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Rutas del vino por Madrid

  • Redacción
  • 2016-01-25 12:11:25

El vino madrileño ha experimentado una transformación radical que le ha hecho pasar de una producción pequeña y dispersa a casi medio centenar de bodegas con D.O.P. Vinos de Madrid que logran prestigiosos galardones en certámenes nacionales e internacionales, lo que justifica sobradamente un recorrido por las seis rutas del vino en Madrid (www.madridrutasdelvino.es) para conocer, además de su historia, los vinos y bodegas que tan importante papel juegan en el patrimonio cultural de la región.

Texto: Antonio Castillejo

La primera ruta se conoce como La ruta del imperio Romano, nombre más que adecuado si se piensa que dos ciudades de origen romano Titulcia y Complutum, hoy Alcalá de Henares, son origen y destino de un recorrido que también pasa por Perales de Tajuña, Tielmes, Carabaña, Valdilecha o Campo Real y en el que  se descubren bodegas tan interesantes como Viña Bayona, Orusco o Tagonius. Un camino que nos recuerda que Roma llevó la vid a todos los rincones de su vasto imperio e introdujo la viticultura en Hispania en el siglo I de nuestra era.

La siguiente ruta, El valle de las iglesias y el legado del Císter, nos lleva desde San Martín de Valdeiglesias a Villa del Prado pasando por Pelayos de la Presa, Cadalso de los Vidrios y Cenicientos, y en ella no se pueden dejar de visitar las bodegas de Luis Saavedra, Bernabeleva, Valleyglesias y Las Moradas. La ruta recibe su nombre por la importancia que durante siglos tuvo el vino en los ritos litúrgicos y también porque en época visigótica la zona fue muy frecuentada por eremitas que, sobre todo durante el reinado de Alfonso VII, se unificaron en la observancia de las normas de la Orden del Císter.

La tercera ruta es El Tajo y los vinos de la Orden de Santiago, que traslada al que la emprende -por pueblos como Villarejo de Salvanés, Fuentidueña de Tajo, Villamanrique del Tajo, Belmonte del Tajo, Colmenar de Oreja y Castillo de Oreja- a los tiempos de la Reconquista en los que el rey Alfonso VIII concedió protección, tierras y privilegios a esta Orden nacida en Galicia como signo de devoción al patrón de España, en el siglo XII. Fueron caballeros de la Orden los que jugaron un importante papel por las tierras que atraviesa el Tajo, a cuyas veredas prosperaron las viñas que hoy albergan bodegas como Jesús Díaz, Jesús Figueroa, Pedro García, Solera y Andrés Morante.

Camino de los Reyes es el nombre que recibe la cuarta de las rutas. De los Austrias a los Borbones, como si de un paseo por la historia se tratase, la ruta que nace en Navalcarnero, testigo del amor entre Felipe IV y su segunda esposa, Mariana de Austria, desemboca en el Aranjuez que fue honrado con el título de Real Sitio por el rey Felipe V  el Animoso. Un bello trayecto en el que disfrutar de bodegas del prestigio de Andrés Díaz, Ricardo Benito y Real Cortijo de San Isidro.

En torno a Las escenas y crónicas de Francisco de Goya gira la ruta que transita entre Vega del Jarama y Valdelaguna con obligadas paradas en Villaconejos y Chinchón, además de, cómo no, en las bodegas de Señorío Val Azul y Pablo Morate. Y es que no se concibe en España momento cotidiano o de íntimo encuentro, ni celebración festiva o dramático acontecimiento en los que no esté presente el vino tal y como lo plasmó el genial pintor de Fuendetodos en la etapa más madrileña de su imprescindible obra.

La sexta ruta es la conocida como Los tiempos del ferrocarril, cómplice imprescindible del auge de tres décadas que vivió el sector vitivinícola español a partir de 1850, cuando el país dejaba ya atrás el Antiguo Régimen. Discurre desde el mismo centro de la capital de España hasta Pozuelo del Rey recorriendo Arganda del Rey, Tielmes, Carabaña, Orusco de Tajuña, Villar del Olmo y Nuevo Baztán, y nos permite visitar las bodegas de Castejón, Vinícola de Arganda, Tagonius y Gosálbez Ortí-Qubél.

Seis tentadoras posibilidades de acercarse a la realidad vinícola de la Comunidad de Madrid que despertarán en quien las recorra, vino a vino, no sólo el paladar del buen aficionado a los mejores caldos, sino también los sentidos de los que saben disfrutar con la historia y la belleza de una región que bien merece la pena transitar.

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