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Rocío Osborne

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  • Laura S. Lara
  • 2023-02-01 00:00:00

Tras clausurar el 250º aniversario del grupo, Rocío Osborne se prepara para asumir nuevos retos profesionales como directora de comunicación de una compañía cuya máxima es poner en valor España como fuente de riqueza "enogastronómica".


F undada en 1772, Bodegas Osborne es un referente en la elaboración de vinos y espirituosos de España. Una marca que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un símbolo cultural de nuestro país. Rocío Osborne, sexta generación de la familia, representa el negocio familiar en todo el mundo destacando la calidad y valores de una empresa que, en los últimos años, ha ampliado su portfolio hasta convertirse en un adalid de la gastronomía patria. Como directora de Comunicación de la compañía, acaba de cerrar un año importante para Osborne, el de la celebración de su 250º aniversario.
Que una empresa familiar siga activa (y más fuerte que nunca) tras más de dos siglos es todo un hito. "Sabíamos que 2022 sería un año muy especial para nosotros: que una bodega cumpla 250 años en manos de una misma familia es algo único. Por eso queríamos que durante todo ese año hubiese distintas celebraciones que contaran la historia de Osborne, su legado, pero también su futuro. El objetivo era que todos nuestros empleados y accionistas pudieran sentir orgullo de pertenencia a partir de acciones y eventos de todo tipo", explica la directora de Comunicación. Y así fue. La fiesta grande, celebrada en la histórica bodega de Osborne en El Puerto de Santa María con clientes internacionales, periodistas y amigos, contó con la presencia de Su Majestad El Rey Felipe VI. Y entre algunas de las iniciativitas que han tenido lugar con motivo del aniversario, las más destacadas han sido la creación de un libro que reúne historias de personas que forman o han formado parte de la casa, una saca especial de la solera El Cid, hasta ahora destinada para consumo únicamente de la familia Osborne, y el cierre de una cápsula del tiempo llena de deseos y recuerdos para compartir con las generaciones futuras que volverá a abrirse dentro de 50 años. "Ha sido un año lleno de emociones en el que hemos recibido muchísimo cariño y reconocimiento de parte de instituciones, medios y otras entidades que no han dudado en alabar nuestros méritos". Con pena de que se haya terminado, pero con el orgullo que solo da el trabajo bien hecho, Rocío Osborne se prepara para enfrentar nuevos retos de cara a 2023.


El peso de la Historia
El fundador, Thomas Osborne Mann, se estableció en el sur de España a principios del siglo XIX y junto con Sir James Duff, cónsul británico en Cádiz, formó una compañía para exportar vinos a Inglaterra y otros países. Fue en Cádiz donde se enamoró de Aurora Böhl de Faber, que jugó un papel crucial en la historia de las bodegas al tener que hacerse cargo del negocio tras la muerte de su marido, con tres hijos menores a su cargo. Desde entonces, Bodegas Osborne ha permanecido en manos de la misma familia, y su sede en los mismos cascos centenarios de El Puerto de Santa María. Son muchas las anécdotas y los personajes que, a lo largo de las décadas, han ido escribiendo los capítulos de la historia de Osborne. Como el pirata Francis Drake, que saqueaba la Bahía de Cádiz y regresaba a Inglaterra con los barcos cargados de barriles de vino. Uno de los sorprendentes descubrimientos que ha hecho Rocío Osborne durante la organización del 250º aniversario de la empresa fue el hallazgo, por parte de varios investigadores, de más de 3.000 documentos que hablan de los comienzos de la compañía y que ha dado lugar a un libro muy especial. "Hay cartas de miembros de la familia que datan de 1870 en las que ya se habla del Fino Quinta, con lo que ahora sabemos que ya existía antes del siglo XX, y también documentos que demuestran la involucración de James Duff en la victoria de las tropas inglesas sobre las francesas en 1800", cuenta Rocío. "Mis antepasados traían barcos fletados con plata de las colonias para pagar a los soldados ingleses en agradecimiento por ayudarnos a echar a los invasores. Ver que unos comerciantes tuvieron un papel tan relevante en la Historia de España es muy llamativo. O el papel fundamental de Aurora Böhl de Faber y Ruiz de Larrea, la viuda de Thomas Osborne Mann, que también hemos descubierto a raíz de esta investigación y que nos ha hecho ver que la historia de Osborne no solo está plagada de hombres con carácter, sino también de mujeres valientes".
Ya en este siglo, la llegada de Rocío Osborne a la compañía tuvo mucho que ver con la decisión de su abuelo de acabar con la tradición familiar que dejaba solo a los descendientes varones una herencia en acciones. "Él no tuvo la última palabra, pero está claro que teniendo nueve hijas y un hijo fue uno de los grandes defensores de este cambio", reconoce. Pero una cosa es la herencia y otra muy distinta trabajar en el negocio familiar. "Yo crecí con la circunstancia de que no estaba permitido a los miembros de la familia trabajar en la empresa. Ignacio Osborne –actual presidente del Grupo Osborne– siempre cuenta que su abuelo echó a su padre. Pero como él se incorporó a la compañía en 1994 por méritos profesionales, tenía la ilusión de que, con los años, yo también pudiera lograrlo". Con una carrera independiente en derecho y finanzas, Rocío Osborne se veía entrando en la empresa familiar en temas de gestión, pero en 2006 surgió la oportunidad de formar parte del equipo desde otro lado. "Tenía 25 años y no estaba segura de que encajara en mi formación, pero me presenté al proceso con la curiosidad de conocer las oficinas de Osborne en Madrid, y al descubrir el proyecto me ilusioné con el puesto". Se trataba de viajar por los mercados internacionales representando a la compañía, sus productos y los valores de la familia. Y ahí sí se veía. Lo que no sabía es que su vida estaba a punto de cambiar por completo. "Cuando me cogieron fue un salto al vacío, dejaba todo lo que conocía y para lo que me había formado y me lanzaba a algo que no controlaba y que no estaba segura de si iba a hacer bien". Lo hizo, pero antes tuvo que sortear unos cuantos infortunios. "Nada más entrar me encontré con dos retos; el primero fue que algunas personas pensaban que mi puesto no lo podía hacer una mujer, porque requería viajar mucho y en algún momento querría tener hijos". Fue la primera barrera que tuvo que derribar. La segunda fue integrarse en una estructura de empleados siendo también accionista, sin que hubiera ninguna experiencia previa similar, ya que el único familiar anterior, Ignacio Osborne, se había incorporado directamente a la dirección y ella entraba a un nivel intermedio. "Me tocó hacerme un hueco y que dejaran de verme como alguien que llegaba para fiscalizar. Una de mis principales metas durante los primeros años fue, simplemente, integrarme". Para lograrlo, como ella misma dice, tuvo que mancharse las manos, ser una más. Precisamente por eso, nadie como Rocío para hablar de cómo ha cambiado la compañía en estos últimos 16 años. "Yo he visto una evolución radical, desde estructura, marcas y formas de abordar el negocio, hasta el perfil de las personas que integran el grupo: ahora hay gente más joven y muchas más mujeres. Osborne se ha transformado, ha pasado de ser una compañía solo de vinos a ser una empresa gourmet y gastronómica en la que tienen mucho peso marcas como Cinco Jotas, Carlos I, Nordés o Riofrío".


El futuro que merecemos
Desde su experiencia internacional, Rocío Osborne hace hincapié en que la percepción que se tiene del vino español fuera de nuestras fronteras es la de un producto de mucha calidad, pero mal posicionado. "Nos falta trabajar mejor la imagen de marca para competir en precio a nivel de calidad con otros países como Francia o Italia. Porque todavía el consumidor relaciona el vino español con un bajo precio. Y cambiar eso pasa por creérnoslo más, por crear valor y vender nuestros vinos al precio que merecen". Jerez es el mejor ejemplo. "Son vinos magníficos, auténticas joyas enológicas que deberían venderse a un precio muchísimo más elevado por la complejidad que conllevan, los años que requieren para sacar el producto, la exclusividad por volumen y lo únicos que son, pero la realidad es otra". La parte positiva es que el futuro del vino camina hacia la diversificación del consumo, en detrimento de esas denominaciones que tradicionalmente han monopolizado el mercado. "El consumidor ya no se apalanca en Rioja o Ribera, se atreve con otras regiones, y en parte es porque ha aumentado la calidad de los vinos de esas otras zonas. El volumen ha caído en consumo, pero lo cierto es que ahora bebemos mejor". El reto hoy es acercar el vino a otros públicos, hacerlo más accesible y cotidiano, simplificar el mensaje. Bodegas Osborne pone su granito de arena en esta tarea apostando por marcas como Solaz, punta de lanza para ese público más joven, y también dignificando el Marco de Jerez: dejando de lado los grandes volúmenes para poner en valor los vinos únicos portuenses, su valor diferencial, a partir de una imagen más contemporánea. Y no solo en Andalucía. "En Rioja, con Bodegas Montecillo, estamos trabajando en un proyecto de viñedo ecológico del que próximamente sacaremos cosas muy especiales", adelanta.

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