicismo en sus aromas. De todas formas es demasiado pronto para juzgarlo porque se muestra más crudo que el anterior. Aquí la diferencia de precio está justificada.
Precio: Viña Lanciano, 1.700 Ptas. Lan Reserva, 1.250 Ptas.

Cuestión de elegancia
Clos Martinet 96/Martinet Bru 96

La proyección de los vinos de Martinet ha tenido una constante orientación de estilo hacia la elegancia y el equilibrio. En las últimas cosechas se acusa una pequeña vuelta de tuerca hacia ese fin. El Clos Martinet es el mejor representante de este estilo. Es un vino en el cual están perfectamente ensamblados todos sus elementos: la vieja Garnacha, el Cabernet y el Merlot y el pequeño toque de gracia de la Syrah. Muy bien criado en barrica de roble exclusivamente francés. En cambio, el Martinet bru es un vino que recuerda mejor a su terruño, las empinadas terrazas priorateñas, algo más rústico, claro, comparado con el otro. Dos vinos distintos con el mismo carácter.
Precio: Clos Martinet, 5.950 Ptas. Martinet Bru, 1.490 Ptas.

El poder del Priorat
Clos de l'Obac 96/Miserere 96

En este caso los vinos son algo diferentes. Los dos siguen por caminos distintos, ya que más que una segunda marca es otro tipo de vino. Si el Clos es todo poderío, potencia de fruta marcada por la personalísima Garnacha del Priorat, carnosa y de gran tanicidad (atención, está soberbio), el Miserere muestra lo elegante que puede llegar a ser una buena Tempranillo aún en tierras difíciles, cuando está cuidada y bien vinificada. Más se acerca a esta comparación el Usatges (1.553 Ptas) que, a pesar de su nombre, no es un vino elaborado a partir de las “sobras”; es el vino resultante de sus propios viñedos en los que se selecciona la materia prima para el Obac y Miserere.
Precio: Clos de l'Obac, 4.986 Ptas. Miserere, 4.000 Ptas.

Lo último de Haro
Roda I ‘94/Roda II ’95

Es la revolución en una de las comarcas más clásicas de la Rioja. Y además, situada en el lagar del vino por antonomasia: el barrio de la Estación. La idea de esta bodega es aprovechar al máximo las excelentes condiciones que ofrecen los diferentes ecosistemas riojanos. Las viñas más jóvenes no bajan de 30 años, y la media de edad es de 54. Todo el vino se vinifica por separado. Después de permanecer los años precisos en barrica francesa, se hace el coupage atendiendo a la cualidad de cada uno los vinos. Así, para el Roda I se eligen los vinos más estructurados, tánicos y crudos, con el fin de que evolucionen lentamente en botella. Para el Roda II serán destinados los más amables, susceptibles de una evolución algo más rápida. En cuanto al 94, ha tenido una gran evolución en los últimos meses.
Precio: Roda I, 3.200 Ptas. Roda II, 2.000 Ptas. aprox.

Marcas emblemáticas
Gran Coronas 94/Coronas 95

Torres siempre ha afianzado su poder comercial en un abanico amplio de marcas. La gama alta, tanto blancos como tintos, compite en los mercados internacionales con los mejores productos. Son vinos de calidad y precio elevados. Pero su base ha sido Viña Sol, en blancos, y los tradicionales Sangre de Toro y Coronas, en los tintos. En la actualidad el Gran Coronas ha pasado a ser un monovarietal de Cabernet, en el que la uva se expresa con claridad, así como una buena madera que le acompaña y protege en la fase olfativa. El Coronas, como soporte de un buen producto, honrado y sin defectos, tiene en la relación calidad/precio su mejor arma.
Precio: Gran Coronas, 1.600 Ptas. Coronas, 800 Ptas.

El arte de la madera
Finca Dofí 96/Les Terrases 96

En esta casa se dan los tres ejemplos de productos escogidos. Por una parte está el vino de un solo viñedo con el Ermita. Después el primer vino, llamado Finca Dofí, en el que se recogen las excelencias de la casa: toda la selección de barricas y uvas del resto de los viñedos. El tercero es un buen producto, donde la materia prima de la zona se expresa con total honradez. Aunque en él se pone de manifiesto la maestría de Álvaro Palacios para utilizar con gran tino las madera de crianza.
Precio: Finca Dofí, 5.950 Ptas. Les Terrases, 1.590 Ptas.

Las ideas claras
Lusco 97/Diversus 97

José Antonio López siempre ha tenido las ideas claras en la elaboración de sus vinos. Lo mejor de la producción se reserva a la marca que representa a la bodega. La división de calidades es sencilla. El mosto yema, el de la primera prensada (que aprovecha hasta un 45%) será la base para el Lusco; el resto, no más allá del 45% del mosto aprovechable, se reserva para el Diversus, al que se le dota de una pequeña maceración pelicular en la prensa neumática. Con el vino terminado también se hace una selección final. El resultado es un Lusco elegante en nariz, equilibrado y extraordinariamente limpio en todas las fases. El Diversus es un vino con más estructura, bien armado y que, según los años, puede resultar más longevo que la primera marca.
Precio: Lusco, 1.450 Ptas. Diversus, 1.200 Ptas.

Preservar el buen gusto
Gran Caus 93/Petit Caus 96

La pequeña bodega Can Ràfols dels Caus se nutre de sus propias viñas. Elabora distintos tipos de vino, blancos, rosados, cavas y tintos. Pero su marca señera es el Gran Caus, el tinto. El porcentaje de uvas de su composición (Cabernet sauvignon, Franc y Merlot) puede variar mucho según venga la cosecha, así como la crianza. Ésta puede ser en roble francés o americano. Debido a este exquisito trabajo cada añada resulta sorprendente y nueva. El Petit Caus pertenece a otro tipo de vino, con profusión de aromas frutosos, algo más ligero y con un rico y perfumado tanino que deja en el paladar una sensación de agradable carnosidad.
Precio: Gran Caus, 1.725 Ptas. Petit Caus, 720 Ptas.

Estilo europeo
Granbazán 96/Contrapunto 97

Desde sus comienzos Agro de Bazán ha sido una casa fiable. Sus vinos parten de la excelente Albariño, materia prima que atesora la finca. Espera a que el vino esté listo, reposado en la bodega, sin prisas por salir al mercado antes de julio, como los albariños tradicionales. Lógico, por otra parte, en la elaboración del mejor vino de su cosecha. Exteriormente, sus dos marcas siempre han tenido una forma original de distinguirse: por el color de la botella. El Granbazán “Ámbar”, es un producto realmente bueno y de los pocos blancos españoles que aguantan una crianza en botella. El Granbazán “Verde”, que venía a ser la segunda marca, es un vino ligero y menos complejo. Pero ahora, además, ha salido este Contrapunto, un vino de buena factura, muy cerca del Verde en calidad, pero con la idea de acaparar otra cota de mercado.
Precio: Granbazán, 1.600 Ptas. Contrapunto, 890 Ptas.

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