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Una idea, una filosofía, un vino

Veinte vendimias de Mirto de Ramón Bilbao

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  • Redacción
  • 2019-02-28 00:00:00

Se cumplen veinte años de la creación de Mirto, un vino que fue bandera del nuevo equipo que modificó el rumbo de Bodegas Ramón Bilbao. Mirto se alineó desde su nacimiento con la vanguardia que ha cambiado el vino de Rioja en los últimos años.


En 1998, con la llegada de la familia Restoy Zamora, propietarios del famoso Licor 43, se abría una nueva etapa en Bodegas Ramón Bilbao. La empresa nació como bodega de cosechero, tuvo una etapa de relieve en los años ochenta y en los últimos noventa elaboraba vinos de corte clásico. La nueva propiedad llegó decidida a variar el rumbo y puso al frente de la bodega un equipo joven, con Emilio Restoy como responsable máximo y la incorporación, en abril de 1999, de Rodolfo Bastida, enólogo riojano que venía rodado tras una etapa de varios años en una de las bodegas innovadoras de la zona. Ese mismo año se elaboró el primer Mirto, avance de los conceptos y filosofía de trabajo que se implementaron en la bodega.
Veinte años después, Bodegas Ramón Bilbao es uno de los referentes del nuevo Rioja. Además, el grupo familiar Zamora Company elabora vinos en otras regiones españolas como Rías Baixas con Mar de Frades, Cruz de Alba en Ribera del Duero y de nuevo como Ramón Bilbao en Rueda.

El comienzo de un viaje
Un lanzamiento espectacular, sustentado en la experiencia anterior y en la acumulada en el camino, en el que el tinto Mirto jugó un papel de catalizador, de materialización de una idea de modernidad, de estilo y de calidad.
Eran años en los que el vino de Rioja buscaba un nuevo camino, ya superada o en trance de superar la fiebre de los vinos negros, de los vinos de cuerpo, grado y obsesión por el color y por las maderas nuevas. Perfiles tan adaptados a los de los vinos del Nuevo Mundo (o mejor, a la exigencia de determinados prescriptores del otro lado del Atlántico) como alejados de la esencia y la tendencia natural de los tintos de Rioja Alta. Mirto buscaría su camino en la expresión natural de unos viñedos situados en parajes privilegiados, pero seguiría sendas personales para alcanzar su objetivo de modernidad y frescura.
La reacción a los excesos de esa etapa de los años noventa se dio por varios factores: se perdió obsesión por el color, se buscaron la finura y la frescura perdidas y se luchó contra el protagonismo de la madera de crianza al mismo tiempo que se reivindicaba el concepto terruño. Rodolfo Bastida y el equipo de Bodegas Ramón Bilbao adoptaron todos esos conceptos, que son al mismo tiempo clásicos y resultaban innovadores, pero optó por la selección de varios terruños especiales para componer un tinto excepcional.
Mirto procede de viñedos situados en Rioja Alta, con alguna viña en Rioja Alavesa, en pagos de Ábalos, Labastida, Villalba, Haro, Cihuri, Cuzcurrita del Río Tirón, Briones y San Asensio. Ocho orígenes controlados, siempre de viña propia y distintos todos ellos. Viñedos cuyo fruto opta siempre a formar parte de Mirto pero que no siempre son utilizados todos. Y los que no alcanzan las elevadas exigencias del vino bandera de la bodega serán la base de otra de las etiquetas top de la casa, Ramón Bilbao Edición Limitada.


Abanderado de una revolución
Esos ocho vinos base siguen un camino separado pero en paralelo: se realiza vendimia manual en pequeñas cajas para preservar la integridad del fruto y, después de una selección manual de los racimos, se elaboran en ocho tinos de roble de 18.500 litros. De ellos, solo dos serán utilizados para Mirto.
El vino pasa directamente a barricas de roble francés, en las que realiza de forma natural la fermentación maloláctica y se mantiene con las lías, activadas por battonage (removido), sin trasiegos, para continuar la crianza, en torno a 20 meses, en barricas nuevas de roble francés Asllier. Se embotella sin forzar la clarificación y sin filtración. Tras el embotellado, finaliza su crianza en el botellero subterráneo de la bodega.
El resultado es un vino moderno, de los que se acercan a la cuadratura del círculo de ofrecer al mismo tiempo consistencia y frescura, equilibrio, fluidez y noble fuerza. Un tinto que no busca ser la expresión de una viña concreta, sino la mejor expresión de una cosecha a partir de unos viñedos excepcionales. Todo un acierto refrendado con rara unanimidad por la crítica: está valorado entre los mejores en las últimas ediciones de todas las guías de vinos españolas, con una calificación media por encima de 95 puntos sobre 100.
Mirto fue la primera llamada de atención sobre la nueva filosofía que se iba a aplicar en una bodega clásica. Unos conceptos innovadores que se fueron proyectando en cascada a toda la gama de vinos, con la puesta al día de la gama tradicional de Ramón Bilbao Crianza, Reserva y Gran Reserva, y se plasmaron en nuevas incorporaciones, como Ramón Bilbao Viñedos de Altura o Ramón Bilbao Reserva Original, abanderados de una bodega que, en este viaje, no ha dejado de mejorar sus instalaciones y aumentar sus propios viñedos, así como la valoración de la crítica y de los consumidores.


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