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Historia recuperada del vino

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  • Antonio Candelas
  • 2019-05-30 00:00:00

El sector del vino lleva años reclamando no solo políticas que favorezcan su consumo, sino estrategias de desarrollo rural para evitar el abandono del campo y, por ende, el despoblamiento de los pueblos. Unas palabras muy escuchadas en las últimas semanas en un escenario de frenética actividad política que deberán seguir resonando hasta conseguir soluciones concretas y eficaces como, por ejemplo, la recuperación de los barrios históricos de bodegas que habitan silenciados en muchos de nuestros pueblos. Tras ellos hay historias fascinantes, tradiciones únicas, pero sobre todo un futuro esperanzador para todos aquellos que quieran prosperar en su tierra.


Q uizá el barrio de bodegas históricas más conocido por todos es el Barrio de la Estación de Haro. Actualmente lo componen siete de las bodegas más reputadas de Rioja, a cada cual más auténtica, distinguida y en perfecto estado de revista para que el visitante no solo disfrute de sus vinos, sino también de un emocionante viaje por su historia. La creación de este particular barrio, habitado por el gremio bodeguero, se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el tren comenzó a extender sus traviesas por el país, facilitando así el transporte del vino a lugares donde antes era imposible llegar. Hoy, nadie entiende visitar Haro sin parar en alguna de estas siete bodegas a probar un vino o a respirar el ambiente silencioso de sus calados. Merece la pena formar parte del bullicio que se puede llegar a vivir en un fin de semana y en parte eso es lo que le da vida.
El de Haro es el paradigma de barrio consagrado que ha sabido adaptarse para recibir al visitante y ofrecerle una experiencia histórica en torno al vino. Pero de lo que queremos hablar en este caso es de la cantidad inmensa de asentamientos bodegueros que existen diseminados por nuestra geografía, formando parte del patrimonio urbanístico de los pueblos y que aún están por descubrir. Recuperar ese patrimonio, hacerlo con conocimiento y dotarlo de entidad suficiente como para generar riqueza sostenible en torno a él es en lo que lleva tiempo trabajando Luis Alberto Lecea, propietario de Bodegas Lecea de San Asensio (Rioja), una de las localidades con mayor número de bodegas subterráneas de España. De esta inquietud nació hace un año el Congreso de Barrios Históricos de Bodegas, con la intención firme de dar voz a todas las iniciativas que se están poniendo en marcha para rescatar estas construcciones y servir de soporte técnico para especialistas en la materia que abordan interesantes aspectos y aportan ideas y soluciones a las diferentes dificultades constructivas y legales que puedan aparecer durante el proyecto de rehabilitación.
En la segunda edición, celebrada el pasado mes de abril en la Cooperativa de San Asensio El Arca de Noé, se consiguió consolidar este encuentro como una herramienta necesaria de repercusión nacional para dar valor urbanístico y patrimonial a los pueblos. En este caso, a Bodegas Lecea se sumaron en la organización la Ruta del Vino Rioja Alta y el Ayuntamiento de la localidad anfitriona. Durante las dos jornadas se trataron diversos temas técnicos y se pusieron ejemplos de diferentes modelos de barrios de bodegas en los que se están acometiendo importantes acciones de rescate.

Rehabilitar con rigor
Es ilusionante ver cómo proliferan estas iniciativas en un sector que necesita saber de dónde viene para apuntalar su desarrollo. Los ponentes que participaron el primer día dirigieron sus intervenciones hacia solucionar los problemas intrínsecos a esta actividad de recuperación urbanística y a las herramientas necesarias para que se resuelvan con rigor y solvencia arquitectónica.
Félix Jové, arquitecto, profesor en la Universidad de Valladolid y codirector del Grupo Tierra, recalcó la importancia de formar a los profesionales en las técnicas y materiales utilizados en su momento para la construcción de las antiguas bodegas. Durante su intervención, acuñó un bonito término, el de "arquitectos y albañiles artesanos" que servirán para fijar la población en el medio rural. Ese conocimiento es fundamental para acometer las acciones con garantías históricas y conservación en el tiempo.
Javier Arizcuren, como arquitecto, enólogo y viticultor que es, puso el foco en lo poco desarrollada que está la legislación urbanística para fomentar la actividad bodeguera en los municipios, cayendo en muchos casos en normativas inflexibles. Es cierto que la creación de estos barrios no responde a un diseño urbanístico estratégico, sino a la respuesta por parte de las bodegas a una necesidad generada por la propia coyuntura del momento. Es por eso por lo que no se puede aplicar una doctrina rígida que impida el desempeño de ciertas acciones necesarias para esa recuperación.
Otra visión menos técnica en cuanto a recursos constructivos, pero igual de importante debido a la gran carga humana y social que conlleva recuperar estas edificaciones, fue la que mostró el antropólogo del CSIC, Pablo Alonso. Para él, es fundamental proteger y destacar el ámbito en el que el vino forma parte de nuestras vidas. Se trata de una bebida socializadora que nos acompaña en escenarios donde la alegría y celebración suelen estar presentes, así como la conversación. Este aspecto hace que preservar la tradición que gira en torno al vino sea aún más necesario. Esta protección además debe ir acompañada de una revalorización del producto para generar riqueza en los núcleos de población. Una reflexión que nos sitúa, según Alonso, en una posición ventajosa con respecto a otras sociedades consumidoras de vino.
Otro ejemplo de magnífica recuperación y puesta en valor de un barrio de bodegas es el situado en la comarca palentina del Cerrato. Tres mil son las bodegas que se mantienen en esta zona. Un dato sin duda espectacular que necesita de una gestión adecuada para reactivar la economía de la comarca. Julia López y Miguel Portillo, de Turismo Cerrato y Adri Cerrato respectivamente, consideran fundamental centrar el desarrollo de esta zona en la promoción turística de tan importante patrimonio.
Es sumamente importante que en todo el proceso de recuperación participen personas cualificadas en los diferentes campos para que esa acción sea de calidad y no se vea entorpecida por cuestiones formales irrelevantes en el resultado final. Solo así se podrá ofrecer al visitante una experiencia auténtica, de esas que no se olvidan y que tarde o temprano se acaba repitiendo.

En la diversidad está el valor
Tenemos la gran suerte de vivir en un país de contrastes y, por lo tanto, diverso y muy enriquecedor. Se podría decir que allá donde hay vino hay un barrio de bodegas reclamando atención. En este segundo Congreso se expusieron casos en proceso de recuperación o con un exitoso resultado en la actualidad.
Leandro Sánchez, de la empresa Qark, encargada de restituir el valor al patrimonio, volvió a hacer hincapié en documentar los estudios para dotar de veracidad al proyecto y por lo tanto de aspectos que lo diferencien del resto. Así se consiguió conocer que la fecha de nacimiento del barrio de Matarredo, en el municipio de Samaniego, se sitúa hacia principios del siglo XVIII.
Entrando en casos prácticos concretos, Nuria Serrador, de Bodegas Carlos San Pedro de Viñaspre, explicó el proyecto enoturístico que nació como respuesta a una demanda del visitante. La adaptación de las instalaciones y el replanteamiento de la actividad económica ha sido muy bien recibida por el cliente, hasta tal punto que, según Nuria, se ha convertido en la principal fuente de ingresos de la bodega. El siguiente caso de éxito lo conocimos de la mano de Juan Manuel Casares, presidente de la D.O. Ribeiro. Toda la  vida social de la zona se asienta sobre la ancestral cultura del vino y es por eso por lo que las poblaciones se han ido construyendo basándose en esta actividad ligada a su vez a la proliferación de monasterios. Juan Manuel defendió que Ribeiro no solo es vino, es también paisaje, historia y gastronomía, pero sobre todo es una forma de entender la vida.
De Galicia volvimos a Palencia, donde Valentín Rincón compartió con los asistentes el funcionamiento de la Asociación de Bodegas y Cuevas de Dueñas. Una iniciativa privada que con no poco esfuerzo está animando a los habitantes a restaurar y embellecer cuevas utilizadas por los viticultores de la época. El camino es largo, pero desde la Asociación reconocen que es el único para que estas construcciones permanezcan en pie y lleguen a ser una oportunidad de empleo para el pueblo.
El último salto lo dimos hacia Tenerife para conocer los guachinches. Eva Parga, investigadora del Grupo de Estudios Territoriales del Departamento de Sociología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Coruña, explicó un modelo donde tradicionalmente se ha servido el excedente de la cosecha junto con platos de la gastronomía local y donde el turista experimenta el sabor y la estética de lo auténtico.
Hasta aquí, algunas de las reflexiones más importantes a las que se llegaron en el II Congreso de Barrios Históricos de Bodegas. Hay que felicitar a la organización por su empeño y buen criterio, pero sobre todo hay que animar a las administraciones  y demás actores del sector a implicarse de manera decidida sobre esta noble actividad que beneficiará a la población rural y hará disfrutar a todo el que se anime a visitarlos.

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