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Un sueño hecho realidad

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  • Antonio Candelas
  • 2025-05-12 00:00:00

Existen destinos creados para descansar y desconectar del mundanal ruido, pero tras una estancia en Pago de Cirsus, además, se consiguen recomponer y sanar estilos de vida desbordados por las prisas y ordenar las prioridades de nuestro día a día. Logros hasta ahora inalcanzables.


Hay lugares que no se visitan: se sienten. Se caminan despacio, se respiran hondo, se beben con los ojos antes de llevar la copa a los labios. En uno de los rincones más silenciosos y puros de la Ribera Navarra, entre la textura suave de las viñas y la protección de los olivos, se alza Pago de Cirsus: un santuario para el alma, una geografía donde el tiempo toma otra forma y la vida parece volver a su compás natural.
Ablitas. Finca Bolandin. Latitud privilegiada, altitud exacta. Tierra noble bajo los pies, cielo abierto sobre la cabeza. Desde este paraje íntimo y amplio se domina el horizonte como quien domina una emoción contenida: a un lado, la Sierra del Moncayo vigila, imperturbable; al otro, las hileras de viñedo se curvan con la elegancia de una partitura vegetal que solo el sol sabe leer.

Deliciosa serenidad
En el corazón de esta finca –donde 130 hectáreas de viñas maduran al ritmo de las estaciones–, duerme también un hotel boutique con doce habitaciones que parecen esculpidas por la calma. Dormir aquí es dormirse entre cepas, con el murmullo del viento en las hojas como nana, y despertar con la luz dorada filtrándose entre cortinas y ventanas abiertas al campo. Es puro recogimiento. Un lujo sereno, sin estridencias, que invita a la contemplación.
Cada estancia es única, como los vinos que nacen de esta tierra. Decoradas con un refinamiento cálido y discreto, las habitaciones cuentan en voz baja, en el idioma de lo auténtico, todo el cariño con el que se ha confeccionado aquel evocador lugar. Fuera, los caminos de tierra conducen a paseos sin prisa. Dentro, el silencio y la piedra abrazan.
Pago de Cirsus no hace vino: lo cría, lo acompaña, lo escucha. Con una producción cuidada al detalle –rendimientos bajos, madurez equilibrada, mínima intervención–, sus vinos tienen algo que no se enseña: carácter. La tierra les da estructura; el sol, dulzura; la mano del enólogo, precisión. Chardonnay, Moscatel de Grano Menudo, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Tempranillo, Garnacha… Cada variedad ha sido plantada con un sentido, con una intuición casi poética que dialoga con la orografía, con el viento, con la memoria de esta tierra.
Bajo la montaña, en la penumbra fresca de la sala de barricas, mil toneles de roble francés guardan el secreto de la paciencia. Allí, durante un año o más, el vino evoluciona al ritmo de la humedad, del silencio, del tiempo que no se fuerza. Cada barrica, un pequeño universo contenido. Cada copa, una historia.

Alimento del alma
Y como todo viaje exige mesa, Pago de Cirsus ofrece un restaurante donde la cocina no alimenta: emociona. Bajo la dirección del prestigioso chef Pedro Larumbe y el saber meticuloso de Fernando Delgado, la propuesta gastronómica es una reverencia a la tierra navarra. Producto local, ecológico, estacional. Sabores reconocibles, pero con la sorpresa del refinamiento. Aquí, un tomate nos cuenta la historia de una huerta cercana. Un cordero, la estampa de un valle. Un plato, la suma de paisaje, memoria y técnica. El vino, claro, acompaña cada bocado con exactitud poética. Todo armoniza. Todo fluye.
Lo que Pago de Cirsus propone es un refugio para el cuerpo y para el alma. Una forma de vivir durante unos días como viven los seres de la naturaleza: despreocupados, generosos, serenos. Las experiencias enoturísticas –visitas guiadas a la bodega, catas sensoriales, paseos entre viñas, cenas maridadas– no son espectáculos, sino rituales para entender la filosofía del lugar. Y la sostenibilidad es una responsabilidad asumida, una forma natural de estar en el mundo. Aquí, se busca acariciar la tierra. En este rincón de Navarra, dormir entre viñas es algo más que una frase bonita: es una vivencia que se queda en la piel. Una copa en la terraza al caer la tarde, el último rayo de sol cruzando un campo de Garnacha, el sonido de las cigarras bajando el telón del día. Un libro que se abre. Una conversación enriquecedora.
Pago de Cirsus es eso. Un lugar donde el alma encuentra un respiro, donde el vino tiene la elegancia de un poema, y el paisaje, la fuerza tranquila de lo eterno.  Antonio Candelas

Pago de Cirsus
Ctra. Ablitas-Ribaforada, Km. 5
31523 Ablitas (Navarra)
Tel. 948 386 427
www.pagodecirsus.com