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Ontañón mira al cielo

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  • Laura López Altares
  • 2021-03-03 00:00:00

La combinación de arte y vino, una de las más sugerentes de la Historia, inspiró a Gabriel Pérez para crear un templo que rinde culto a los vinos de esta familia riojana, que brotan de sus viñedos de altura en la Sierra de Yerga. 



Viñas que se aferran a suelos muy pobres, dando una hermosa lección de supervivencia; vinos que expresan su singular origen, junto a los montes de Rioja Oriental; una bodega convertida en divertido Templo en el que habitan dioses y héroes de la mitología clásica... Para la familia Pérez Cuevas, el vino es una obra de arte, y custodian el terrenal y preciado regalo de Dioniso desde hace más de 80 años. Entonces lo elaboraban en su bodega del Barrio de Bodegas de Quel, pero en los años noventa crearon la Bodega–Museo Ontañón en Logroño gracias a la inagotable pasión del viticultor y bodeguero Gabriel Pérez. La sugerente obra del artista riojano Miguel Ángel Sainz, amigo de Gabriel, le inspiró para dar forma a su original idea: una bodega–museo visitable con esculturas, vidrieras y pinturas dedicadas al culto del vino. Como explican desde Ontañón, "en aquellos tiempos, cuando se podían visitar muy pocas bodegas, fue algo muy peculiar: una bodega de autor dedicada a un solo artista, convertida en nexo de unión de la mitología clásica, de la cultura (se celebran conciertos, presentaciones literarias, rituales homenaje a la llegada de las estaciones...), con el vino". La bodega fue pensada como una auténtica exposición con una sucesión de espacios en los que Miguel Ángel Sainz fusionó de una forma bellísima sus obras con la enología: Ganímedes –el copero de los dioses– dando la bienvenida desde la imponente vidriera de la fachada, el botellero subterráneo que culmina en un laberinto con un espacio sagrado para Perséfone –diosa de la fertilidad y reina del Inframundo–... Todos ellos vigilan el proceso que da vida a los vinos del Templo, igualmente mágico.
 
En el corazón de Yerga
Porque su origen se sitúa en un paraje muy especial: las viñas de la familia Pérez Cuevas en Rioja Oriental, que se encaraman entre las sierras de Yerga y La Hez. Entre los 600 y los 800 metros de altura crecen tempranillos, garnachas, viuras, gracianos... impregnados de una frescura incontestable, sello de la bodega. Entre estos singulares viñedos se encuentra La Remediana, una finca ubicada en las faldas del monte Isasa –Quel–, donde la Viura crece rodeada de olivares, viñedos y pastos. O La Bartola, allí donde Garnacha y Tempranillo comparten territorio con cañizales, almendros, cerezos y olivos. Esta pequeña viña cuenta con un guardaviñas (antaño refugio de labradores) y también con las visitas de los corzos y jabalíes más curiosos, que se alimentan de brotes o frutos según la estación. "Cuidar la naturaleza forma parte de nuestro homenaje al vino", destacan desde Bodega Ontañón; por eso apuestan por una viticultura sostenible y se han planteado el reto de que la mayor parte de sus viñedos sean 100% ecológicos.

Los vinos del Templo
Gabriel Pérez miró al viñedo cuando nadie más apostaba por el campo, comprando viña mientras los demás vendían, llevando la contraria al mundo... aunque el mundo acabó rindiéndose a su visionaria rebeldía. Los vinos de Bodegas Ontañón se sirven en restaurantes tan prestigiosos como el maravilloso Kiro Sushi de Logroño (con una estrella Michelin) o el famoso Jaleo de José Andrés en Washington D.C., y se han hecho un hueco muy importante en el mercado exterior. Ontañón Crianza 2016 fue reconocido con una Medalla de Oro y premiado como el mejor vino español en los Estados Unidos en la última edición de los Sommeliers Choice Awards, reforzando el carácter exportador de la bodega. Raquel Pérez Cuevas, directora de Ontañón, reconoce que este coupage de Tempranillo y Garnacha es uno de sus vinos esenciales: "Nos ha dado muchas satisfacciones y expresa ese equilibrio de los vinos de Rioja que apetece seguir bebiéndolos por su elegancia y frescura".
También es pura esencia riojana su Ontañón Vetiver, un monovarietal de Viura criado cinco meses en barrica de roble americano y cuatro en botella: "En Rioja se está volviendo a recuperar esa Viura elegante y sutil; cuando toca la madera es algo extraordinario, tiene magia". Y un futuro vibrante.

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