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Ana Muga

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  • Laura López Altares
  • 2019-04-30 00:00:00

La consejera y responsable de redes sociales de Bodegas Muga es una mujer que lucha por sus convicciones desde la serenidad, retándose a cada paso, inspirando existencias.


De mi primera Cata del Barrio de la Estación de Haro me traje una especie de Síndrome de Stendhal vinícola, y también la idea de volver a encontrarme con Ana Muga, una inspiradora mujer de firmes convicciones. La consejera y responsable de las redes sociales de Bodegas Muga (tercera generación de una de las grandes estirpes vinícolas de Rioja) impulsó el "cambio de imagen tecnológico" de la histórica bodega riojana, imprimiéndola de frescura y cercanía y logrando atraer la atención de una clientela más joven e inconformista. Solo alguien acostumbrado a retarse a sí mismo hubiera aceptado semejante desafío, y solo alguien con la dosis justa de humildad y ambición lo habría logrado. Al conocer a Ana no te extraña en absoluto: se enfrenta a la vida con una serenidad admirable, y es capaz de ver siempre más allá sin despegar los pies del suelo. "Creo que a la gente lo que le gusta ver es que en Muga no nos hemos parado aunque tengamos una marca definida, seguimos al pie del cañón: viajando, dando a conocer nuestros vinos en cualquier parte del mundo, buscando", dice. Y es inevitable reparar en que, si ese es el espíritu de Muga, es casi un retrato de su alma.

Las mujeres de Muga
El primer capítulo de la historia de Ana nos lleva a la bella San Sebastián, la ciudad donde creció: "Yo nunca he vivido en Haro, ¡solo para sacarme el carné de conducir!", puntualiza divertida. Y su afición por el vino, aunque corriese por sus venas desde antes de nacer, le llegó bastante tarde: "Fue a partir de los 18, igual un poquito antes. Y en el momento en que empecé sí que me gustó mucho". Porque, cuando el vino se te mete dentro, "la pasión ya no se agota, siempre lo tienes presente. Yo intento beber una copita al día, que creo que no hace daño, por mucho que alguno diga lo contrario…". Uno de los rasgos que más destacan en Ana es la claridad con la que expone sus ideas y la firmeza y respeto con que las defiende. Ya desde muy pequeña conoció su vocación: "Siempre me ha encantado viajar, conocer mundo, gente diferente… La verdad es que siempre pensé en hacer algo relacionado con el comercio exterior". Y por supuesto lo hizo. Fue en su etapa universitaria cuando empezó a coquetear con el mundo del vino: "Mi tesina era sobre la exportación de vinos de Rioja en Europa". Y también con internet: "Lo descubrí en París, de Erasmus, y me pareció un mundo apasionante". Ya en Chile se intensificaron ambas pasiones al descubrir los vinos chilenos ("me picaba mucho la curiosidad, e hice un máster en vino chileno").
Al nacer su segunda hija, en 2012, sus hermanos le hicieron una propuesta irrechazable: "Empezar de cero con la web y meternos en el mundo fascinante de las redes sociales. ¡Eso me enganchó!". Una de las razones que la llevaron a aceptar el reto fue la dificultad para conciliar trabajo y familia. ¿Qué ha supuesto para Ana ser mujer en un sector tradicionalmente dominado por hombres? La respuesta es contundente: "El camino no ha sido fácil, como te puedes imaginar". Pero siempre contó con un importantísimo apoyo, el de su familia: "Mi padre era muy visionario, decía que por qué no iba a tener la misma oportunidad que mis hermanos si tenía la capacidad. Mis hermanos también me han apoyado siempre, estoy muy orgullosa de decirlo. A mi madre sí le costó un poco más, pero sé que ahora está muy orgullosa".
Y nos confiesa un curioso secreto sobre el prodigioso olfato de las mujeres de Muga: "En la familia, al final era la mujer la que tenía la buena nariz para catar: nuestra abuela Aurora Caño, nuestra tía Isabelita Muga... y también mi prima, Eva Muga".

Nuevos retos
"Luchamos para llegar a un público más joven. Que también nos vean como un vino innovador". Innovador en las técnicas, pero "100% tradicional en todos los procesos de elaboración". Uno de los buques insignia de Muga es contar con Jesús Azcárate, el único cubero activo en España, que además ha enseñado a sus hijos el oficio: "Eso marca la diferencia con las demás bodegas". Como también lo hace la labor de su equipo: "Hacía falta una estrategia bien definida, y ahora estamos todos muy concienciados. Estoy muy contenta, creo que estamos haciendo un buen trabajo". Retos individuales aparte, ¿a qué desafíos cree Ana que se enfrenta el sector? "No podemos dormirnos, cada vez se hacen vinos mejores en todo el mundo. Hay que dar más importancia a la comunicación y al marketing, y es importante diseñar una estrategia conjunta para potenciar la Marca España".
Ana es incombustible: todavía le queda tiempo para viajar ("¡mi gran pasión ahora mismo es nuestra gran experiencia en Nueva York!" [Rioja Railway Wine Experience]), pasar tiempo en familia ("al final, creo que son las pequeñas cosas las que hay que valorar cada vez más porque la vida pasa en un pispás)... y seguir retándose a sí misma. "Ahora mismo estoy trabajando en una plataforma de mujeres influyentes de España y voy a empezar con La Rioja: no hay tantas mujeres influyentes allí, ¡eso tiene que cambiar!" También es vocal de Amavi (Asociación de Mujeres Amantes de la Cultura del Vino) y dedica esfuerzo e ilusión a los proyectos que surgen con "el Club de los 300", como el de Vino por la vida que hicieron en África (ella fue a Benín dos veces como cooperante): "Este tipo de cosas me llenan mucho. Son proyectos muy complicados, pero a la vez me enorgullece decir: ¡nuestro granito de arena ahí está! En África siempre hay cosas por hacer, y hay tantas injusticias con las mujeres...".
¿Y qué hay del futuro más lejano? Ana nos confiesa dónde le gustaría estar dentro de veinte años: "¡Muy cerca de la playita y en buena compañía!" Y probablemente con una copa de su vino favorito en la mano (el Muga Selección Especial Reserva)... ¡Que sean dos!  

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