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Del Duero al mundo

  • Redacción
  • 2002-01-01 00:00:00

Son ya más de cien años elaborando y exportando, desde Málaga, desde el Duero. Ahora el resultado de su mimo son unos vinos tintos frutales, carnosos, pero, por encima de todo, con el sello de la casa: una elegancia inconfundible.

ste es el corazón de la Ribera del Duero. Aquí, en los alrededores de Quintanilla de Onésimo, el primoroso viñedo que circunda Viña Mayor se va alzando en un suave otero. A media altura, donde el bosque pone frontera a las cepas, se levanta el sobrio edificio, la bodega de ladrillo macizo y teja vieja.
En esta ruta que envuelve el círculo de oro del vino de la Ribera, a los comensales atentos se les escapa la vista por las líneas de los cuidados viñedos o se les enreda en la memoria del paladar con la evocación de nombres míticos de la vinicultura española de ayer y hoy. Viña Mayor es un símbolo de esa evolución, de los cambios del gusto y de la enología que a lo largo del tiempo encumbran o eclipsan zonas vitivinícolas. La casa madre de la empresa, Hijos de Antonio Barceló, es una centenaria bodega malagueña, puntal de la fama de los vinos dulces de calidad. Con esa larga experiencia se situaron en Castilla y León donde nacieron sus inconfundibles y omnipresentes botellas de bodegas Peñascal y, más recientemente, se afincaron también en La Rioja donde han renovado el esplendor de la histórica Bodegas Palacio.
Los sucesores de Antonio Barceló, la cuarta generación de bodegueros, Javier, Enrique y Carlos, siguen al frente, aunque la titularidad se haya modificado, y suman a la empresa, no lejos de allí, la modernísima Bodegas Realeza, más de 100 has. de viñedo en Toro y 380 en Rueda.
El proyecto y el edificio han ido creciendo con discreción, al ritmo de una planificación generosa y del éxito a la hora de conquistar a los viticultores de la zona, proveedores elegidos por la calidad de sus viñas y la perfección de su trabajo. Esos contratos a largo plazo, las viñas controladas que se suman a las propias, son la garantía de mantener en cada vendimia una rigurosa selección de la calidad de la uva.

Lo que no se ve Buena parte de las instalaciones, de la obra de nuevo cuño, se esconde púdicamente bajo la tierra, y sobre ella vuelve a crecer el monte bajo, los romeros, los tomillos, las jaras. Sobre esa sólida base se construye ahora una zona confortable para las visitas, para las catas. Y cuando sea menester, la mágica puerta del fondo de la nave de barricas, que ahora se apoya en el monte, se abrirá a un nuevo espacio. Reúne ahora 7.300 barricas, la mayoría de roble americano, que se sustituyen cuando cumplen apenas seis años en activo. Los estudios experimentales les han demostrado que más allá de ese tiempo el aporte de la madera al vino es muy poco relevante.
Antonio Barceló, mallorquín de origen, elaboró vinos y licores en sus bodegas de Málaga desde 1876. La compañía se instala en Castilla en los años 70 y gesta Viña Mayor desde los 80. La primeras obras que vieron la luz son el Crianza 87, y el joven Viña Mayor, en 1989, que recibió el trofeo Zarcillo de Oro.
Otros muchos reconocimientos de la calidad, sumados a una larga tradición comercial, los sitúa en el primer puesto entre los exportadores de la D.O. Llevan su firma casi la mitad de los Ribera que se beben en EE UU. La gama abarca desde el tinto joven Roble al Gran Reserva. El éxito, lo que los distingue, es la garantía de encontrar siempre en la copa un vino plenamente terminado y con una personalidad y elegancia inconfundible. Es el resultado de la crianza en madera, más o menos prolongada, y su sistema de embotellar sólo una vez al año y mantener así los vinos en el botellero más allá del tiempo exigido por ley. Los Reserva y Gran Reserva especiales proceden únicamente de cosecha calificadas de “excelente”. Se elaboran con racimos seleccionados de cepas de Tempranillo que han cumplido más de 40 años y algo de Cabernet Sauvignon de vendimia tardía. En el Viña Mayor Reserva Especial 96 el proceso se completó con 14 meses de barrica y 22 meses como mínimo en reposo, en una de esas 31.728 botellas numeradas.
Carlos Barceló marca la línea de las elaboraciones, pero tras él un equipo sólido y perfeccionista cuida cada detalle, desde el corcho al transporte. Todo lo que influye en un gran vino.

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