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Elisa Errea

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  • Laura López Altares
  • 2025-05-12 00:00:00

La directora y fundadora de The Wine Studio y The Human Studio es también 'health coach' y consultora de bienestar corporativo, y abandera la concienciación sobre ese bienestar dentro del sector del vino: "Deberíamos incluirlo en la sostenibilidad".


Poner nombre a lo que pellizca por dentro, pero no se dice en alto. Llevar la biodinámica de la viña, con la vitalidad y el bienestar que promueve, a quienes la cultivan y a todos los que formamos parte del sector de vino. Ese es el propósito de Elisa Errea, fundadora de The Wine Studio y The Human Studio, dos proyectos que buscan, según sus propias palabras, contribuir al desarrollo de la industria del vino y al futuro de una sociedad más humana: "Yo, que trabajo con gente del mundo del vino, sé que nuestro sector machaca a los profesionales: se trabaja muchísimo y hay mucha incertidumbre. Y nadie habla de la cantidad de kilómetros que se conducen, de las comidas interminables, de la falta de rutina, del estrés que sufren los enólogos, directores generales, directores de comunicación... No es para nada sostenible, creo que tenemos que sacar a la luz ciertos temas que son muy importantes. Se nos llena la boca con el concepto de sostenibilidad, pero la sostenibilidad también es social y económica. Y creo que deberíamos incluir el bienestar en la sostenibilidad. Es decir, si tenemos un enfoque holístico a la hora de elaborar vinos, pues ese mismo enfoque tiene que llegar hasta los que trabajamos en el vino".
Su innovador enfoque se basa en prestar apoyo a los profesionales del sector para que cuiden su salud emocional y física, especialmente en momentos tan convulsos como el actual: "Atravesamos una época de cambio profundo. Y tenemos que hacer esto desde nuestra salud porque nos va literalmente la vida en ello. Entonces, mi propósito ahora mismo es traer esta conciencia al sector. Cuantas más personas y empresas seamos promoviendo y poniendo el foco en la salud física y mental, que al final es lo mismo, será mejor. Tenemos la oportunidad de hacer llegar un sector tan bonito como el nuestro, tan arraigado a la autenticidad, a la tierra, a la naturaleza, desde ese mensaje de bienestar a todos los niveles".

Del vértigo al reino de calma
A esta filóloga serena y tenaz, la necesidad de mirar hacia dentro –y también la inspiración– le llegaron después de una especie de cataclismo personal: "Como todos los mortales, he tenido mis desafíos en cuanto a mi salud. Yo soy celiaca y me diagnosticaron muy tarde. Pero lo mío casi fue un autodiagnóstico, confirmado después por la medicina. Me llevó muchos años entender lo que me estaba pasando y creo que el exceso de actividad profesional y el estrés no me ayudaron en absoluto. Entonces, entendí que se podía vivir de otra manera, mucho más pausada, mucho más en calma. Después de mi propio proceso y mi propia evolución, yo sentía que quería acompañar a otras personas y difundir un mensaje de autoeficacia en nuestro propio bienestar. Tenemos mucho en nuestra mano para tener salud, para encontrarnos bien, pero eso implica un cambio de estilo de vida. Entonces ahí fue cuando descubrí el yoga –soy formadora– y la profesión de health coach, y decidí que me quería formar y dedicarme a esto también".
Décadas atrás, había vivido a pleno pulmón el vértigo de un trabajo emocionante en Raventós Codorníu que supuso su "bautismo de fuego" en el mundo del vino: "Yo siempre digo que vengo de la única región de España en la que no había vino hasta hace muy poco, que es Cantabria, y mi familia no era especialmente amante del vino. Salté a la piscina porque vi un anuncio en el periódico en el que buscaban a una persona con intereses en la gastronomía y en la cultura y que hablara inglés, alemán, castellano y catalán. Y así empezó todo".
Cuenta Elisa que lo que más le atrajo de aquel desafío fue el perfil internacional, poder estar todos los días en contacto con gente de todo el mundo y trabajar en un entorno cercano a la naturaleza: "Codorníu fue una escuela, mi casa profesional. Me dieron la libertad además de marcar mi carrera. O sea, yo pasé de hacerme cargo de la recepción de visitas profesionales de todos los países a inventarme un puesto que básicamente se trataba de hacer formación en los mercados internacionales: acompañaba a los directores regionales de exportación y era un apoyo en todos los países. Viajaba constantemente, y eso me llevó a participar en proyectos de desarrollo de vino para mercados específicos. Y de ahí salté a coordinar el Departamento de Enología y también estuve dirigiendo el Departamento de Marketing de Codorníu en el Reino Unido".
Diez años después, trasladaron a su marido a Bruselas y decidió escribir su siguiente capítulo laboral: "Nos acabábamos de casar, yo estaba embarazada y tenía muy claro que quería tener libertad para criar a nuestra hija. La libertad es un valor muy importante para mí, y en ese momento de mi vida yo tenía ganas de disfrutarla, y además tenía un espíritu emprendedor muy claro que quería explorar. Entonces, se juntaban dos circunstancias muy propicias. Y así empezó The Wine Studio: el nombre se me ocurrió una noche mientras dormía a mi hija, y empecé a montar la idea en mi cabeza".

Un giro en el paradigma educativo
Esta "consultoría de estrategia, diseño de formación y centro académico" arrancó en 2012 con cinco alumnos de nivel 2 –hoy imparten todos los niveles– del Wine & Spirit Education Trust (WSET) en un coworking del barrio madrileño de Malasaña, y abrió un nuevo espacio para entender el mundo del vino de una forma muy diferente. "Aunque el proyecto inicial de The Wine Studio era la consultoría, pensé que la formación –yo que acababa de terminar mi diploma WSET estando todavía en Bruselas– podía ser un buen complemento a lo que quería hacer porque así diversificaba. Y en seguida vi que el WSET no era solo una cuestión de conocimiento; o sea, tener éxito en el WSET no era solo estudiar, era entender muy bien la metodología, era entender un sistema educativo como es el británico, que tiene unos pilares muy distintos al sistema educativo español, que está muy basado en la memoria. El sistema británico se apoya mucho más en la comprensión y en la lógica, en conectar distintas partes del conocimiento. Cuando entendimos esto, cambiamos la metodología: el profesor está ahí para hacer pensar al alumno, para hacerle conectar lo que explicamos de factores naturales y viticultura con el trabajo de viticultores y enólogos en una zona específica del mundo y cómo está todo conectado. Entonces, una vez que el alumno entiende que así es como tiene que razonar, aprobar está chupado. Pero tienes que hacer un cambio de paradigma educativo: el alumno tiene que implicarse a fondo, se trata de hacerle ver que este es un proyecto más suyo que nuestro", explica Elisa.
Desde The Wine Studio han diseñado el plan de bebidas de Le Cordon Bleu Madrid, llevan el programa de formación oficial de vinos de España para el ICEX-Vinos de España (Spanish Wine Specialist y Spanish Wine Educator) desde hace cinco años, participan en los contenidos de Rioja Wine Academy y acaban de terminar el curso Ribera del Duero Wine Educator: "Son proyectos que nos sacan completamente de nuestra rutina, de nuestra comodidad, pero que nos permiten desarrollarnos. Es un orgullo estar formando profesionales de todo el mundo en vinos de España".
The Wine Studio fue, por supuesto, la primera empresa en la que Elisa aplicó todo lo que había aprendido sobre el bienestar como pilar estratégico: "Es una empresa que ha crecido con mucha calma. Y, para nosotros, manejar nuestra empresa de tal manera que el estrés sea un indicador de lo bien o lo mal que lo hacemos, ha sido clave. Como health coach, yo me especialicé en estrés, y de hecho hice después el programa ejecutivo Chief Happiness Officer para entender, sobre todo, si esa manera que yo tenía de dirigir mi empresa, que es una empresa muy pequeñita, era extrapolable a otras empresas. Y efectivamente ese programa me ayudó a validar mi manera de dirigir y mi manera de entender el mundo de las empresas".
Desde The Human Studio aboga por esa concienciación sobre la importancia del bienestar en las empresas y organizaciones, y lanza un valiente mensaje: "Yo empezaría quizá a nivel institucional, a vincularlo con la sostenibilidad o incluso crear una comisión de bienestar. Hay oportunidades, pero tenemos que estar fuertes, preparados y optimistas para abordarlas. Y creo que hay que empezar por uno mismo, por ver cómo estamos para afrontar este cambio".