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Marqués de Arienzo: Aprender del vino, enseñar el vino

  • Redacción
  • 2009-02-01 00:00:00

La creación de un clásico, en cualquier ámbito, no es fruto del azar, sino del trabajo, el tiempo y, por supuesto, de un punto de genio. ¡Ahí está Beethoven! Cuando la familia Domecq, con toda su experiencia y tradición vinícola, se instaló en Rioja, cuando en un alarde de fantasía montaron en un lúdico tren-hotel a los cronistas del vino de la época para presentar Marqués de Arienzo, no podían imaginar que aquella bodega y aquellos vinos, revolucionarios en los años setenta, se convertirían en una de las imágenes más extendidas de la Rioja clásica. Y no por inmovilismo -de hecho las nuevas elaboraciones están diseñadas para acercarse a un público joven y complacer el gusto más actual-, sino porque su filosofía de un hacer sin tiempo y su sala de guarda, con 23.500 barricas, les permite superar los periodos de crianza que marca como mínimos el Consejo Regulador y conferir a todo su catálogo la equilibrada caricia del roble, la doma que requiera la potencia de cada vino hasta convertirlo en “maduro”. Viñas del Ebro El proceso, como no puede ser de otra forma, empieza en el campo, donde Tomás Santos, responsable del viñedo, se remanga el pantalón para chapotear en el barro y los brillantes retazos de nieve de este invierno “de bienes”. En la viña más ribereña, la de Assa, ultima con los podadores los retoques de su delicada labor manual. Empiezan pronto, a mitad de enero, porque el proceso es lento y hay que tener listas sus más de 300 hectáreas antes de que asome la primavera y apunten los nuevos brotes. El marco es primoroso. El río baja crecido y sonoro en el paisaje de tierras labradas sobre estratos de areniscas, limolitas y arcillas sembradas de cantos rodados. A veces lame las primeras líneas de cepas frente a los dos arcos que siguen en pie del puente romano de Mantibre, una obra del siglo II que con sus 64 metros de alto fue una de los hitos de ingeniería hispana. La tierra es bien diferente de la de otro de sus viñedos estrella, el vecino Castejones, salpicado de guardaviñas de piedra. Y allí, las distintas alturas y orientaciones definen uvas con diferente potencia que, cosechadas estrictamente y elaboradas por separado, dan vinos con personalidad propia, como el moderno Vendimia Seleccionada que se cosecha apenas en cinco hectáreas de cepas de Tempranillo de más de 30 años. Enología de vanguardia Ahí entra en acción el equipo de enología dirigido por Fernando Loza. Cuenta con un utillaje vanguardista y diseñado con criterio, como los dobles depósitos autovaciantes de fondo al bies, de modo que no hay que entrar para garantizar su pulcritud o la robotización del movimiento y enjaulado de las botellas, que duermen así al menos un año. Y en un afán inagotable de progreso realizan investigaciones de I+D, como el actual análisis de evaporación y merma en barrica. Todo eso convierte a la bodega en una escuela, y así lo entendieron al crear el Aula Marqués de Arienzo, por la que han pasado en sus 17 años de vida más de 2.000 profesionales de hostelería que durante tres días se acercan al conocimiento profundo de la elaboración de vino y a la sensualidad y la técnica de la cata. Fernando y un didacta de lujo como es Rafael Ruiz Isla se encargan de las prácticas y amenas lecciones, y este año inauguraron -con un grupo de 20 alumnos en una semana de actividad frenética- un dinámico Curso de Vendimia. Allí conocen los secretos del Vendimia Seleccionada o de la joya de la casa, el Gran Reserva del que ahora sale la añada 2001, un vino fino, elegante, acabado, con aromas que evocan a fruta muy madura y confitada, regada de especias y tostados dulces. Se elabora exclusivamente de Tempranillo y duerme durante 30 meses en barrica bordelesa de roble americano. Y aunque sus tonos reposados pueden poner en guardia el paladar, resulta tan complejo como fácil de beber. Marqués de Arienzo Carretera de Villabuena, 9 01340 Elciego (Álava) Tel. 945 606 001 Fax. 945 606 235 E-mail. info@domecqbodegas.com www.domecqbodegas.com.

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