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Oro de Castilla, orfebres de la viña

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  • Antonio Candelas
  • 2021-03-31 00:00:00

Si alguien en la D.O.P. Rueda ha puesto empeño en encontrar equilibrio y longevidad en sus vinos blancos, esa ha sido la Bodega Hermanos del Villar, pioneros en adquirir el compromiso de afrontar un reto nada fácil en el que la viña es la piedra angular.


La historia de Hermanos del Villar y sus vinos Oro de Castilla se escribe con V de Verdejo, pero sobre todo de viña. Pablo, presidente del proyecto bodeguero, conoce a la perfección las mejores cualidades que un suelo debe tener para que tanto la uva Verdejo como la Sauvignon Blanc se expresen más allá de la inmediatez y frugalidad de un vino joven. Esa búsqueda incansable de la excelencia del terreno para conseguir vinos equilibrados comenzó en 1995. Hoy, un conjunto de 130 hectáreas con diferentes perfiles es la herramienta más valiosa de la que disponen para lograr vinos tan expresivos como elegantes. En ellos, el tiempo cincela con precisión los aromas y sensaciones para conseguir dejar al descubierto el verdadero valor de la viña.
Bajo el manto característico de cantos rodados de la zona, se descubre el secreto del Verdejo de Oro de Castilla: capas de caliza no activa y grava marcan la diferencia y dotan al vino de mayor volumen y redondez y esa capacidad de adquirir complejidad con el tiempo. El Sauvignon Blanc, sin embargo, muestra su mejor cara en terrenos de mayor proporción calcárea y así desarrolla una mayor finura de matices. Pero la viña más singular es la de Los Hornos. Su perfil pedregoso esconde una capa de yeso cuyo Verdejo –Oro de Castilla Finca Los Hornos– es capaz de enseñar una faceta aromática más voluptuosa matizada por una refrescante sensación balsámica y un delicado toque mineral.
 
Extraer sin modificar
Este es el lema con el que Pablo y todo su equipo trabajan sin permitir concesiones a que modas o tendencias del mercado desvíen la atención de sus objetivos: equilibrio frente a explosividad, longevidad frente a inmediatez, complejidad frente a sencillez. En resumidas cuentas, captar la pureza de la viña en cada botella interviniendo solo para que no se desvirtúe. Por eso el trabajo en el campo es crucial. El hecho de que estos vinos logren avanzar en el tiempo mostrando perfiles antes desconocidos va íntimamente ligado a la capacidad de preservar la acidez, el talón de Aquiles de nuestro viñedo. Por eso en Oro de Castilla hay un rigor extremo en el control de los rendimientos de cada viña y, sobre todo, el momento de vendimia, que se decide en función de parámetros de acidez y no de graduación alcohólica.
Y del campo a una bodega de reciente construcción donde ya en 2020 se elaboró con esta premisa. Unas instalaciones energéticamente sostenibles en las que los amplios espacios favorecen la higiene y optimización de los procesos de elaboración. Pero lo más relevante sin duda es la capacidad que hay de elaborar cada parcela por separado en los recipientes más convenientes para respetar al máximo la expresión varietal y el carácter del terreno para, de esta forma, dar con la mezcla maestra en cada añada.

La paradoja de la sobriedad
Sabemos que la austeridad de la viña se traduce en elaboraciones excelsas. Ante el rigor del clima castellano y la pobreza de un suelo de guijarros, la elegante expresión de unos vinos que miran al futuro sin vacilar. De hecho, Pablo desde bien pronto no dudó en coger unas cuantas botellas bajo el brazo y mostrar en catas verticales cómo se comportaban sus vinos. Había valentía, sí, pero sobre todo intención en cada uno de los trabajos que se realizaban, desde la elección del suelo hasta el último detalle de la elaboración.
 Desde hace unos años, Oro de Castilla ha querido también vestirse de tinto y se ha asentado en la Ribera del Duero con una filosofía similar. Allí elaboran vinos de Tinto Fino de dos zonas: los suelos pedregosos de las terrazas aluviales de Aranda y Hoyales de Roa dan vinos como Gaudeamus; y en Fuentenebro, a 980 metros de altitud, de suelos de arcilla roja nace Oro de Castilla Crianza. El primero es frutal, envolvente y consistente, el segundo tiene un perfil más fresco y balsámico.
En un mundo tan globalizado y saturado de todo tipo de productos, la distinción es la clave del éxito y en el vino esa diferenciación se logra mimando a la viña con conocimiento y exclusividad.

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