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El secreto está en la copa

  • Redacción
  • 2001-06-01 00:00:00

Desde el cuenco formado por dos manos hasta lo etéreo del finísimo cristal, los recipientes para beber han recorrido un largo camino. Formas, tamaños y materiales se han sucedido en la mesa al ritmo de la evolución tecnológica y estética, y se han diversificado. En la actualidad se cuida mucho, aunque no tanto como se debiera, la elección de las copas donde ha de servirse el vino, pues dependiendo de la calidad del cristal, grosor, limpidez, trasparencia y hasta musicalidad el vino se comportará de una u otra manera. Es en la copa donde el buen vino nace, al fin, tras meses o años de gestación, donde se acuna, donde muestra sus encantos, la complejidad de sus aromas, sus sabores, su bouquet.
En esta tarea de buscar la copa adecuada, la copa ideal, hay una familia que ha dedicado todo su esfuerzo e ingenio como pocos: la casa Riedel, una dinastía que comienza su labor fabril e investigadora ya en el año 1756, en Bohemia. Desde entonces son más de diez las generaciones que han contribuido al arte y la ciencia de la fabricación de tan delicado vidrio. La historia de la copa de vino tiene un nombre y un apellido, Claus Riedel. Este hombre revolucionó, en la década de los 60, el acto mismo de la cata, con su revolucionario concepto de fuste funcional. Dicho invento consistía en abrir el camino de la copa para engrandecer el disfrute del vino. Claus Riedel basó sus diseños en el reconocimiento del efecto de la forma de una copa sobre la percepción y el beber placentero de vinos y espirituosos, conclusión a la que llegó cuando detectó que el mismo vino sabía diferente en copas distintas. Con esta premisa de extraer la máxima expresividad al vino, comenzó una larga y laboriosas investigación en busca de nuevos diseños ajustados a cada una de las características particulares de cada varietal y tipo de elaboración.
El trabajo de Claus Riedel estaba asentado en la premisa de que la forma debe ser consecuencia de la función. Examinó la correlación entre la forma de la copa y la característica del vino, y descubrió que, hasta entonces, había copas que habían sido diseñadas con el fin de empequeñecer una dimensión sin considerar los aspectos fisiológicos del proceso de la bebida. Lo que consiguió es adelantarse en el revolucionario criterio del diseño de la copa. Más adelante, el que sería miembro de la décima generación de Riedel, George Riedel, hijo de Claus y actual presidente de la casa, siguió desarrollando ese concepto, hasta descubrir que el contenido ordena la forma: en consecuencia, la correcta elección de la copa realza el sabor del vino. Pero esta familia no para de investigar. Los estudios de George Riedel se centran últimamente en la compleja relación científica entre las distintas variedades y las formas de las copas. Para decidir la forma definitiva de la copa, organiza catas con profesionales del vino de todo el mundo que son los que prueban los diferentes vinos en copas “prototipo”, hasta encontrar la que será la copa definitiva del futuro. .
Así, gracias a Riedel podemos encontrar una copa perfecta para cada vino. Por ejemplo en la gama Sommeliers, patrón indiscutible de las copas de vino de alta calidad, el diseño y tamaño de las copas son los que se encargan de que el vino caiga a distintos lados de la lengua, dependiendo del vino que se vaya a tomar. Riedel ofrece los mejores y más elegantes instrumentos cuando se trata de gozar del vino.

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