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El Bierzo con nombre propio

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  • Redacción
  • 2015-03-03 10:08:36

Desde el siglo XIX Vinos Guerra ha vivido miles de vendimias y decenas de altibajos. Ahora saca lustre a sus mejores valores, sus 1.000 viticultores, su viña vieja y nueva, y los convierte en vinos de estilo nuevo, frescos y minerales y, atentos a los gustos de la vanguardia, en unos vermouths reserva, complejos y deliciosos, que se están convirtiendo en la estrella de las barras de moda.

 

El Bierzo en general y Cacabelos en particular ostentan una tradición vinícola que tuvo su apogeo en la Edad Media, en el feudo del mítico obispo Gelmírez y en la condición de parada y fonda en el Camino de Santiago. Con inevitables altibajos, esa herencia se ha perpetuado e incluso florece en los últimos tiempos, desde que la producción y elaboración se organizan como Denominación de Origen, y más aún después, cuando la moderna enología redescubre este joyero de la uva Mencía.

 

Pioneros entre los pioneros

Pero la bodega es muy anterior. Los vinos de los hermanos Guerra eran famosos a uno y otro lado del Atlántico mucho antes de que se constituyera la denominación de origen. En 1879 pusieron en el mercado sus primeras botellas, encorchadas a mano. Eso sí, cuando llegó la electricidad fueron de los primeros en aplicarla al embotellado y, con ese talante pionero, su teléfono llevaba el número 2, justo detrás del del gobernador. Pero fue su sucesor, Antonio Díez Guerra, quien conseguiría consolidar el comercio del vino muy lejos de las fronteras locales, y así lo reconoce como homenaje su busto que preside la Plaza Mayor de Cacabelos.

Las cifras son sorprendentes: en 1930 vendían 15 millones de botellas en las que al vino de la zona tenían que sumarse otros venidos de Jerez o de La Mancha, ya que la producción local no era suficiente. Y resulta aún más admirable su concepción del marketing y merchandaising, incluso antes de que estos palabros se acuñaran. Banderines pintados y bordados, botellines individuales de 20 cl tapados con chapa, oficina comercial en La Habana...

 

Vino y más que vino

... y en la producción, no solo vino sino coñac, anís, el espumoso que aun podía llamarse Champagne y, en los años cincuenta, a la vuelta de un viaje a Norteamérica, la Cola York, con fórmula diseccionada de la original por el farmacéutico del pueblo. Un exitazo.

Bien es verdad que al introducirse Coca-Cola en España presentó un pleito largo y tenaz. Al final ganó Guerra, pero había dejado en ello su pecunio, de modo que, arruinado pero imparable, impulsa la Cooperativa Vinos del Bierzo, que hasta hoy cuenta con 1.000 socios.

Nació en 1963 como cooperativa comarcal con los propietarios de 1.000 hectáreas de viñedo controlado en varios municipios vecinos. El volumen y la extensión de sus instalaciones la bautizan como la Catedral del Vino en la región. También sus instalaciones, que les permitían elaborar cantidades astronómicas y vender, por ejemplo en Madrid, 30.000 botellas semanales.
A finales del pasado siglo, la enología del Bierzo se revoluciona; la uva Mencía y esa tierra agreste, donde vegeta superando las dificultades del suelo y del clima, despuntan con capacidad de dar vinos elegantes, potentes pero complejos y deliciosos, modernos.

Los Guerra clásicos mantienen su enorme mercado en la línea de alimentación, pero hace un par de años un nuevo equipo encabezado por Pablo Franco y Mario Rico redefine el modelo de viticultura y el estilo de los vinos. Ahora el control del campo funciona destacando entre los viticultores de cada pequeña zona un coordinador que promueve para todos las labores que garantizan la calidad de la uva, los tiempos y modos de poda, el calendario perfecto de vendimia, el estilo de los vinos y, como novedad con enorme éxito, los vermouths, ahora que el aperitivo los ha vuelto a imponer en barras y copas. El Tinto Reserva se elabora con vino rosado de Mencía, mientras que el Blanco Reserva es fruto de un coupage donde prima la Godello. A eso se suman 50 ingredientes en la maceración, se cría durante 18 meses y se sirve desde el grifo para que mantenga siempre intacta su complejidad, su intensidad.

En los vinos actuales, en los que combinan el acero inoxidable con el tradicional hormigón, su ejemplo es el estilo del Ródano: vinos atlánticos, vinos frescos, no excesivamente intensos, con fruta y que destaquen la mineralidad, la memoria del terruño. Así nacen, jugando con su nombre, los jóvenes Armas de Guerra, cuya etiqueta, en tinto y delicado rosado, es un homenaje a la viticultura, a la Mencía y, en blanco, al Godello y la Doña Blanca. Y en botella borgoñona, el Mencía Roble, que pasa cuatro meses en barrica, el Godello que gana complejidad criado durante tres meses, y el Mencía Crianza, que reposa en barrica 12 meses y aun así resulta fresco, frutal, con recuerdos florales y una armonía deliciosa con los tonos minerales.

Vinos nuevos de viñas viejas, vinos con historia que abren la puerta al futuro, vinos para disfrutar en la mesa cada día.


Vinos Guerra
Avenida de la Constitución, 106
24540 Cacabelos (León). Tel. 987 546 150
www.vinosguerra.com

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