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Aunque nace como todos del viñedo, lo bonito de este vino es que lo hace también de la espera, del silencio de la bodega y del respeto al tiempo y a la sabiduría de generaciones pretéritas. Su crianza en barrica no busca tanto domar el vino como escuchar lo que tiene que decir. En cada añada se intenta embotellar una conversación distinta entre el terruño, la historia y quienes lo elaboran. Es un vino que te mira de frente, sin artificios, con la autenticidad de cuidar algo que se ama.
1997
Aquel año nació un vino y se consolidó un legado. Manuel, uno de los hijos de Félix Martínez, se incorporó al proyecto bodeguero familiar, un depósito fue excepcional y decidieron crear un vino de reconocimiento. Así nació Cepas Viejas, un tributo al saber y la tierra paterna.
2020
La nueva añada saldrá pronto, tras la 2018. Su producción limitada de 15.000 botellas solo se elabora cuando la cosecha lo merece. Esta nueva añada promete intensidad, elegancia y equilibrio, manteniéndose fiel a su esencia: complejidad sin concesiones ni prisas.
Homenaje familiar
Parte de sus uvas proviene de una viña de 80 años que plantó el padre del propio Félix Martínez. Este vino es algo más que una estandarte del vino madrileño: es un puente entre generaciones, una historia familiar arraigada en la tradición y la memoria del viñedo.
Clásico de Madrid
Su crianza, que ronda según la añada entre los 18 y 24 meses en barrica, marca un estilo asentado desde el principio como un referente de la D.O.P. Vinos de Madrid. Un estandarte marcado por un estilo refinado que demuestra el potencial de esta tierra cuando se trabaja con pasión.
