Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

El vergel sobre la ceniza

  • Redacción
  • 2007-03-01 00:00:00

De nuevo erupción, los vinos canarios recuperan el prestigio perdido. Vuelven las dulces y exquisitas malvasías, que antaño elogiara Shakespeare, y que ahora se acompañan de blancos jóvenes y tintos personales y muy aromáticos. Los vinos de las islas renacen de sus cenizas. Y la posibilidad de que 10 millones de turistas puedan saborearlos cada año. Visitar Canarias es enfrentarse a uno de los paisajes más sorprendentes del mundo. Nacidas de las entrañas del planeta, en un vómito de fuego solidificado por el mar, las Islas Afortunadas se han convertido en el nuevo Paraíso. Pero no hay que engañarse: aquí no hubo más que lava y escoria volcánica. La belleza vegetal la puso, en gran parte, el sudor del hombre. El vergel sobre la ceniza. De ahí proceden los vinos canarios, que tuvieron fama entre los grandes. Son los actuales blancos, tintos y rosados de Tenerife, Hierro, Gran Canaria; o los dulces de Lanzarote y La Palma. Y es que Canarias, pese a su alejamiento de los paralelos óptimos para el cultivo de la vid, posee algunas características climáticas y edafológicas que permiten una viticultura de calidad. No hay que olvidar que aquí no llegó la filoxera, por lo que existe un acervo de variedades muy amplio. Bien es cierto que las dos Listán, blanca y tinta, por su fortaleza y buena producción se han enseñoreado del viñedo canario hasta hacerse omnipresentes. Pero existen otras variedades en proceso de recuperación que pueden enriquecer el panorama enológico de las islas, compensando deficiencias. Por ejemplo, la tinta Negramoll tiene buena acidez, que es lo que le falta a la Listán Negra; y las que se están redescubriendo, como la soberbia Baboso, capaz de unos tintos de arrebatadora personalidad. Mayores diferencias hay en variedades blancas, todas de gran aroma frutoso, como la Gual, Sabro, Diego, o Vijariego, entre otras. Sin olvidar las fundamentales Malvasía, capaz de ofrecer vinos con características muy distintas según las zonas, y que alcanza su esplendor en La Palma, o la Moscatel, de una gran frutosidad y dulzor equilibrado por un toque amargo-salino muy característico. A caballo entre tradición y modernidad cabalgan, con brío, los nuevos vinos canarios.

enoturismo


gente del vino