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Medio siglo en la mesa

  • Redacción
  • 2010-07-01 00:00:00

En un altiplano a las afueras de Logroño se encuentra la bodega Campo Viejo, marca que a los 50 años fue una de las primeras que optaron por la innovación construyendo un edificio perfectamente integrado en el paisaje y respetuoso con el entorno y el medio ambiente, que recibió el Premio Best Of Internacional de turismo del vino 2003 Tradicionalmente, los vinos de Rioja se han elaborado según dos estilos: el de los pequeños cosecheros elaborados por maceración carbónica y el de las grandes firmas, los visionarios que modernizaron los sistemas de elaboración con crianza en barrica. Ambos se basan en una naturaleza ideal, un suelo equilibrado, tierra seca y sana, de cielos soleados, lluvias adecuadas y perfecta combinación de clima atlántico, mediterráneo y continental. La fórmula moderna llegó hace siglo y medio, como una exquisitez importada de manos de grandes maestros enólogos franceses, pero, con el tiempo, nació un estilo propio, el inconfundible y clásico sabor Rioja que también ha evolucionado últimamente con crianzas más cortas en roble nuevo y con una generación revolucionaria, la del creador que cuida su obra desde la uva de viñedos propios hasta el diseño de las etiquetas. Campo Viejo ha marcado paso a paso esa historia durante más de medio siglo convertido en emblema del desarrollo en España, de ese vino con marca y denominación de origen que se aproximó con información y publicidad a los profanos y nos dio a conocer lo que significaba crianza, reserva... Y lo que de festivo y extraordinario tenía la copa que había sido siempre parte de la mesa española. Innovación racional Sin perder ese carácter próximo, en 2001 deja el edificio emblemático en el centro de Logroño donde ya era imposible la logística de elaboración y comercialización, y construye en los alrededores la nueva bodega. La obra ha ocupado la portada de cualquier medio que se ocupe del diseño vinícola, incluso del diseño arquitectónico en general, porque supuso un acierto no sólo por la estética y la adaptación y respeto al paisaje, sino por la perfecta coordinación funcional, por cómo se adapta a su labor, a la proximidad a la viña, a la guarda atemperada de las 70.000 barricas y más de seis millones de botellas, en fin, a facilitar y garantizar cada paso, cada labor, que mejore al vino. No hubiera sido posible sin la personalidad de Elena Adell, la enóloga, que suma a su experiencia y formación técnica la enorme capacidad de hacerse entender por el equipo de campo, por el laboratorio, por la empresa, por los clientes y bebedores... Y también en el diseño de la bodega, trabajando en perfecta coordinación con el arquitecto Ignacio Quemada. Incluso con otra personalísima creadora, Carme Ruscalleda, laureada en sus dos restaurantes con cinco estrellas Michelin. Su relación ha dado a luz, por un lado, un vino pensado para la mesa; por otro, unos bocados sorprendentes con ese vino, el Alcorta, como materia prima: conservas deliciosas de arrope especiado, confitura de piquillo y agridulce de frutas... Y ya está a punto la próxima sorpresa, todavía desconocida, pero que se rumorea que se tratará de “vinos de otro color”. Vinos para el mañana Y es que el catálogo de sus vinos conforma un verdadero arcoíris, pero no sólo de color, también de aromas, sabores, estilos... Para cada ocasión y para las búsquedas de placer más personales, desde un blanco semidulce con vocación de domingo soleado junto a un canapé de foie, hasta un rotundo y clásico Reserva (ahora la añada 2005) en el que la madera, con su sugerente evocación de vainilla acaricia la plenitud de la fruta madura. En esa línea, el alto de gama es Dominio de Campo Viejo, la proporción áurea de Tempranillo, Graciano y Mazuelo con una maceración que le proporciona un bello tono granate y una sólida estructura domada en 11 meses de barrica nueva. Los Alcorta, Crianza y Reserva marcan el estilo más revolucionario. Y todos, según sus palabras, son “vinos singulares con personalidad propia, que piden otra copa durante una comida o una conversación entre amigos” que se puede mantener en la propia bodega, ya que la visita -que se puede concertar para cualquier día de la semana desde la web de la propia bodega- concluye en el comedor o la sala de cata -espléndido otero sobre el viñedo- con una copa en la mano. Bodegas Campo Viejo Camino de Lapuebla, 50 26006 (La Rioja) Tel. (+34) 941 279 900 www.domecqbodegas.com campoviejo@domecqbodegas.com

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